La Reconquistiña expulsa a la lluvia de Vigo
1.750 niños de una veintena de centros adelantaron la fiesta del fin de semana con sus tambores por el Casco Vello

La Reconquistiña alza sus tambores / Ricardo Grobas

El primero de los dos enemigos que ocupaba Vigo desde hacía semanas ha sido expulsado. El ejército de 1.750 niños y niñas logró evitar que la lluvia pasara por agua las celebraciones de la Reconquista gracias al redoble de sus tambores por el Casco Vello. La octava edición de la "Reconquistiña" superó todas las expectativas gracias a la participación de
El primero de los dos enemigos que ocupaba Vigo desde hacía semanas ha sido expulsado. El ejército de 1.750 niños y niñas logró evitar que la lluvia pasara por agua las celebraciones de la Reconquista gracias al redoble de sus tambores por el Casco Vello. La octava edición de la “Reconquistiña” superó todas las expectativas gracias a la participación de 34 centros de educación primaria de la ciudad.

Pedro Fernández
Y es que el evento nacido en 2015 para divulgar y celebrar en los centros escolares la gran romería urbana viguesa sigue sin tocar techo, volviendo Porta do Sol como origen. Allí comenzó la festividad desde las diez y media de la mañana con ensayos, las primeras canciones infantiles y el saludo y agradecimiento del alcalde de la ciudad, Abel Caballero. “"Que todos los niños de España conozcan lo que sois capaces de hacer: tocar el tambor y reclamar libertad" relataba el regidor desde el pequeño palco del kilómetro cero vigués ante los jóvenes vestidos como marineros, campesinas y generales.
En esta ocasión la marcha fue más corta que en otras ocasiones al evitar el paso por Gamboa y otros puntos del barrio. Pasadas las once de la mañana iniciaban con paso firme su camino por Praza da Constitución entre turistas mientras los vecinos se asomaban a los balcones a aplaudirles.

La Reconquistiña alza sus tambores / Ricardo Grobas
El olor de los distintos platos que se cocinaban ya a esa hora levantaba el apetito de un regimiento que entremezclaba los tambores con diversos cánticos en los que tampoco faltaron los relativos al Celta. La bajada desde la Colegiata por la calle Real obligó a los peregrinos a detener su camino mientras los estandartes de los colegios entraban, uno por uno, en la Ribeira de O Berbés.
Allí, al igual que hace 215 años en la expulsión de los ejércitos franceses, la comunión fue total. Desde los colegios de la antigua Villa de Vigo que se extendía hasta el Areal, como el Niño Jesús de Praga, a los llegados de otras parroquias de Lavadores, Bouzas, Cabral o Teis. Públicos y concertados, vigueses de primera, segunda, tercera generación y con distintos acentos, pero vigueses todos ellos.
En la entrada en la misma plaza que las tropas de Napoleón ocuparon el pasado 23 de marzo les esperaba una merecida chocolatada por su heroico acto: desde que sus baquetas empezaron a redoblar en la percusión, el cielo comenzó a abrirse sin lluvias.
La melodía antibelicista de origen inglés -y popularizada como canción infantil en este siglo- When Johnny Comes Marching Home les daba la entrada en el que fue el gran patio de recreo de la urbe ayer. Los escolares de estos 34 centros se entremezclaban y compartían bocadillos, chocolate, fruta o comentarios mientras disfrutaban de una función teatral infantil sobre pirata. Mientras tanto, decenas de padres aprovechaban para inmortalizar el momento como si de una función de final de curso se tratase.

Pedro Fernández
Parte del plan pedagógico
Los jóvenes del CEIP Ramón y Cajal “jugaban en casa” y se notaba. El centro de Picacho sumaba tres meses preparando esta cita entre la elaboración de los estandartes, la ropa, los tambores o la memorización de las canciones. Sin embargo, lo que más celebraron fue poder tocar los instrumentos durante toda una mañana, la comida o la importancia histórica de la fiesta de “su” barrio.
Y es que la Reconquista -a través de su versión infantil- se ha convertido en un nexo con el que enseñar la historia y el mundo que los rodea. Así lo explica Samuel Rivas, profesor del Colegio Barreiro. Sus clases de plástica se coordinaron con las de plástica, lengua o coñecemento para abarcar todas las aristas de la fiesta durante el último mes.
Los alumnos del Castro San Miguel, entre los que se entremezclan soldados franceses y milicianos vigueses, celebran el reencontrarse con excompañeros de clase que ya no estudian con ellos gracias a la iniciativa y garantizan que este fin de semana, si el tiempo lo permite, gozarán de un merecido chouripán.
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