Cuando el violador es tu padre: el centro de emergencias de Vigo ya atiende agresiones a hijas
El aumento de las agresiones sexuales motivó que esta causa esté detrás del 10% de los casos que registran
“La edad de las usuarias es cada vez más joven”, dice su directora

Una de las instalaciones del CEMVI de Vigo. / Ricardo Grobas
No existe un perfil concreto. Es más, prefieren no reforzar este concepto ya que el trato que las víctimas reciben de los profesionales es individualizado. “Son mujeres, muchas veces con órdenes de protección, que comparten domicilio con el agresor y que necesitan de una salida y un acompañamiento las 24 horas por motivos de seguridad, también hay mujeres con bajos recursos, con o sin hijos, con o sin red de apoyo...”, explica Elena Molanes, la directora del Centro de Emergencia a la Mujer de Vigo (CEMVI).
Tan dispares son sus realidades como las causas que han llevado a lo largo del año pasado a un total de 88 mujeres a demandar este recurso. Si bien siempre se rigió por la atención a víctimas de violencia de género ejercida por sus parejas o cónyuges, actualmente el 10% de los casos obedece a víctima de agresores ajenos a esa relación efectiva: desde víctimas de la trata de blancas hasta mujeres agredidas por sus padres, hermanos u otro familiar o mujeres que han sufrido una violación o agresión sexual.
Atención 24 horas
“Es un perfil que antes no se daba. Este año hemos tenido bastantes víctimas de agresiones sexuales, nos la derivan del Hospital Álvaro Cunqueiro y suele obedecer a mujeres que fueron agredidas por un desconocido. La mujeres no vienen aquí solo por la ausencia de recursos económicos, sino a recuperarse. A nivel psicológico hay determinados perfiles que necesitan una atención 24 horas”, cuenta Molanes, quien enfatiza que, sin duda, el grueso de las usuarias son víctimas de ataques de sus parejas.
Reconoce que ante estos casos, al no ser tramitados sus denuncias a través del Juzgado de Violencia sobre la Mujer sino por un juzgado de instrucción ordinario, los procedimientos se enquistan. “El procedimiento judicial se alarga, entonces el sufrimiento es mayor. Hemos tenido mujeres que han ingresado en el centro con hijas víctimas de agresiones o violaciones porque un año después de su denuncia, no hay resolución al mismo. Acaban haciendo su vida, encontrándoselo por la calle, etc.” La victimización es mucho mayor , precisa la directora.
Menores de 25 años
Destaca, por encima de todo, y reconoce que no deja de ser reflejo de que en la sociedad e instituciones “todavía queda mucho por hacer”, que la edad de las mujeres que son derivadas al CEMVI es cada vez menor. “Siempre teníamos casos de mujeres de 50 o 60 años, pero en esta ocasión la edad media más habitual es 41-45, en un 20% de los casos. Y un 16% de los casos son víctimas de las agresiones jóvenes de menos de 25 años. La gran mayoría de derivaciones son procedentes del CIM y la mitad lo hace con hijos a su cargo”, relata Elena Molanes.
Desapego
Uno de los grandes problemas a los que hacen frente y con los que trabajan las profesionales del CEMVI pasa por lograr el desapego de la víctima con su agresor. “Y es que todas te cuentan la misma historia, que al principio el novio era maravilloso, la trataba bien y poco a poco fue cambiando. Y las van mermando, pierden la confianza en si mismas, las aíslan... Se genera una situación de dependencia de la que cuesta despegarse. Muchas víctimas esperan que cambie y la manipulación lleva a quitarle importancia a un maltrato verbal o psicológico”, precisa la directora.
Por ello, inciden mucho en el trabajo también de terapia en grupo, resolución de conflictos para que estas mujeres puedan recuperar su autoestima, habilidades sociales, etc. “El hostigamiento es mucho y se prolonga mucho en el tiempo, aguantan durante años esta situación. Aquí llegan en el peor momento, en una situación de crisis y hay que vigilar que caigan en alguna patología mental o incluso conductas autolíticas, o mismo que a su salida pueda pasarles algo. Vivimos con miedo de que pueda pasarles algo”, lamenta Molanes.
Derivaciones
Un servicio que también se realiza desde el CEMVI es la derivación a centros de otras ciudades o provincias. Se trata de un recurso exclusivo para situaciones de mayor peligrosidad pero Molanes reconoce que siempre es lo más adecuado o recomendado para la víctima. “Significa romper una segunda vez con su vida. Si ya dieron el paso de venir hasta aquí, salir de su casa no es siempre recomendable que tengan que volver a romperse otra vez y verse en otra ciudad. Igual una mujer de edad más joven tenga menos problema, pero no siempre funciona”, concluye.
“Muchos niños son el vivo reflejo de sus padres y hay que trabajarlo”
Si ya para una madre víctima de violencia de género es complejo y radical abandonar su domicilio para instalarse en el centro, para los hijos menores de edad, todo se magnifica. ¿Cómo explicarles la situación?
“Tienden a protegerlos pero hay que hablarles desde la realidad. Adaptado a la edad de cada menor hay que explicarles la verdad. Que estamos aquí porque no se puede convivir en casa. La verdad es que los niños se adaptan bien porque ven que el clima es bueno. El estar en un ambiente de no violencia cambia su personalidad en una semana. Un niño que tuvimos, cuando llegó era el vivo reflejo de su padre. Le salía una doble personalidad, estaba imitando a su padre porque es lo que vio siempre. Pero se puede revertir”, sentencia.
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