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Cantera de científicos en el Possumus

Alumnos de 4º de ESO desarrollan una investigación científica sobre el impacto de los disruptores endocrinos en el organismo guiados por su profesora, doctora en Biología

Alumnos aprenden la importancia de los disruptores endocrinos a través de los insectos

Alumnos del colegio Possumus en clase. Imagen: Marta G. Brea | Vídeo: Pedro Fernández

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Alumnos del colegio Possumus en clase. Coco Vecino

“¿Chicos, sabéis lo que son los disruptores endocrinos?”, fue la pregunta lanzada por la profesora Rocío Paramá a sus alumnos de 4º de ESO del Colegio Possumus. La sorpresa vino cuando el 15% de ellos los conocían. Este es el punto de partida para una nueva aventura en el campo del conocimiento, porque estos estudiantes, de tan solo 15 años, iban a iniciar una investigación científica para determinar los efectos que los disruptores tienen en el organismo... ¡de los tenebrios!

Así, y con la ayuda de los gusanos de la harina, estos alumnos vigueses están hoy inmersos en el aprendizaje del proceso científico con todo lo que implica: encuestas, recabado de información de estudios anteriores sobre el tema… Y ahora el trabajo empírico en laboratorio. “Hemos dividido la muestra, a unos gusanos los vamos a alimentar con trigo ecológico y a los otros con artificial. Veremos el impacto sobre la reproducción de los individuos (contando las variaciones en la población) y sobre su crecimiento (medido en el peso, ya que su fisionomía, movimiento e imposibilidad de identificación individual, impiden una medición correcta de su tamaño). Luego haremos una estadística para extraer conclusiones sobre las que valorar nuestra hipótesis inicial”, explica su profesora.

Trabajo de laboratorio con las muestras de tenebrios. Marta G. Brea

Sabe que tendrán algunas limitaciones como “las del propio animal, ya que tiene un ciclo de vida muy corto, solo vive seis meses”. Pero cree firmemente que es la mejor manera de motivar hasta a los alumnos más rezagados, porque les despierta la curiosidad. Otros compañeros trabajaron antes que ellos sobre la calidad de los suelos para el cultivo con muestras del monte de A Guía y de Beade. “No teníamos la máquina que se utiliza en laboratorio para conocer la composición de fósforos, pero sí podíamos medir el PH, la humedad de la tierra o la porosidad”.

Otra clase “puso las bebidas energéticas a examen. Buscaron legislación y publicaciones, también de prensa, hicieron 300 encuestas sobre sus efectos y descubrieron que hay más de 70 nombres bajo los que se comercializan los endulzantes artificiales, ahora miran las etiquetas”, dice orgullosa ya que fueron unos visionarios, poco después su consumo se restringió en España.

¿Sería beneficioso que un agricultor seleccionara las semillas antes de cultivar? Fue otra pregunta de partida. En esta ocasión, compañeros de 12 años estudiaron si el tamaño de las leguminosas tenía relación con el tamaño de la semilla. Algo que quedó demostrado en el caso de las lentejas, pero no en el de los garbanzos y las habichuelas. “ Se dieron cuenta de que las raíces se comportan al revés, se ramificaban mucho. Las pequeñas exploraban el suelo en profundidad, mientras que las grandes en horizontal”. Y además concluyeron que “para un agricultor hacer una selección previa de las semillas sería un proceso muy laborioso para la compensación”.

Todos estos proyectos tuvieron su recompensa formal cuando se presentaron en el festival científico CinVigo, organizado por el centro de investigación CINBIO (UVigo), el pasado mes de abril.

Muestras divididas de los gusanos de la harina sobre los que estudian los efectos de los disruptores endocrinos estos alumnos. Marta G. Brea

Y es que esta doctora en Biología se curtió en el estudio de la calidad de los suelos entre la acción volcánica y de los incendios en Canarias y de los huracanes de Carolina del Norte (EEUU). Pudo constatar que el Cambio Climático altera la composición de los nutrientes de la tierra y descubrió una pasión que hoy, veinte años después, transmite a sus alumnos desde los 11 años. “No vamos a descubrir nada nuevo”, comenta Rocío con humildad a pesar de que muchos de ellos tendrán que hacer trabajos de fin de carrera y máster, donde deberán emplear el método científico. Y todos aprenden a trabajar con rigurosidad, mente abierta y la objetividad de los datos. Mientras aplican lo aprendido en las clases de otras asignaturas como informática, estadística, geografía, química o biología. Un regalo impagable de una profesora que ha sabido hacer del Proyecto Competencial, una asignatura trasversal donde trabajar las competencias que exige el Ministerio de Educación, pero con su propio sello de científica que es.

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