Facturas por más de 15.500 euros en repostajes —cuando la empresa ya le facilitaba dos tarjetas para esos gastos—; más de 6.100 euros en tres viajes privados a Portugal; otros 26.300 euros en dietas; y hasta la venta del coche de empresa a un cuñado, por un módico precio y reparado antes con dinero de la compañía.
Es parte de la larga ristra de "incumplimientos graves" por valor de más de 50.000 euros en cinco años que una firma de Mos le achacaba a su encargado y que le llevaron a intentar despedirlo hasta en dos ocasiones.
Sin embargo, todas esas razones para deshacerse del alto empleado han quedado sin validación judicial.
El TSXG confirma lo que ya decretó en su momento el Juzgado de lo Social nº 2 de Vigo: que el despido fue improcedente porque la carta de despedido era inconcreta al "adolecer de defectos formales insubsanables", como por ejemplo, que no se hubiesen concretado las fechas en las que sucedieron los presuntos hechos delictivos, lo que abriría la puerta a que quizá ya hubiesen prescrito, según apunta al alto tribunal.
Además, el TSXG apunta que el empleado no intentó ocultar los gastos a la compañía, al contrato, sino que él mismo presentaba una contabilidad rigurosa de lo gastado.
Por este motivo se condena a la compañía a readmitir al trabajador o a indemnizarle con 65.182,23 euros.