Numerosas dudas e incongruencias, ausencia de indagaciones clave, falta de explicaciones lógicas... Esta “deficiente” e “incompleta” investigación policial del caso del crimen del vigués Manuel Salgado en sus inicios está detrás de la imposibilidad de que ahora, 19 años después, se pueda llegar a su resolución. Y es que pese a los intentos del magistrado de Instrucción 4 de Vigo que dirige ahora la causa y de la acusación particular –integrada por los sobrinos y hermana del fallecido–, las sospechas, hipótesis o conjeturas que rodean al caso son insuficientes para procesar a alguna persona como posible responsable, bien ejecutor bien inductor, del disparo que terminó con la vida de Salgado en su garaje de la calle Rosalía de Castro en 2004 cuando acudía a su trabajo en una asesoría.
La causa fue reabierta a finales de 2021 tras años de archivo, pero el paso del tiempo ha impedido dar respuesta a cuestiones clave que no fueron investigadas en su momento. Ahora, el juez acuerda declarar concluso el sumario, sin procesados, que se remitirá a la Audiencia para que proceda a su archivo o práctica de más diligencias.
Y es que el abogado que ejerce la acusación particular ha señalado que todavía gastará sus últimos cartuchos para que la muerte de Salgado no quede impune. Presentará nueva prueba y solicitará la declaración de algún testigo que permita mantener abierto el caso.
Lo cierto es que han sido varias las personas que desde la reapertura del caso han sido citadas a declarar, siempre como testigos, en este procedimientos sin que, por el momento, sus versiones “ayudasen a resolver tales incertidumbres”.
Éstas son recogidas por el magistrado en su último auto. Por un lado, parte de varias hipótesis –incluso convicciones– de cómo se sucedieron los hechos del pasado 2 de abril de 2004 en el garaje de Rosalía de Castro. Deja de lado la teoría de que fuese un sicario profesional el que efectuó el disparo mortal, ya que una semana antes se había hallado en dicho garaje un casquillo percutido con el mismo arma del crimen. “Parece más propio de un aficionado o persona no preparada que estuvo valorando cómo actuar”, valora el juez.
Recalca también que Salgado vio y conocía a su agresor ya que “no hizo intención de huida, sino de meterse en el interior de su vehículo para esquivar un enfrentamiento verbal”. Estas cuestiones llevan al magistrado a concluir que le autor del homicidio se corresponde a personas “cercanas a su ámbito familiar”, recordando las amenazas que el propio Salgado relató sufrir a sus amigos o las denuncias por cuestiones “económicas o empresariales” que se interpusieron entre él y su exmujer e hijos.
Una vez contextualizado, el magistrado pone sobre la mesa varias cuestiones que no fueron entonces investigadas por los agentes al frente del caso. Por ejemplo, considera que “no existe explicación lógica” a que el propio hijo de Salgado fuese el abogado defensor de la entonces pareja de su madre, “acusado de hacer participado en el homicidio”. Apunta que tampoco hay explicación para que sobre las 03.00 horas del día de crimen, la alarma de la casa de la exmujer de la víctima se apagara con las claves del hijo “cuando este ya no vivía en el domicilio”. Es más, incide el juez, “nadie se preguntó al inicio de la instrucción” quiénes estaban en la casa de la exmujer la noche previa al crimen. Una limpiadora apunta a que se encontraba solo ella y otro empleado, sin embargo las cámaras captaron a más personas.
Otro dato “llamativo” versa sobre la telefonía. En el auto se apunta a que la exmujer era titular de hasta 4 números de teléfono: uno usada por ella, otro por su hija, otro por su entonces pareja y un cuarto “cuyo usuario nunca se averiguó” pero se sospecha que correspondería a su hijo. De dicho número salió una llamada al de la exmujer de Salgado tan solo 18 minutos después de la hora del crimen. “¿Cuál es el objeto de esas llamada apenas unos minutos después del homicidio?”, se pregunta, sin éxito, el magistrado.
Una furgoneta sospechosa y cartuchos de la misma marca que los usados por los investigados
La carga probatoria contra la exmujer y sus hijos es evidente a raíz de lo recogido en el auto si bien insuficiente para dirigir la instrucción hacia ellos.
El magistrado recoge en sus conclusiones más detalles que apuntan directamente hacia su círculo familiar y el de éste. Así, relata que varios testigos observaron una furgoneta blanca “en actitud vigilante” frente al garaje en los días previos al crimen.
De las diligencias practicadas resulta que fue alquilada por una persona “relacionada con los investigados”, pero no se pudo extraer más de esta pista.
En cuanto a los cartuchos usados en el crimen, son de una marca poco conocida. Pues bien, 5 años antes fueron adquiridos “una partida considerable de este tipo de cartuchos” por parte del sobrino del detective que contrató su exmujer para vigilar a Salgado, hechos por los que ambos –exmujer y detective– fueron condenados. Precisamente sobre esto incide también el juez, ya que el detective debería haber entrado en prisión el 2 de abril de 2004 y no lo hizo hasta el día 6, cuando ya se había cometido el crimen.
Lamenta el magistrado que tampoco se investigaron las relaciones de la exmujer de Salgado con miembros de la Guardia Civil, especialmente de intervención de Armas. “La eventualidad de hacer ahora esta investigación ha devenido infructuosa”, sentencia.