La donación de órganos en el CHUVI marca un récord histórico de 9 corazones y 18 pulmones

Son los más difíciles de obtener junto al páncreas | El equipo actuó por primera vez en un caso de enfermedad neurodegenerativa avanzada y tras una eutanasia | Los trasplantes de córnea se dispararon un 55% en un año

Equipo de trasplantes del Cunqueiro. |

Equipo de trasplantes del Cunqueiro. | / A. Blasco

Cuando una vida se apaga, la solidaridad del que se va o de su familia hace que otras puedan recuperar brillo. La pandemia de COVID-19 frenó en seco el alza de donaciones de órganos y tejidos que se habían registrado en las dos últimas décadas, pero el Complejo Hospitalario Universitario de Vigo ya logró recuperar el año pasado los niveles de actividad previos. Registró 27 donantes de los que obtuvo 121 órganos o tejidos y alcanzó su récord histórico en dos de los más complejos: corazones y pulmones.

El coordinador del equipo de trasplantes del Hospital Álvaro Cunqueiro, el doctor Lucas Lage, explica que, junto al páncreas, estos son los más complicados de obtener por los criterios de selección más “restrictivos” que en otros. De los 25 donantes de órganos que registraron –dos fueron solo de tejidos como huesos, vasos sanguíneos o córneas porque el resto no era válido– lograron obtener nueve corazones y 18 pulmones.

En total, extrajeron 75 órganos, frente a los 65 de 2021 o los 69 de 2022. Además de los citados, rescataron 14 hígados, un páncreas y 33 riñones. En cuanto a los tejidos, sumaron 46 más, entre tejido corneal, vascular y óseo.

El número de donantes también creció un 32% con respecto a los 17 del año anterior. Solo en 2019 y 2016 hubo más –29 y 28 respectivamente. El intensivista Lucas Lage explica que el porcentaje de rechazo de las familias cuando les proponen participar en el programa se mantiene en la media nacional, en torno al 17% de las ocasiones.

Accidentes de tráfico

El perfil del donante han cambiado en los últimos años. Antes, los fallecidos por accidentes de tráfico eran la mayoría. En 2021 fue uno y el año pasado no hubo ninguno. En el hospital vigués no recuerdan si es la primera vez que sucede, pero sí remarcan la “clara tendencia” de reducción de estos siniestros.

El principal motivo de su fallecimiento, en la actualidad, son los accidentes cerebrovasculares –el 56%–, seguidos de la lesión cerebral por parada cardíaca –el 28%– y de los traumatismos craneoencefálicos por causas diferentes a siniestros de circulación –un 8%–

La media de edad de los donantes el año pasado fue de 58 años, en la línea de la estatal –60 años–. El más joven tenía 23 y el mayor, 76.

Estreno de protocolo gallego

El perfil del donante también cambia por la incorporación de más opciones para aquellos que saben que están al final de sus días y pueden planificarlo. Así, el Álvaro Cunqueiro fue el primero de los hospitales gallegos en registrar una donación de órganos tras la aplicación de la prestación de ayuda a muerte asistida. La Consellería de Sanidade desarrolló el protocolo para toda Galicia, precisamente, a raíz de la petición de esta persona, una de las dos a las que se les ha aplicado la eutanasia en el Área Sanitaria de Vigo hasta el momento.

El de la muerte asistida y el de la donación son dos procesos paralelos e independientes. Se realizan en quirófano, a donde se permite la entrada de familiares y allegados, si ese es el deseo de la persona, hasta que se produce el fallecimiento con la administración de una medicación. Es en ese momento cuando entra el equipo de trasplantes. “Es un tipo de donación novedosa para nosotros y, en algunos aspectos, eso siempre genera cierta incertidumbre, pero al final la actuación es similar a otras, por lo que nuestra respuesta fue óptima”, cuenta Lage. Lo que cambia es la posibilidad de hacer una mejor planificación, con una evaluación más detallada de los órganos válidos, “lo que ayuda sobre todo a su distribución”.

Sucede lo mismo en otro de los procesos que incorporaron el año pasado: el programa de cuidados orientados a la donación en un caso de enfermedad neurodegenerativa avanzada. Cuando un paciente que está en esta situación no desea tener ningún tipo de soporte respiratorio o nutricional, se le ofrece la posibilidad de que, llegado el momento de su fallecimiento, se convierta en donante. Si acepta, se siguen “unos protocolos muy completos, avalados por la Organización Nacional de Trasplantes”, destaca Lage. El equipo está en una especie de preaviso cuando el paciente llega a un estado de deterioro muy avanzado. Lo único que se le pide es que ingrese en el hospital para los últimos momentos de su vida, donde se le ofrecerá un espacio con la mayor privacidad posible. Cuando ya requiere una sedoanalgesia para el control de la sintomatología o la dificultad respiratoria, inician unos cuidados intensivos orientados exclusivamente a la donación.

“Ambos casos fueron de gran importancia, ya que nos permitió planificar con antelación la actividad extractora y garantizar la calidad de los órganos, por lo que resultaron donadores muy efectivos”, subraya el doctor, que muestra su profundo agradecimiento a los donantes y sus familias.

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