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Hay más vida que Hiperxel

Al borde del despido colectivo, dependientas de la cadena gallega ya piensan en buscar un nuevo trabajo, aunque sea reinventándose

Coral, Merchi, Patri, Bego, Ana, Mónica, Chus, Chus y Rosa –dependientas de Hiperxel–, ayer en Gregorio Espino. // Alba Villar

El activo más valioso de Hiperxel no tiene precio, vestía de traje azul y siempre atendió con buena cara. Eran sus trabajadoras, infatigables mujeres que crecieron a la par que lo hacía la cadena, referente del congelado en Galicia. Muchas, como su empresa, saltaron del siglo XX al XXI, vivieron el cambio de la peseta al euro, soportaron la crisis del 2008 y sacaron pecho ante la pandemia. Fueron, tras un simple mostrador, auténticas gestoras con tropecientas responsabilidades. Mujeres que se preocuparon de que las tiendas estuvieran en orden como si de sus propias casas se tratara. Que atendían el pescado sin descuidar al cliente. Todas, cientos, levantaron durante décadas un negocio que logró fidelizar a buena parte de la comunidad autónoma. Negocio que en meses han hundido dos hombres.

Al borde del despido colectivo que afectará al personal de la emblemática compañía, cerca de 300 empleados, las dependientas viguesas cerraban ayer el último capítulo de su historia laboral y lo hacían sin olvidar, recordando la insostenible situación que llevan viviendo tras cuatro meses sin cobrar y cargando contra Juan José Villamizar y Eusebio Novás, a los que acusan del vaciado de las cuentas de la sociedad. No obstante, tienen claro que su futuro pasa por pasar página. Bien sea para descansar o para buscar un nuevo empleo lo antes posible.

Es el caso de Ana, por ejemplo, que precisamente ayer se presentaba al examen para obtener el carné de taxista; de Patricia, que tiene claro que no quiere ir al paro, ha realizado ya dos entrevistas y no se cierra a nada; o el de Rosa, que quiere reinventarse y cambiar de sector, haciendo un ciclo de grado medio vinculado al ámbito sanitario. Otras como Chus reconocen que todavía deben recuperarse de este último año de incertidumbre e inestabilidad. Y entre ellas está Bego, cuya prioridad ahora mismo es “volver a disfrutar”.

“Hay más vida que Hiperxel”, dicen ante uno de los locales que la cadena posee en Gregorio Espino, sin obviar la realidad que les rodea. Están en la calle pese a que su compañía siempre fue rentable y exigen que se diriman responsabilidades lo antes posible, celeridad que también reclaman para el ERE extintivo que les atañe y que al menos les permitirá poder acceder a prestaciones o firmar otro contrato.

“La culpa, además del nuevo propietario, es totalmente de la gerencia. Cuando alguien ve que se están vaciando cuentas, que se está escatimando en mercancía, que no se pagan salarios, es que hay un problema y el problema hay que denunciarlo. Y si lo tapas es que eres tan culpable como el que lo causa”, acusan asimismo en relación al citado departamento, que dirigía Virginia Navarro.

"Dejaron caer esta empresa"

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Las mujeres denuncian el hermetismo y la desinformación que ha predominado durante todo el proceso, desde que en abril del pasado 2022 comenzaron a vaciarse las neveras de los establecimientos a los que diariamente acudían a trabajar. “No es un problema de que no hubiera ventas, de que no tuvieran personal... Es solo que dejaron caer esta empresa. Una tienda no puede estar sin mercancía porque la gente viene hoy, viene mañana y pasado se va a otra”, aseguran.

De pensar que tenían “la vida solucionada”, con estabilidad y tranquilidad laboral, a venírseles “el mundo encima”, confían en que más pronto que tarde salgan de la burbuja que les lleva asfixiando todo este tiempo, tanto en el plano económico como en el psicológico. “Sí es cierto que al principio nos hundimos. Nos metimos en un pozo, nos costó salir. Teníamos días y días. Pero hay que transmitir un mensaje de esperanza. A lo mejor es una oportunidad de cambiar para bien y la vida continúa. Hay que afrontar esto, levantar la cabeza”.

En cuanto a qué recomendarían hacer a trabajadores de otras empresas que puedan estar pasando por una situación como la suya, con impagos y sin certezas respecto a qué pasará en el futuro, se muestran tajantes y dan dos consejos. Por un lado, “que no hagan caso, que denuncien desde el primer día”. Por el otro, “que estén unidos y se apoyen mutuamente”.

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