Era una de las testificales que podría dar un giro completo a la investigación por la desaparición y muerte de la viguesa Déborah Fernández-Cervera en 2002. Y es que la duda acerca de la posibilidad de que la joven falleciera de forma repentina marcó en gran medida la instrucción del caso, que no contó con ningún investigado hasta hace poco más de un año. La última de estas diligencias tuvo lugar ayer ante la jueza de Instrucción 2 de Tui, donde el perito criminólogo Aitor Curiel declaró, a petición de la familia de Déborah, que la joven fue víctima de una muerte violenta, un crimen.

El prestigioso especialista en medicina legal y forense ratificó su informe elaborado a partir de los dictámenes de la autopsia y otros estudios patológicos , en el que concluía que la de Déborah fue “una muerte violenta de etiología homicida por anoxia anóxica probablemente por la obstrucción de los orificios respiratorios y al menos parcial compresión torácico-abdominal”.

La máxima a la que llega el experto consultado por la familia es que la joven falleció asfixiada, preferentemente por la sofocación con un objeto blando. Curiel, que testificó por videoconferencia, declaró que en el informe inicial de la autopsia no se desprende un estudio del corazón de la joven.

También destacó otras lesiones en el cuerpo de Déborah como “contusiones torácicas” provocadas presuntamente por una opresión en el tórax pero que por sí solas, respondió a preguntas del fiscal, no le habrían provocado la muerte, sino por el mecanismo de sofocación.

Colgada por los pies

Sorprendente fueron también otras de las cuestiones planteadas al forense por parte del representante del Ministerio Público acerca del fallecimiento de la joven. El fiscal preguntó al experto si a raíz del grado de congestión en el que se halló la cabeza sería posible que a la joven la hubieran tenido “colgada por los pies”. Esta pregunta vendría sino a confirmar la participación de un tercero en la muerte directa de la joven, extremo que desde el Ministerio Fiscal se ha cuestionado.

También preguntó el fiscal al perito Aitor Curiel la posibilidad de que el cuerpo y cabeza de la joven hubieran estado sometidos a condiciones diferentes, lo que hubiera motivado dicha congestión, posibilidad un tanto remota y que fue descartada por el forense en su testifical.

En dicha pericial, el criminólogo identificó también en el cuerpo de la víctima “diferentes lesiones traumáticas vitales”. Algo que denota que por parte de la joven “existió defensa ante la agresión que estaba sufriendo y que acabó con su vida”.

La familia y su representante legal han lamentado que, más de 20 años después de lo ocurrido, “todavía” se cuestione la naturaleza de la muerte de la chica, cuando los incidimos que se conocen apuntan a que su cuerpo fue lavado, conservado durante varios días en un lugar frío y a resguardo de la fauna cadavérica, y que el semen encontrado en su interior fue introducido postmortem. “Yo soy absolutamente claro con la familia, y sigo diciéndolo, no sé qué hacemos aquí”, aseveró el letrado Ramón Amoedo. “Alguien quiere alargar esto hasta que nos aburramos”, lamentó, por eso ha insistido en que, si el Ministerio Público no ve etiología homicida, debe pedir el archivo.

Claves

1- Dos hipótesis como causa de la muerte

Los forenses en 2002 tras la necropsia aventuraron tanto la posibilidad de una muerte súbita como la de un crimen por sofocación.

2- Lesiones de defensa

El informe de este perito de parte identifica en el cadáver de Déborah lesiones compatibles con un intento de defensa.