“Un abismo en calidad, en seguridad y en cantidad” es el que separa a la atención en radiodiagnóstico de ahora de la que el doctor Xan Vieito se encontró cuando, hace 38 años, llegó a Vigo para realizar la primera planificación estratégica de este servicio. Y lo dirigió hasta su jubilación, el mes pasado. En el Xeral solo había cinco radiólogos con tres equipos de rayos, un ecógrafo –la primera prueba se hizo en 1984– y una sala de vascular. En el Chuvi hoy son medio centenar de especialistas, 16 en formación (MIR) y 170 profesionales de otras categorías con los que trabajan mano a mano. “Es una gran empresa” en cuyos hallazgos “está fundamentado el 80% de los diagnósticos de los pacientes” del área viguesa.
Vieito, de Vilachán de Abaixo (Negreira), estudió Medicina en Santiago con la idea de convertirse en psiquiatra. Pero le hizo cambiar de idea una visita al departamento de Radiología del Hospital de Santiago, donde un médico procedente de Pensilvania lo convertía en punta de lanza nacional. El “encanto” de “interpretar las sombras”, esas “escalas de grises” que arrojan las pruebas, le cautivó. Allí trabajó durante tres años de la carrera y, al terminar, se especializó en radiología infantil en el Hospital de la Fe de Valencia, con el pediatra Cipriano Canosa, asesor de la OMS en enfermedades infantiles. “Era un campo muy desconocido de aquella”, recuerda. Se sacó plaza en varias ciudades, pero tras un paso de tres meses por el ambulatorio compostelano Concepción Arenal, se fue a Gijón atraído por el mar.
Fue con Julio Cabrera como director provincial del Insalud en Pontevedra –el último que tuvo antes de que se crease el Sergas– cuando decidieron hacer la primera planificación a diez años de los recursos radiológicos del área sanitaria de Vigo y llamaron a Vieito, en 1985. La visión de la ría y la luz que la bañaban, cuando llegaba a la ciudad en coche, le convenció de que su sitio estaba aquí. Hoy recuerda esos tiempos desde el hogar que, como una atalaya, creó en Domaio para disfrutar de esa imagen todos los días.
La misión que le encomendaron fue “hacer un equipo potente” en el Xeral, “juntando recursos y combinando conocimientos” de los cinco radiólogos de este hospital y otros cinco que había en Coia. En A Doblada se creó un centro grande de apoyo, con tres ecógrafos y dos telemandos, y se dotó a la periferia del área de tres puntos radiológicos.
Por aquel entonces se daban los primeros pasos de la radiología intervencionista, en una época en la que los conocimientos no se podían adquirir a distancia, con a Internet. Vieito trajo las novedades de sus estancias en Las Palmas, París, Nueva Orleans... Y de los libros, casi todos importados de Estados Unidos. Hoy hay técnicas tan avanzadas como la que permite retirar los trombos que causan un ictus.
Buscó especializar el servicio por áreas anatómicas y trabajar en equipo con otros servicios, desde 1986. El máximo exponente es la unidad de mama, que tiene “la puerta de entrada por Radiología”. “La funcionalidad cambió de la noche al día”, destaca y añade: “A lo mejor antes tardabas seis meses en que te operaran”.
El Xeral logró adquirir su primer TAC en 1988 e incorporó un mamógrafo en 1990. Un año antes, se había inaugurado el Meixoeiro, que no estaba incluido en su planificación para el área. “Fragmentar la sanidad nunca fue cosa buena”, reflexiona Vieito. Siguió haciendo “malabares” en la planificación de la siguiente década. “Nunca las hice solo, siempre con la gente porque, si no, tienes un problema con la funcionalidad”, subraya.
Para Vieito, los inicios fueron lo más complejo, porque “no había nada y había que hilar muy fino”. Pero en estos casi 40 años al frente, ha tenido otras “tres luchas duras”. Más de 20 años duró la primera. El Sergas había creado el Instituto Gallego de Medicina Técnica (Medtec) –hoy Galaria– en 1994 por motivos de “eficiencia” y le había concedido la gestión de las resonancias. Así, los radiólogos del Sergas en Vigo eran de los pocos a nivel nacional que no podían acceder a esta prueba y, por tanto, no podían optimizar el diagnóstico optando por la más adecuada en cada momento. Dos auditorías constataron el problema de eficiencia y también para la docencia. “Son decisiones políticas y darle marcha atrás cuesta”, expone el doctor. No se integraron en el Chuvi hasta junio de 2019 y no fue una transición “pacífica”.
El nacimiento de la unidad de radiología cardíaca fue la segunda gran batalla. Dos años tardaron en desarrollarla, con una “discusión larga y tediosa, pero llevada inteligentemente”. Hoy funciona “muy bien”, con cardiólogos y radiólogos “retroalimentándose”.
La que aún no ha concluido es la del Museo Sanitario de Vigo, Musavi, que se estrenó en 2017 exponiendo desde entonces alguna de sus 2.500 piezas en el Álvaro Cunqueiro. “Es preciso dotarlo de espacio y personal adecuado con urgencia; algunas piezas se están deteriorando”, advierte el que hasta ahora era el presidente de su comité organizador. “No voy a dormir tranquilo hasta que esté hecho. Tiene mucho que ofrecer a la ciudad, que debe defenderlo”, sostiene.
“Es preciso dotar al museo sanitario de espacio y personal con urgencia”
La principal batalla que le queda a quienes le suceden es el déficit de radiólogos. “Tiene que ser reconocido el profesional. Si no se les paga más, habrá problemas muy pronto”, destaca este médico que sospecha que pertenece a “la última generación de románticos” y ve su herencia más importante en la huella inmaterial. La que ha dejado en las personas.