Acción Solidaria + Suscripción Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La voraz salema causa la desaparición de los bosques submarinos de la Ría

Biólogos de la UDC, que los estudian desde 2019, constatan que este pez herbívoro es la principal amenaza de las poblaciones de laminarias | A partir de este año extenderán su proyecto a toda la costa gallega

Contraposición entre un bosque sano de laminarias y uno degradado en la Ría de Vigo BioCost

Bajo la superficie del mar también hay bosques. Los conforman grandes algas laminarias que pueden alcanzar varios metros y proveen de cobijo y alimento a numerosas especies. Pero estos hábitats tan productivos están en declive en todo el planeta, incluidas nuestras costas. Biólogos de la Universidad de A Coruña monitorizan desde 2019 varias zonas de Illas Atlánticas y de la Ría de Vigo y han constatado que su desaparición se ha ido extendiendo desde el parque hacia el interior del estuario. Sus novedosos estudios también han demostrado que la salema, un pez herbívoro cuya abundancia es mayor en aguas más cálidas, es la causante de este declive. Y ahora van a extender sus análisis a todo el litoral gallego gracias a un proyecto del ministerio.

Las investigadoras del grupo BioCost (Biología Costera) llevan años intentando grabarla en plena acción, pero la salema –Sarpa salta– es escurridiza. Aún así, las pruebas no dejan lugar a dudas. Las inequívocas mordidas que deja sobre las algas la delatan, y también están encontrado esos círculos perfectos en los estómagos de ejemplares capturados para realizar estudios genéticos. Además los pescadores a los que han entrevistado y otros buzos confirman la voracidad de esta especie, que puede alcanzar los 40 centímetros: “Se mueven en bancos muy grandes y lo devoran todo en cuestión de minutos”.

Arriba, ejemplar de salema. A la dcha., "Laminaria ochroleuca" con mordidas. BioCost

Galicia está en el rango nativo de distribución de la salema, aunque su mayor abundancia se registra en el Mediterráneo, Canarias o el sur de Portugal. Sin embargo, su presencia aquí ha ido en aumento en los últimos años –así lo ratifican los marineros y las descargas analizadas por el grupo BioCost–, probablemente, debido al aumento de la temperatura del agua en otoño tal y como están investigando actualmente.

Los estudios sobre los bosques submarinos en la Ría comenzaron en 2019 dentro del proyecto Herbikelp, financiado por la Fundación Biodiversidad y ya finalizado. Pero los expertos han continuado monitorizando las mismas zonas en diferentes épocas del año para conocer su evolución.

Sara Barrientos, en un bosque sano de la Ría de Vigo y en otro degradado por la presión de la salema. MANUEL E. GARCI Y BIOCOST

“Al principio, nuestras observaciones indicaban que desaparecían los bosques del parque, pero los de la Ría seguían sanos. Hasta que en otoño de 2020 descubrimos que uno de ellos había sido devorado. Los bosques del interior de la Ría también están desapareciendo y el patrón siempre es el mismo. Las laminarias se regeneran y empiezan a crecer de nuevo, pero en otoño la salema las empieza a comer y, en invierno, ya no queda nada”, explica Cristina Piñeiro.

“La presión se está expandiendo”, confirma Sara Barrientos, que elaboró una tesis, dirigida por Piñeiro y el jefe del grupo, Rodolfo Barreiro, con los datos del primer año de muestreo y que defendió en 2022. Ahora está inmersa en el nuevo proyecto financiado por el Ministerio de Transición, que constituirá el primer estudio en detalle realizado en Galicia y uno de los pocos con tanta extensión desarrollados en nuestro país. Parte de un estudio liderado por César López hace más de veinte años y en el que también participaron expertos del grupo BioCost. Y el objetivo es establecer una red de biomonitorización de los bosques de kelp.

“Volveremos a los más de 50 bosques que se encontraron entonces para conocer el estado actual de las poblaciones de laminarias. En una primera fase, que empezaremos esta primavera, utilizaremos una cámara desde la embarcación para saber si siguen existiendo. Y en la segunda, que arrancaría en otoño, seleccionaremos una veintena de zonas para hacer muestreos similares a los que llevamos a cabo en la Ría de Vigo. Monitorizaremos los bosques y analizaremos la presión herbívora y las especies acompañantes en varias épocas del año”, explica Barrientos.

El equipo, durante uno de los muestreos. Manuel E. Garci

El proyecto se extenderá hasta 2023 y realizarán las inmersiones en colaboración con clubes de buceo, asociaciones e instituciones científicas de Vigo, A Coruña, Ferrol, Malpica, Cedeira y la costa de Lugo, entre otras localizaciones. “Lo ideal sería establecer una red de monitorización submarina y visitarla si no todos los años, porque supondría un coste grande, sí con cierta frecuencia para estudiar cómo evolucionan los bosques en el actual contexto de cambio climático”, añade.

Durante su tesis, Barrientos estuvo unos meses en la Universidad de Western Australia, en Perth, para trabajar con Thomas Wemberg, un pionero en estos estudios desde la desaparición de los bosques de kelp del país a raíz de una gran ola de calor en 2011. Y actualmente Cristina Piñeiro realiza allí una estancia postdoctoral de un año, participando en un proyecto internacional.

“Son proveedores de alimento y grandes captadores de carbono”

decoration

“Los bosques de kelp, además de ser proveedores de alimento, también son grandes captadores de carbono. Son muy importantes desde todos los puntos de vista. Y cuando desaparecen son sustituidos por un césped de algas muy pequeñas”, explica Piñeiro.

“Son bosques perennes donde viven muchas otras especies como pulpos, nécoras o centollos que se ven afectadas en el momento en el que desaparecen. Obviamente, las comunidades que viven en esos céspedes son diferentes”, añade Barrientos.

Iñaki Ferreiro (Club de buceo Islas Cíes), Cristina Piñeiro (BioCost), Ignacio Moreu (BioCost), Manuel E. Garci , Francisco Arenas (CIIMAR, Portugal), Sara Barrientos (BioCost) en Cíes. BioCost

Los estudios en los que ambas están implicadas podrían aportar alguna solución, aunque admiten que es difícil. Sobre todo, porque la salema en Galicia no es de interés comercial, lo que dificulta su control, y proteger los bosques con estructuras supondría un inconveniente para la pesca. 

Compartir el artículo

stats