Cincuenta años de Povisa

Una aventura de emprendimiento sanitario

Cinco clínicas privadas se unieron hace medio siglo para fundar la que hoy es la segunda empresa de la ciudad en número de trabajadores

“Fue una aventura brutal”, recuerda el endocrinólogo Manuel Sas Fojón, que por aquel entonces contaba con doce años. En su casa “no se hablaba de otra cosa”. No era para menos. Su padre fue uno de los principales impulsores de la que es hoy la segunda empresa de la ciudad en número de trabajadores. Hoy se cumplen 50 años de la inauguración del Policlínico de Vigo S. A. “Fue uno de los proyectos de emprendimiento más importantes de final de siglo en la ciudad”, destaca y añade: “Arriesgaron lo que tenían y lo que no tenían” y estuvieron “a punto de desaparecer en varias ocasiones”. La historia de su creación ha ido pareja al desarrollo de las necesidades sanitarias de la población del área.

Fueron cinco los prestigiosos médicos que se embarcaron en esta empresa: el otorrino Manuel Sas de la Encina, propietario del sanatorio del Carmen, que además tenía servicio de Cirugía y Ginecología; José Troncoso, con la clínica de Traumatología del mismo nombre; el ginecólogo Alberto Guitián, con la de Santa María; el proctólogo Eduardo Vázquez, con la de Santa Cruz; y el radiólogo Darío Durán, cuya clínica también llevaba su nombre. “Eran personas que iban a muchos congresos y vieron que la medicina estaba cambiando y que los pequeños sanatorios no tenían futuro”, cuenta el doctor Estanislao Troncoso, que fue uno de los presidentes de su Consejo. Se requerían ya servicios transversales –como radiología, laboratorios o urgencias– para poder atender de mejor manera. “O cambiaban o no tenían futuro”, apunta. “Tenían visión. Juntaron sus proyectos e hicieron el esfuerzo. Fue un gran emprendimiento”, alaba el doctor Ramón Guitián, hoy jefe de Servicio de Medicina Nuclear en el Chuvi y antes en Povisa.

La sociedad Policlínico Vigo S.A. se fundó en 1969 y el hospital se inauguró el 1 de marzo de 1973

Pero ponerse de acuerdo no fue fácil. Empezaron a hablar de ello a finales de los 60 y acordaron crear un policlínico donde los cinco sanatorios de origen mantuvieran su nombre y un espacio diferenciado, pero compartieran estos servicios comunes. Así, en 1969 fundaron la sociedad Policlínico Vigo S. A. (Povisa), pero no empezaron a construir el centro de la calle Salamanca hasta un par de años después. “Se necesitan albañiles. Obra: Policlínico Vigo. San Amaro”, recogía FARO en su sección de anuncios breves en septiembre de 1971. Lo levantaron en lo que se conocía como “finca del cuco”, que pertenecía a la familia Troncoso, en una zona que, por aquel entonces, no estaba demasiado urbanizada.

La maqueta del edificio.

La maqueta del edificio. / Cedida

Confiaron el diseño al arquitecto compostelano Alberto Baltar Tojo, uno de los fundadores del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia y con eminentes figuras de la Medicina en su familia, como su progenitor, el cirujano Ramón Baltar. “Para mi padre fue una obra muy importante”, cuenta el abogado Gabriel Baltar y recuerda cómo se volcó en el proyecto de forma “intensiva”. Para él fue un reto por su tamaño y por la complejidad técnica de adaptarla a una normativa específica de sanidad. Su moderno diseño, con una planta en forma de aspa, respondía a su deseo de “captar la máxima luz natural posible para las habitaciones”. Las terrazas las estructuró de tal manera que el paciente tenía intimidad cuando salía a tomar el aire. Respetando su estilo brutalista, mostraba mucho cemento y piedra. “Tiene un carácter modernista que causó sensación. Era una obra muy avanzada a su época”, resalta su hijo.

Se proyectó con un bajo, una entreplanta y dos plantas y sufrió varias reformas a lo largo del tiempo para crecer y adaptarse a su actividad. Fueron varias fases mediante las que creció en altura, hasta los seis pisos. También se construyó un anexo en la fachada de la calle Tarragona. Y la última obra ha cambiado su revestimiento exterior y sus accesos. Llegó a tener operativas más de 600 camas. Se convirtió en el hospital privado más grande de España. Con los cambios en la práctica clínica, que conllevan menor hospitalización, hoy tiene alrededor de 400 autorizadas, aunque suele usar unas 280.

Segunda ampliación del Povisa (2015).

Segunda ampliación del Povisa (2015). / Adrián Irago

Estanislao Troncoso recuerda cómo los domingos recorrían la corta distancia entre el chalet familiar –en la calle Islas Baleares– y el hospital para ver cómo evolucionaban las obras. Óscar Durán, que tendría unos 17 años, también iba allí con su padre, que comprobaba in situ las medidas para que no hubiera problemas con la instalación de las máquinas de radiología.

Durante los años de la construcción, la sociedad ya funcionaba con la celebración de conferencias. Como la celebrada en agosto de 1972, impartida por el jefe del servicio de Gastroenteología de la Universidad de Jackson (Mississippi), el profesor Mora. Fue en el propio auditorio del futuro hospital, con las máquinas en el edificio. También estaba instalada la bomba de cobalto que trajo el doctor Aureliano Davila Juncal y con la que trataba los tumores malignos ya antes de la inauguración. “Vinieron a buscarme a Valladolid para crear en Vigo el segundo servicio de Radioterapia y Medicina Nuclear de Galicia [el primero era el Centro Oncológico de A Coruña] y cuando llegué me encontré un agujero de obra en un campo de eucaliptos”, recuerda este médico, jubilado en Povisa, en 1999. Primero se instaló con Troncoso y, luego, cuando el sótano ya estaba cubierto con la planta baja, instaló allí el servicio. “Cuando llovía, ponía unos toldos”, rememora. Atendía a todo el sur de la provincia de Pontevedra y llegaba incluso gente de Portugal. También, antes de que concluyeran las obras, empezó a funcionar el riñón artificial.

Es el 1 de marzo de 1973, cuando se considera que el centro de la calle Salamanca se inaugura como hospital –con Cirugía, Medicina Interna, hospitalización...–. Ese día entraba en vigor su concierto con el Instituto Social de la Marina (ISM). EI sanatorio del Carmen y la clínica Troncoso tenían antes un acuerdo con la Casa del Mar –de la que dependían los pescadores desde O Morrazo hasta A Guarda–, pero sus responsables buscaban la mejor atención para ellos y presionaron para que este proyecto saliera adelante. Con los años, “todos los marineros consideraban Povisa como su casa”, según asegura Manuel Sas, hoy, jefe de Endocrinología de Povisa.

De forma progresiva, fueron trasladándose las cinco clínicas fundadoras y poniendo en marcha los servicios iniciales: Radioterapia; Traumatología, Ortopedia y Rehabilitación; Otorrinolaringología; Ginecología; y Proctología. Para la construcción del edificio hubo que buscar capital. Lograron más de 250 accionistas. “Si se podían dar acciones por trabajo, mejor. Incluso el constructor entró en el accionariado”, recuerda Estanislao Troncoso. Todos los médicos que fueran también socios capitalistas, aunque no pertenecieran a las clínicas, tenían derecho a usar sus quirófanos. Nació con cuatro y la primera operación fue una hernia inguinal a un niño, el 2 de marzo de 1973. Le operó el doctor Rouza, cirujano pediátrico en el ISM, tal y como recuerda la enfermera Mariví Empadranza, la primera coordinadora de quirófanos.

Al día siguiente fallecía uno de los cinco fundadores, el traumatólogo José Troncoso, que no pudo ver con sus ojos cómo su clínica se trasladaba desde San Amaro, ese mes de junio –lo hicieron tres traumas, entre los que se encontraba su hijo mayor, el doctor José Troncoso–. El estreno quedó empañado por el dolor. Fue uno de los fundadores de la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología (SECOT) en 1933, que refundaron tras la Guerra Civil, en 1947.

Además de con quirófanos, el centro se puso en marcha con un laboratorio, un gimnasio de rehabilitación y urgencias, algo moderno para la época. Poco a poco se fueron creando plantillas fijas y las clínicas se convirtieron en servicios jerarquizados. Se convirtió en hospital general ya a mediados de los 80 y, a finales de esa década, contaba con una pequeña UCI.

Rehabilitación en enero de 1980.

Gimnasio de rehabilitación en enero de 1980. / FDV

Uno de los grandes hitos es la creación de la primera unidad de quemados de Galicia, solo un año después de la apertura de Povisa. La dirigía el doctor José Luís Fernández, que atesoraba incluso experiencia en la guerra de Vietnam. Surgió a raíz de grandes accidentes en la industria naval.  Por su unidad de la mano del servicio de Cirugía Plástica, referencia gallega, han pasado numerosos trabajadores tras un accidente. Sus quirófanos también fueron escenario de pioneras laparoscopias en Cirugía General, con el doctor Enrique Toscano, y en Ginecología, con el doctor Francisco Estévez. “En Povisa siempre hubo intención de ser pioneros”, señala el doctor José Troncoso.

El centro destacó, además, por la incorporación de tecnología de última generación. A principios de los 80 tuvo el primer TAC de España que no solo permitía explorar la cabeza, sino el cuerpo entero, según explica el doctor Francisco Tardáguila, que se incorporó a la plantilla en 1987 y fue jefe de servicio de Radiología hasta su reciente jubilación. “Era el único TAC de Galicia y venían de toda la comunidad en ambulancia”, recuerda. Aquellas máquinas trabajaban toda la noche para procesar las imágenes y que se pudieran ver al día siguiente. En el 87 hubo otro “avance extraordinario”. Se incorpora un escáner que conseguía sintetizar la imagen en 15 o 20 segundos. “Venía gente gravemente enferma, hasta desde el Barco de Valdeorras o de fuera de Galicia, con las carreteras de entonces...”, rememora. A principios de los 90 también fue el primer centro de España en disponer de un escáner helicoidal y, algo después, trajo la primera resonancia magnética a la ciudad. “Nos hicimos con una enorme experiencia y venía gente de toda España, Hispanoamérica y Portugal a formarse”, subraya.

El Policlínico Vigo S. A. empezó su actividad con el contrato del ISM y, más tarde, firmó otro con el Instituto Nacional de Salud (Insalud). El centro atravesó años de penuria económica y falta de liquidez. Estanislao recuerda a Rafael Alonso Pedreira, un psiquiatra que asumió la dirección general y que “con mucha dureza fue poniendo en orden a los fundadores”. “Con él, la cosa fue mejorando”, apunta Óscar. Esta estabilidad se acaba en 1992. “En ese momento se debía una gran cantidad de dinero que no podíamos devolver”, señala el segundo de los hermanos Troncoso, que abandonó durante dos años y medio su actividad como traumatólogo para asumir la presidencia del Consejo. “En esa época tuve los mayores dolores de cabeza de mi vida”, indica.

Con el traspaso de competencias en materia de sanidad a Galicia y con la creación del Servicio Gallego de Salud (Sergas), en 1989, los convenios existentes con Povisa son asumidos por la comunidad autónoma. El primer concierto singular se firma en 1993 y se basaba en el pago por procesos –diagnóstico de una enfermedad y lo que necesitara para ser tratada–. Tres años después, toma las riendas del hospital el Grupo Nosa Terra XXI, dirigido por José Silveira Cañizares, que poco a poco había ido captando accionariado. Ese año se acuerda otro. Se renueva en el 2000, prorrogado hasta 2014. Tras difíciles negociaciones, se cambia el modelo y la Consellería de Sanidade empieza a pagar por tarjeta adscrita. No fue un buen acuerdo para el centro de la calle Salamanca, al que empiezan a adherirse personas de edad avanzada, lo que supone un mayor coste. En 2018 anuncia un preconcurso. La situación se salva con la modificación del concierto. Es el que sigue vigente hoy, aunque también prorrogado. En 2019, adquiere el hospital el grupo Ribera Salud que, a su vez, pasa a manos de la compañía francesa Vivalto Santé en 2022.

“Ahora te das cuenta de qué proyecto tan interesante llevaron a cabo nuestros padres”, sostiene el doctor Ramón Guitián y, entre las grandes “virtudes” del centro, destaca “un ambiente de trabajo muy bueno y con mucha colaboración”. Arrancó con 160 trabajadores. En 1985 eran ya 600 y hoy rondan los 1.500. “Es un gran hospital que ha hecho una labor importante”, concluye Troncoso. 

SONSOLES LEAL - Directora asistencial de Ribera Povisa

Doctora Leal.

Doctora Leal. / FDV

“Somos una herramienta más al servicio de los pacientes del área”

Es un hospital privado. El mayor de España, pero siempre ha tenido sentimiento de servicio público. “Todos tenemos claro que somos una ayuda para lo que necesite el área. Siempre hemos intentado ser una herramienta más al servicio de los pacientes”, defiende la directora asistencial de Ribera Povisa, la doctora Sonsoles Leal. Resalta que el gerente del Área Sanitaria de Vigo tiene a Povisa “a su disposición” y recuerda que así lo han demostrado cediendo espacio en su bloque quirúrgico a Cirugía Cardíaca del Meixoeiro durante el año en que tuvo cerrado su quirófano por la crisis del aspergillus; o durante la pandemia, con la movilización de recursos a las residencias de mayores de su área de influencia. “No hubo duda, fuimos con nuestros servicios”.

La doctora cuenta cómo, al principio, las especialidades crecieron cubriendo las necesidades que el área tenía por aquel entonces: la atención de los accidentes viales y los laborales. Con la mayor seguridad vial y laboral, la atención fue girando más a las enfermedades crónicas de una sociedad envejecida. De hecho, la tasa de mayores de 65 años en Povisa es mayor que la media (un 28%).

“No solo tratamos, ayudamos a las familias a que no enfermen”

Una de las cosas en las que ha cambiado el hospital es la menor necesidad de camas tanto en la reducción de la estancia de pacientes médicos, como con la ambulatorización de cirugías o la recuperación y rehabilitación precoz. Para ambas cuestiones cuentan con un gran número de gestores de casos, que los siguen luego en su domicilio. "Queremos que estén lo antes posible en su entorno, que es donde mejor están”, señala.

Pero para la doctora Leal una de las cosas que más ha cambiado en este medio siglo es el paso de una medicina jerarquizada a una red multidisciplinar con todas las categorías implicadas. “Ahora trabajamos en equipos volcados alrededor del paciente, donde no solo nos preocupamos por la enfermedad, sino también por las necesidades cognitivas o la esfera social y familiar”, apunta. En este sentido, se ha creado el Consejo de Asociaciones de Pacientes y se realizan talleres para educación en salud. “No solo debemos tratar al enfermo, hay que ayudar a las familias a que no se pongan enfermas”, resalta.

Recuerda que el hospital tuvo congresos desde que se inauguró “porque los fundadores eran referentes en sus campos”. El 30 de noviembre en 1991 se creó el centro de estudios Povisa. 1.700 profesionales se han formado entre titulaciones universitarias y FP. Es de los pocos privados que tiene formación MIR. Empezaron en 1992 y llevan 141 residentes formados. Otro de los hitos que destaca es el cumplimiento de las auditorias de la Joint Comission. La primera, en 2013. “Somos el único gallego con esta certificación para todo el hospital. Cumplir sus estándares de seguridad y calidad nos ha ayudado a ser cada día mejores”. 

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