El abandono del IEO de Vigo obliga a la plantilla a usar casco: un informe pide derribar una nave

El estado de la planta de cultivos es “potencialmente peligroso” | La dirección, que circunscribe ese estudio a un “plan de renovación”, restringe la actividad dentro y traza un plan de evacuación y traslado al Cetmar o a Toralla

Vista general de las instalaciones del Centro Oceanográfico de Vigo, en Cabo Estai.

Vista general de las instalaciones del Centro Oceanográfico de Vigo, en Cabo Estai. / ALBA VILLAR

Lara Graña

Lara Graña

Las actuales instalaciones del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en Vigo se completaron en el año 1986, con Rafael Robles Pariente como director. Con cerca de 5.000 metros cuadrados de superficie construida y una plantilla superior a las 120 personas, el de Cabo Estai es el centro de referencia en toda la red nacional de este instituto científico, adscrito desde hace casi dos años al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Una categoría, la de élite y liderazgo, que no se corresponde con el tratamiento que recibe desde la dirección del IEO de Madrid: el edificio se cae, por errores en su construcción y por falta de mantenimiento, como acaba de certificar un informe técnico encargado por el actual director, Pablo Carrera. La plantilla fue reunida de urgencia este viernes para conocer los “resultados preliminares” de este examen. “Tenemos que usar casco, nos caen cascotes. Las campanas extractoras no funcionan y todo huele a formol”, condena un empleado. A preguntas de FARO, Carrera circunscribe esta evaluación técnica a un “plan de renovación y actualización de edificios”, que estaría en una “primera fase”, con el objetivo de preparar al IEO de Vigo de cara a “los retos de futuro”.

La nave de cultivos (planta experimental de cultivos marinos) es la que presenta un estado más alarmante. “Las vigas prefabricadas están aceptablemente bien, pero columnas y forjados presentan daños severos”, constatan los técnicos, que recomiendan directamente su demolición. En este estudio se han tomado como referencia los baremos internacionales del Comité ACI 364 de estructuras. “El estado estructural está clasificado como potencialmente peligroso”, concluyen. Según explicó Carrera a los trabajadores en una comunicación interna, a la que ha tenido acceso este periódico, “no hay riesgo de colapso (derrumbe) a corto plazo pero los daños son irreversibles y habrá que demolerlo total o parcialmente”, dice textualmente esa nota, enviada el jueves. Lo único que podría salvarse de la pala es la zona administrativa del centro. Dada la gravedad de estos problemas constructivos, y el peligro que conlleva para las personas que trabajan en Cabo Estai, el equipo de Carrera se ha visto obligado a diseñar un “plan de actuación a corto plazo” que incluye, entre otros puntos, un “plan de desalojo” y reubicación del personal.

Interior de la nave de cultivos, que tiene “daños irreversibles”. |   // IEO

Interior de la nave de cultivos, que tiene “daños irreversibles”. / IEO

No solo a otras áreas del centro vigués –incluye hasta el salón de actos para el personal científico e investigador–, sino a otros edificios ajenos al IEO o al CSIC. Por ejemplo, a la Ecimat (Estación de Ciencias Mariñas de Toralla), de la Universidade de Vigo, o al Centro de Apoio Científico-Tecnolóxico á Investigación (Cacti), también de la universidad y con base en Marcosende. Incluso apunta a las instalaciones del Centro Tecnolóxico do Mar (Cetmar), en Bouzas, que están bajo el paraguas de una fundación cuyo patronato preside la Xunta y en el que están integrados desde el Ministerio de Agricultura y Pesca, de Consumo, la asociación Conxemar o la patronal conservera Anfaco-Cecopesca. Esta nave de cultivos, recuerda Pablo Carrera –preguntado por FARO por la asamblea urgente y las conclusiones del examen técnico del edificio–, “fue pionera en la transferencia de tecnología en cultivo de rodaballos y debe ser renovada para mantener esa excelencia”. En los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2023 no figura ninguna partida para una actuación a corto o medio plazo en Cabo Estai; el único “nuevo edificio” programado en toda España del IEO es la nueva sede de este instituto en Palma de Mallorca, con 10,5 millones de euros a ejecutar hasta el año 2025.

Un empleado: “Nos caen cascotes, les preocupan más los peces que nosotros”

Además del traslado de personal, ese plan de acción incluye la “restricción a mínimos de la actividad laboral en la nave”. “Si hasta ahora ya estaba restringida –continúa la misma comunicación enviada por Carrera a los trabajadores–, ahora será todavía más importante evitar la permanencia en ella para los trabajos no imprescindibles”. Quedarán restringidos asimismo el “inicio de nuevos experimentos”, con la “búsqueda de alternativas para la producción animal” y el “uso prioritario del invernadero para experimentación”.

Problema general

Con 37 años aun por cumplir, las deficiencias estructurales de las instalaciones no se limitan únicamente a la nave de cultivos. “Los sistemas de anclaje a la estructura del edificio presentan daños de graves a severos”, con las carpinterías en mal estado “y falta de aislamiento”. Más deficiencias que requieren de un cambio de fachadas, pero que no hacen necesario –de acuerdo a esta misma comunicación interna– de un recambio íntegro del edificio administrativo. “El alcance de todas las medidas –remata– serán valoradas y actualizadas una vez tengamos los informes de los arquitectos, así como de la empresa que hizo el trabajo de campo, en coordinación con el servicio de PRL [en alusión al departamento de prevención de riesgos laborales] del IEO”.

El malestar entre la plantilla del centro, donde trabaja la élite investigadora de España, es evidente. “En la asamblea estaban más preocupados por el bienestar animal de los peces que tienen que por los trabajadores, que el lunes van con casco a trabajar”, censura uno de ellos. “Ni la dirección, ni la gerencia ni la persona responsable de PRL están a la altura de la situación. Y es una administración pública”, zanja. El CSIC es una agencia estatal de investigación que depende del Ministerio de Ciencia e Innovación, que comanda Diana Morant.

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