Veteranos de las coplas y las máscaras

Miembros de comparsas con más de tres décadas en activo cuentan cómo cambió el Entroido en la ciudad

Desde la izq., Iria Veiga, Fiz Axeitos, José Antonio Santos y José Antonio Veiga.  // José Lores

Desde la izq., Iria Veiga, Fiz Axeitos, José Antonio Santos y José Antonio Veiga. // José Lores / A. Blasco

Con un vestido de su abuela, llorando en el entierro do Meco. Ese fue el estreno de Fiz Axeitos, con siete u ocho años, en el Entroido vigués. A Os Tarteiras, la comparsa decana de Vigo, les faltaba gente para llegar al mínimo que estipulaban las condiciones del concurso. “O meu irmán colleume pola orella e díxome: ‘Pasa’. Bendito día”, recuerda. Ni siquiera la pandemia le ha impedido participar en las 37 citas carnavaleras que siguieron.

Los niños del club de fútbol de Travesía de Vigo, en el que José Antonio Veiga era entrenador, querían participar en el desfile. Consiguieron 14.000 pesetas disfrazados de fichas de dominó. Así es como nació la comparsa del barrio hace 36 años, siempre entre amigos y familiares. De hecho, dos años después y cuando ella contaba con solo catorce meses, ya introdujo a su hija, Iria Veiga. “Iba en la sangre”, cuenta hoy ella. También por parentesco entró José Antonio Santos en la misma agrupación, hoy conocida como Os Furafollas. Lo ficharon por “manitas” hace más de tres décadas. Hoy, con 78 años, espera continuar “hasta siempre”.

Ellos son cuatro de los carnavaleros más veteranos de la ciudad y ya calientan motores para los festejos de esta semana. Todos tienen nostalgia de los años en los que los grandes camiones y megafonías “atronadoras” no tapaban las ingeniosas coplas o la música en vivo. Y eso que Os Tarteiras y Os Furafollas participan en dos tipos de festejos diferentes en honor a Don Carnal.

Os Tarteiras

Os Tarteiras representan el Entroido tradicional de la sátira y la critica. De hecho, la comparsa decana dejó el desfile organizado por el Concello en 2010 al sentir que su sitio no estaba entre coreografías y potentes equipos de sonido, formando parte de un espectáculo para ver y no para interactuar.

Él lleva el “gusanillo” de estos festejos desde que nació. “Meus pais tiñan unha taberna á que viñan moitas das comparsas do Morrazo. Paraban alí a cantar e en canto deixaban un tambor enriba da mesa, collía as baquetas e poñíame a dar golpes”, relata. Recuerda como en Vigo salía cada año más de un centenar de agrupaciones. “Moitas eran dos chavales dos institutos para sacar cartos para o que fose e, aos poucos foron aparecendo algunhas máis preparadas, con algún tipo de carroza”, indica. Cuenta como la Asociación del Casco Vello, en los 80, puso un escenario de madera en el Berbés. Las comparsas llegaban por Teófilo Llorente, se subían y cantaban sus coplas para luego seguir por Rúa Real hacia arriba. “E así pasaban a tarde e a noite”, señala.

Os Tarteiras, hoy, son 70 integrantes en activo y otros 30 que se suman al entierro del Meco. En octubre empiezan a pensar en la temática. En noviembre la deciden y se ponen a trabajar en las letras. Este año llevan nueve coplas. Cuatro nuevas y cinco rescatadas de otros años por ser “las más simpáticas”. Como la dedicada al satisfyer, de las más exitosas. Salen por el barrio, por los sitios donde mejor les tratan, desde el viernes y durante tres días. Terminan cada jornada “sen voz” y recargan con “mel, propóleo e lizipaína”.

Os Tarteiras, en la comparsa sanitaria de 2004.

Os Tarteiras, en la comparsa sanitaria de 2004. / Jesús de Arcos

Fiz, que ayer decidió posar con el traje de sacerdote y la tartera que usa a modo de botafumeiro –“de cheiro enriquecedor”– en el entierro, recuerda con cariño el año que fueron vestidos con batas de ingresado, con una ambulancia y una reproducción del Álvaro Cunqueiro. “Deunos moito xogo”. También el Entroido de 2021, al que no quisieron renunciar a pesar del coronavirus e hicieron un concurso de mecos en los balcones.

Travesía de Vigo

Os Furafollas –“pájaro alegre y revoltoso”– representan el Carnaval de los disfraces y carrozas vistosas, elaborados entre amigos y familiares, con muchas horas de trabajo y grandes dosis de colaboración desinteresada de empresas y particulares del barrio. José Antonio Veiga, fundador de la comparsa, cuenta cómo nació del deseo de unos niños y fue creciendo, mediante rifas y la edición de un libro con publicidad. “Usamos mucho el ingenio para explotar los recursos a nuestro alcance”, destaca su hija Iria y explica que en la generación de su padre había “verdaderos artistas” que sacaban adelante cualquier reto.

La comparsa de Travesía de Vigo con los trajes de lámparas, encendidos a pilas, con los que ganaron el primer premio en 1996.

La comparsa de Travesía de Vigo con los trajes de lámparas, encendidos a pilas, con los que ganaron el primer premio en 1996. / Magar

Uno de ellos es José Antonio Santos. Recuerda que empezaron con un carrito y, poco después, crearon una plataforma para la carroza, que aún emplean hoy, con más de dos décadas. La hicieron desmontable porque los espacios de los que han dispuesto a lo largo de los años para guardarla siempre han sido cedidos por negocios del barrio. Cuenta con orgullo cómo inspectores les preguntaron si estaba hecha por ingenieros. Para tirar de ella, adaptaron una máquina para trabajar el campo. “En las cuestas había que empujar la carroza”, relata. La conservan, aunque ya no pueden sacarla.

Concurso

Durante la pandemia, crearon un concurso virtual para mitigar la pena por no poder salir a desfilar. Ante la buena acogida, lo mantienen este año, en su tercera edición. La presentación de candidaturas comenzó el lunes y se mantiene hasta el 5 de marzo. El 10 se anunciarán los ganadores, para cuya elección se tendrán en cuenta originalidad, música, coreografía y creatividad.

Iria subraya que en la agrupación siempre inculcaron que lo importante era participar. “No perseguimos el premio, sino pasarlo bien”. Aún así, en estas casi cuatro décadas desfilando, lo han ganado todo y varias veces. Pavos reales, noticiarios andantes, mariposas, tiovivos, farolas encendidas con petacas de pilas... Son algunos de los muchos diseños en los que trabajan a lo largo de todo el año. Iria acudió ayer disfrazada de marinera, con el traje de "Ledicia mariñeira" que llevó su madre cuando ella se estrenó con la comparsa, con poco más de un año. Su padre, posa con uno de los gorros más elaborados que han creado, el del tiovivo. Y José Antonio Santos, muestra uno de los disfraces de "Vigochella Fest", con los que ya desfilaron el fin de semana pasado en Baiona y con el que se quieren divertir este Carnaval.

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