Las herencias, para los cuidadores

Cada vez son más los mayores que deciden dejar la mayoría de sus bienes a las personas que pasan a su lado los últimos años de su vida | A la familia, solo lo que obliga la ley

Una cuidadora acompaña a una anciana dependiente. |   // EP

Una cuidadora acompaña a una anciana dependiente. | // EP / Carlos Ponce

Los cuidadores se han convertido en una figura esencial en los últimos años para las personas mayores. La falta de plazas en residencias (ahora ya ni siquiera en la privada), y o bien el abandono por parte de las familias o el hecho de que los hijos no se pueden hacer cargo de ellos por motivos laborales y porque prefieren hacer su propia vida ha provocado que se haya disparado la demanda de cuidadores, personas que atienden a ancianos durante el día para hacerles compañía, ofrecerles atención sociosanitaria y todo lo necesario si la situación es de dependencia.

El paso del tiempo hace que el cuidador acabe pasando a formar parte de la familia y que el anciano lo quiera como si fuera un hijo o un hermano. Y eso se refleja también económicamente. Los notarios de Vigo están viendo cómo son muchas las personas que hacen testamento que deciden dejarle la mayor parte de su herencia al cuidador. “Es por lo general por agradecimiento. Ven que sus hijos están a su aire, que nunca los vienen a ver, y es normal que tomen esta decisión”, explica Mónica Alba Castro, notaria de la ciudad que lleva 35 años ejerciendo.

Hay que tener en cuenta no obstante que, la ley dispone que un cuarto de la herencia debe ir para los herederos “forzosos”. Es lo que se conoce como la parte “legítima”, y que debe ir destinado de forma obligatoria a los hijos y descendientes, padres, el viudo... Es decir, a la familia. En muchos de los casos en los que el mayor dependiente decide dejar la mayor parte de la herencia al cuidador, a la familia le deja ese mínimo y nada más, y simplemente porque le obliga la ley.

Los notarios, obviamente, están muy pendientes de que todo se haga según los cauces legales y de que los cuidadores no se aprovechen de la situación. Siempre verifican que el testador sea una persona autónoma que esté en plenas facultades. Precisamente, cuando no es dependiente, normalmente es ella misma la que va a la notaría a determinar el reparto de la herencia y a firmar su testamento. “Se hacen muchos de este tipo”, insiste Mónica Alba Otero. Las personas que acuden al notario para dejar sus bienes a los cuidadores lo hacen a diferentes edades: en las notarías se encuentran desde personas de sesenta años hasta de más de ochenta.

También existe el contrato vitalicio, una modalidad que varias notarías de Vigo continúan firmando de manera habitual. Se trata de un contrato en vida en el que una persona cede sus bienes, generalmente su casa, a cambio de una asistencia de por vida con las condiciones que se acuerden. Desde ese momento los cuidadores pasan a ser dueños, de ahí la importancia de reservarse el usufructo. Un tipo de contrato que pese a su alta fiscalidad se ha disparado en Galicia desde el estallido de la pandemia. porque hay una obligación de asistir personalmente al que cede los bienes. Tiene la ventaja de que los cuidadores se hacen con un piso o una casa que sino no conseguirían y el mayor autofinancia su bienestar.

El contrato suele hacerse con un hijo, o con vecinos o hijos de vecinos a los que se conoce de hace tiempo y no perjudica las legítimas porque cada parte aporta algo: se entrega una propiedad a cambio de unos cuidados. Los vitalicios superan con mucho a los demás tipos de contratos creados para la atención de las personas mayores, caso de la hipoteca inversa –las entidades bancarias no quieren propiedades–, la renta vitalicia o el patrimonio protegido. Todos tienen más beneficios fiscales, pero la diferencia fundamental es el factor personal.

Al igual que en los divorcios o custodias de menores, los testamentos y los contratos vitalicios se hacen a la “carta”. Se incluyen las condiciones de los cuidados, generalmente en la casa del que cede los bienes que deja claro que no quiere que le lleven a una residencia ni le cambien de su entorno. Las personas más religiosas incluyen aspectos como que las lleven los domingos a Misa y hasta el tipo de funeral y entierro que quieren.

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