Música en el Conservatorio contra la Guerra de Ucrania

Alumnas ucranianas en Vigo lanzan un canto a la paz en un concierto especial en el Conservatorio Superior, a punto de cumplirse un año del inicio de la contienda en su país

Las alumnas ucranianas que ayer clamaron por la paz con sus instrumentos.  // Marta G. Brea

Las alumnas ucranianas que ayer clamaron por la paz con sus instrumentos. // Marta G. Brea / mar mato

Mar Mato

Mar Mato

VIGO

En diciembre de 1945, el compositor de Járkov (Khárkiv) Sergei Bortkiewicz pasaba los días en el baño, el habitáculo más cálido de su gélida casa. Atravesado por la II Guerra Mundial, escribía a un amigo en una carta: “Las otras habitaciones no pueden ser usadas y no puedo tocar mi piano. Esto es lo que ocurre ahora. ¿Qué nos espera después? La vida se ha convertido en algo cada vez más desagradable. Doy clases en el conservatorio con cuatro grados, pronto incluso con menos...”.

Bortikiewicz sobrevivió a la contienda y acabó siendo profesor en el conservatorio de Viena y uno de los más reputados compositores ucranianos. Ayer, una de sus piezas fue interpretada por Marta Bachek al piano en el Conservatorio Superior de Música de Vigo en el concierto “Sons da Ucraína”, en el que participaron alumnas de dicho país que estudian en el centro.

Una de ellas, la flautista Ruslana Myzenko –que optó por dos piezas de Bozza y Karg-Elert–, comentaba antes del directo una situación en este siglo XXI muy similar a la que Bortkiewicz vivió 78 años atrás.

Cuando estalló la guerra actual ucraniano-rusa esta joven se encontraba en Khárkiv: “Durante la primera semana vivimos bajo las bombas. Vivíamos en el baño porque era el sitio más seguro en el piso. Ahora, hay gente que incluso duerme en el metro”.

Con respecto a la Guerra Mundial, Ruslana reflexiona: “Es la misma historia pero el mundo no lo entiende. Los rusos son como nazis... He oído historias terribles. Tengo amigas que están en los territorios ocupados por los rusos y me cuentan historias terribles. Los rusos violan a mujeres, matan a niños... No puedo ni imaginarlo. De hecho, en Khárkiv la gente lleva viviendo en el metro unos seis meses, todo el rato allí porque es muy peligroso estar en las viviendas por los misiles.”

Esta flautista que empezó a los ocho años a estudiar música confirma que está “feliz” en Vigo, pero por supuesto con matices. “No puedo sentir la felicidad completa. Sé que mi familia en Ucrania está en una situación complicada. Casi lloro cada día”.

Su abuelo se encuentra en Druzhkivka, en la región de Donetsk, una de las más azotadas por el ejército de Putin; su madre, vive en Dnepr, en la zona centro. Respecto a su progenitora, explica que “oye las alarmas cada día, vive sin electricidad y ayer (miércoles) cayeron algunas bombas”. También cayeron en Lviv donde habita su novio.

Aunque su semblante y su voz aparentan serenidad, Myzenko no oculta la realidad, ni siquiera que la música muchas veces no le sirve de consuelo: “Cuando llegué a Vigo no quería tocar nada. Era como tener un enorme agujero negro en tu alma. Era muy difícil empezar a tocar algo pero lo intenté. Mi gran apoyo es mi profesor Manuel Morales y la familia de mi segundo profesor José Manuel Fernández. Ellos me ayudan muchísimo”.

Myzenko, en la actuación del concierto "Sons da Ucraína".

Myzenko, en la actuación del concierto "Sons da Ucraína". / Marta G. Brea

A finales de febrero, marchará a Alemania para trabajar con la Orquesta Ucraniana y para mayo confía en volver a su país. “No puedo estar todo el tiempo fuera porque es muy difícil mantener las relaciones así”, señala con aplomo.

No descarta después volver a Vigo o ir a Estados Unidos. El trompetista Edward Reid, director de la Fred Fox School of Music de la Universidad de Arizona vio a Myzenko y a sus compañeras actuar ayer para determinar si podrían en breve seguir estudiando en el centro norteamericano.

“Nos pareció una buena oportunidad su visita [a la Semana da Produción e Xestión] para visibilizar a las 13 chicas y un chico ucranianas que están en el Conservatorio para que tengan una oportunidad de tener una beca allí”, destacaba ayer el director del Conservatorio, Esteban Valverde.

Otra de las jóvenes que participó en la audición-concierto fue Bohdana Khita quien en un principio empezó estudiando de pequeña violín para pasarse al canto al descubrirle una profesora sus posibilidades.

Ayer, Bohdana interpretaba piezas del ucraniano Kos-Anatolsky y del español Joaquín Rodrigo. En su caso, dice estar más o menos tranquila con la situación de su familia, que habita en una zona a salvo, cerca de Polonia. No obstante, instantes después reconoce que “estoy preocupada pero como no viven en una gran ciudad creo que están más a salvo”.

En su caso, cuando comenzó la contienda el 24 de febrero del pasado año estaba en Kiev con Daria Maksymova, otra de las alumnas ucranianas del Conservatorio vigués. “Fue horrible. Sentíamos pánico. Caminábamos y el cuerpo temblaba. Me decía a mí misma ‘cálmate’ pero no podía”, rememora.

A Bohdana, le gusta la ciudad por no ser grande, apacible. Cuando se le pregunta por un posible futuro inmediato en Estados Unidos, aunque agradecida, duda. Estaría demasiado lejos de casa.

Bohdana asegura sentir que Vigo es su otro “hogar”. Agradece de forma inmensa cómo la acogió su “familia” viguesa del inicio. Ahora comparte vivienda con Daria.No obstante, reconoce que no ha sido fácil: “Estuve enferma meses atrás. No quería hacer nada, ni estudiar, ni cantar. Ahora, me digo que tengo que sobreponerme. Es la vida y tengo que vivirla. La guerra continúa pero hay que trabajar”.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents