Oda al tranvía olívico con imágenes, alzados e historias

Iria Fernández y David Amoedo reúnen en un libro “artesanal” la trayectoria de este medio de transporte en Vigo

Foto de principios del siglo XX de miebros del consejo de administración de Tranvías Eléctricos de Vigo

Foto de principios del siglo XX de miebros del consejo de administración de Tranvías Eléctricos de Vigo / Ángel Llanos

Llamar la atención sobre el patrimonio perdido y la importancia de actuar cuanto antes para no dejar caer en el olvido el pasado material de la ciudad. Es el objetivo que ha llevado a Iria Fernández y David Amoedo, de 39 y 38 años, a publicar el libro "Tranvías eléctricos de Vigo. A Compañía que vertebrou Vigo", una obra encuadernada de forma “artesanal” por Marcos Faria, formado en la Escola Municipal de Artes e Oficios de Vigo, en el marco de su proyecto Hiel de Buey.

Fernández, funcionaria de prisiones, y Amoedo, delineante, que también son pareja, incluyen en su publicación información, imágenes –del archivo Pacheco, del de Galicia y del Llanos– y alzados de los tranvías y de las instalaciones, como las cocheras o las estaciones, así como pequeñas biografías de protagonistas como Enrique Peinador, que fue dueño del balneario de Mondariz y creador de la Compañía del Tranvía de Mondariz a Vigo (TMV); Antonio Valcarce, que fue presidente de Tranvías Eléctricos de Vigo y les ayudó a resolver dudas; o Martín Echegaray, impulsor del tranvía: convocó en su residencia de Toralla el 11 de agosto de 1911 una reunión de dignatarios y posibles inversionistas con el objetivo de alumbrar una empresa para proporcionar a Vigo y alrededores el servicio.

Amoedo y Fernández,  junto a la antigua estación detranvías de Coruxo.   | // J. LORES

Amoedo y Fernández, junto a la antigua estación detranvías de Coruxo. / J. Lores

Una de las sorpresas que guarda la obra es un póster de unos dos metros de largo con alzados de las instalaciones y los tranvías utilizados por aquel entonces. Es este uno de los motivos que llevó a la pareja a rechazar la idea de acudir a una editora: “Optamos por la autoedición porque nos permite más maniobra. La portada es troquelada, por ejemplo. Queríamos hacer algo personal. Para nosotros, no es solo un libro, sino una pieza artesanal”.

La publicación surgió a raíz de un proyecto más amplio sobre el patrimonio industrial de la ría de Vigo. “La idea era hacer láminas –con alzados e información– de las fábricas más destacadas de la ciudad. Tuvimos un parón amplio a la espera de que nos den cita en el archivo del Puerto para tener acceso a planos de las naves que están en terrenos de la Autoridad Portuaria y Zona Franca. Mientras, aprovechamos para hacer el libro sobre los tranvías, que también forman parte del proyecto general”, señalan antes de avanzar que tienen entre ceja y ceja crear una obra sobre la arquitectura fabril olívica.

En su inmersión en la historia de este medio de transporte, les llamó la atención uno de los motivos que provocaron su despedida de Vigo: “No todo fue culpa del alcalde Portanet. Se recibió una orden del Ministerio para fomentar el transporte de combustible a raíz de un acuerdo con Estados Unidos. Ocurrió lo mismo en el resto de España”. También les sorprendieron los planes que se no se llegaron a ejecutar, como el funicular desde O Berbés hasta O Castro o la conexión de Vigo con el balneario de Mondariz.

Ambos aseveran que les gustaría que se recuperase el tranvía. Coinciden en que no tendría sentido traerlo de vuelta para cubrir las líneas de su sucesor, el Vitrasa, pero sí para conectar con las playas. Incluso apuntan la opción de implantar un metro ligero. En su voluntad, hay mucha cabeza, pero también mucho corazón: “Le cogimos cariño al tranvía”. Añaden que, en su opinión, no es buena idea destruir los raíles por los que transitaban los convoyes, algo que ya se ha hecho y se está haciendo en las humanizaciones.

De los raíles al papel: esta es la historia del tranvía en Vigo

R. V.

Historia del tranvía

La red de tranvías olívica fue clausurada el 31 de diciembre de 1968 con el alcalde franquista Rafael Portanet. Se opuso a la continuación del “anticuado” sistema con la intención, según expuso, de que la ciudad se sumase a la ola de progreso que traían bajo el brazo los autobuses. Tras este movimiento, hubo algo más. En 1972, el Tribunal Supremo determinó que se había cometido un claro delito de cohecho en la adjudicación de los servicios a Vitrasa, pero la concesión no fue revocada. ¿Qué ocurrió? Fueron condenados 10 concejales –el regidor, no– tras recibir joyas de la cúpula de la empresa concesionaria, que, con el paso de los años, ha sufrido cambios accionariales, pero continúa prestando el servicio en la urbe. Fueron suspendidos para ostentar cargo público durante dos años, multados con 5.000 pesetas cada uno y entregaron las joyas para ser subastadas por Hacienda.

La llegada de los tranvías de Vigo fue “pintoresca”, incluso “anecdótica”, como describe el periodista, escritor y catedrático Santiago Vilas en un artículo publicado en FARO. Explica que Martín Echegaray, que había comprado la isla de Toralla, convocó en su residencia isleña el 11 de agosto de 1911 una “memorable reunión de dignatarios y posibles inversionistas” con el objetivo de alumbrar una empresa para proporcionar a Vigo y alrededores el primer servicio público de tranvías eléctricos. Ya existía el tranvía en España: Bilbao instaló la primera línea electrificada en 1896; le siguieron Cartagena (1898) y Madrid y Barcelona (1899). La asamblea fue un gran éxito.

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