Que el móvil del crimen de Carlos Alberto V.O., ciudadano portugués de 40 años afincado en Vigo, obedece a las estafas que supuestamente realizaba la víctima en el sector de la compraventa de coches, semeja una conclusión del todo fiable para los investigadores.
Pero, ¿quién podría tener tal inquina hacia este vecino para terminar con su vida y tirar su cuerpo al fondo de un pozo en una nave abandonada de Porriño hace casi dos años? Para responder a esta cuestión, la jueza del Juzgado de Instrucción nº 3 de Porriño ordenó la práctica de una diligencia de reconstrucción de los hechos ocurridos el pasado 13 de octubre de 2018 en función de la versión ofrecida por uno de los tres investigados, Sergio L. M., el único que se encuentra en libertad provisional.
Esta situación podría cambiar en pocos días ya que la Audiencia Provincial de Pontevedra deliberó sobre la ratificación de la medida de prisión para Roberto y Marcos David V. , investigados también por los delitos de homicidio y detención ilegal, y la entrada en el penal de Sergio L.M. a petición de la acusación particular ejercida por la familia del fallecido.
La diligencia de reconstrucción arrancó poco antes de las 09.30 horas en la nave de Severino Cobas que la víctima y Sergio L.M. tenían arrendada como socios. Según la versión de este último, Roberto y Marcos David V., dos ciudadanos de nacionalidad uruguaya, a los que aseguró no conocer hasta entonces, simularon ser agentes de policía y le pidieron que se presentase en la nave con Carlos Alberto. Esto motivó que un día después, y siempre según la versión de Sergio, éste se dirigió en una furgoneta a buscar a la víctima a un bar al inicio de Ramón Nieto, tras dejar primero a su hijo en otro bar frente al complejo de Barreiro, y lo llevó hasta la nave en Severino Cobas.
Allí, supuestamente, lo estarían esperando Roberto y Marcos David V. que, tal y como afirmó, sacaron una bolsa –primero afirmó que de la furgoneta y luego que la llevaban en el bolsillo– con la que ocultaron la cabeza de Carlos Alberto y lo introdujeron en dicha furgoneta. “Yo no puedo decir si fueron ellos o no quienes lo mataron. Pero se lo llevaron y cuando volvieron el furgón estaba vacío. Se lo llevaron esposado pero con vida; yo no sé lo qué le hicieron... No sé si tuvieron el encargo de otra persona. Carlos era buena chaval pero estafó a mucha gente”, relataba al término de la diligencia Sergio L.M.
Roberto y Marcos David V., los otros dos investigados, poco o nada hablaron, pero sí tacharon por completo la versión ofrecida por Sergio. Por un lado, ambos reiteraron que nunca habían estado en dicha nave de Severino Cobas y desmintieron a Sergio asegurando que sí se habían conocido previamente, porque les había llevado su coche a reparar e incluso habían tomado un par de cafés por la zona de Torrecedeira.
Otras de las cuestiones a tener en cuenta en la investigación son las palabras que Sergio L.M. relató a varios testigos, entre ellos a una mujer que había arrendado una vivienda a la víctima. En este caso, y siempre según se recoge en las actuaciones judiciales, Carlos Alberto no le había pagado el alojamiento a esta mujer, a lo que Sergio le comentó que no se preocupara, “que no le iba a molestar más” ya que él lo había “matado”.
La veracidad de sus palabras quedan a juicio de la magistrada, a la espera también de recibir las pruebas de ADN que le tomaron a los investigados para cotejar con los restos de salida hallados en el cuerpo de la víctima así como el resultado del volcado del teléfono de los tres investigados.