Fundas instrumentales para que Vigo suene por el mundo

Lejos del “fast fashion” y del impacto de los gigantes textiles, el Obradoiro de Costura Saiáns exporta a países como Suiza o Japón

Sergio, delante de diferentes máquinas de costura, en su establecimiento en Vigo y Patricia, diseñadora del Obradoiro de Costura Saiáns, sujetando una de sus fundas.

Sergio, delante de diferentes máquinas de costura, en su establecimiento en Vigo y Patricia, diseñadora del Obradoiro de Costura Saiáns, sujetando una de sus fundas. / Ricardo Grobas

Al Obradoiro de Costura Saiáns, enclavado en Baixada á Praia, poco o nada ha influido la pandemia del coronavirus o la incesante llegada de las enormes cadenas textiles a Vigo. Al contrario. El pequeño taller en el que Patricia González lleva unas tres décadas confeccionando trajes autóctonos, característicamente gallegos, ha sabido reinventarse y diversificar, apostando por novedosas líneas de negocio que traspasan la fast fashion para hacerse oír en todo el planeta.

“Siempre estuve cerca del mundo de la música tradicional y el baile”, comenta, haciendo hincapié en que apenas había cumplido la veintena y estaba estudiando Patronaje en la Academia Ayala cuando decidió lanzarse a diseñar fundas para instrumentos. “Me acuerdo que había comprado un tambor de 40.000 pesetas, de aquella eso era mucho dinero, y lo llevaba a todas partes en una bolsa. Acabé haciendo una funda y empezaron a fijarse en ella los lutieres de la zona”, rememora. Hoy en día hace cubiertas que han enviado a numerosos países, también para grandes músicos, habiendo exportado centenares a países que van de Holanda a Japón, pasando por Alemania o Costa Rica.

Patricia, diseñadora del Obradoiro de Costura Saiáns, sujetando una de sus fundas.

Patricia, diseñadora del Obradoiro de Costura Saiáns, sujetando una de sus fundas. / RICARDO GROBAS

Autores reconocidos como Germán Díaz o Carlos Núñez han sido algunos de los que se han fijado en los trabajos de Patricia, que tras su intensa formación y presentarse a diferentes concursos Tesoira, en los que siempre quedaba finalista pero que nunca llegó a ganar, decidió optar por este particular producto. “Me encantaba dibujar las colecciones, crearlas y verlas en la pasarela, pero vi que no era un mundo muy real el tema de la moda”, añade. El último año que se presentó al certamen impulsado por la Xunta ganó un vestido elaborado a base de plástico: “La modelo se lo puso y cuando se lo quitó ya estaba roto”.

Un secreto “de boca en boca”

En su taller, que respira de la imaginación y no se deja llevar por los ritmos que impone la industria, son tantas las fundas de instrumentos que han producido para el exterior, de todo tipo pero sobre todo hechas a medida para numerosas zanfonas, que han perdido la cuenta. “Una vez dijimos que íbamos a comprar un mapa e íbamos a ir colocando chinchetas”, recuerda, señalando que también trabajan para clientes de distintas comunidades autónomas como País Vasco, donde tienen un encargo de 10 fundas. En ese caso para panderetas.

Tras treinta años en el oficio, su secreto no está relacionado con redes sociales ni páginas web, que pese a tener apenas utilizan, sino con el boca a boca. “El trato individual de persona a persona, creemos que podemos vivir de esto por ese motivo”, asegura, confesando que son muchas las veces que les llaman interesados tras haber sido recomendados por otros compradores.

El negocio artesano da para vivir, si bien hay que echar horas y horas en el taller

No obstante, no todo son rosas. “Este negocio da para vivir, pero es cierto que se echan muchas horas en el taller y para sacar un sueldo de más de mil euros hay que dedicar tiempo. La artesanía es lo que tiene”, dice Patricia. “Si vienes a trabajar los sábados y domingos aún da más para vivir, pero sin horarios”, agrega, aunque lo importante en el Obradoiro de Costura Saiáns no es tanto el dinero, sino –y aunque suene algo a tópico– la felicidad.

“Este negocio da para vivir, pero es cierto que se echan muchas horas en el taller y para sacar un sueldo de más de mil euros hay que dedicar tiempo"

“En nuestro taller somos felices. Cada vez que vengo al taller, vengo motivada. Es parte de mí, siempre hay ganas de hacer más”, explica, subrayando que lo que peor lleva es la impaciencia de algunos clientes. Si ya de por sí la lista de espera que tienen es grande, una fractura de tobillo este verano hizo que Patricia tuviese que parar varios meses y, en consecuencia, que los plazos de envío se alargasen aún más.

El “alivio” tras la pandemia

“Para mí fue un alivio cuando paró todo porque fue cuando mi cabeza comenzó a crear”, cuenta Patricia en relación a la pandemia, para destacar que, además de las fundas instrumentales y los trajes tradicionales que confecciona a medida, inició una nueva línea de ropa de calle inspirada en las vestimentas más típicas de Galicia. Un ejemplo de ello es la chaqueta que la presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva, le encargó para llevar a la Feria Internacional de Turismo (Fitur) de Madrid: una prenda que ha sido inspirada en una representación artística.

La falta de relevo se siente en el sector: hay quien diseñe, ¿pero quién coserá?

Esta producción, que diseña pero lleva a coser a un tercero, se enfrenta al problema de relevo generacional que sufren numerosos talleres de la comunidad autónoma. “Antes había muchísimos negocios que la fabricaban, pero ahora no encuentras gente que sepa hacer una prenda. La gente que encuentras es gente que es mayor (...) Los jóvenes quieren ser diseñadores, pero no hay jóvenes para realizar los trabajos que diseñarían”, dice, indicando que “si no hay gente que corte y no hay gente que cosa, esas prendas no saldrán adelante”.

“No veo futuro sinceramente. Yo tengo 50 años y no veo que gente más joven que yo se quiera dedicar a esto”, concluye. Por este motivo, la profesional se plantea llevar a cabo una unidad didáctica vinculada a su profesión, con el objetivo de trasladar las lecciones que ella aprendió a diferentes instituciones académicas de Vigo y sus alrededores.

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Maquicoser, asentada en Camiño da Quinta, es una de las pocas tiendas de Vigo que –como su nombre hace intuir– se dedica a la comercialización de máquinas para coser. Las venden a particulares, pero también a pequeños talleres… Incluso a escuelas. “En los colegios hay lista de espera como actividad extraescolar”, dice Sergio Pérez, para referirse al IES de Valladares. Según indica, hace poco le entregó un pedido para saciar la “alta demanda” que está experimentando el centro en relación a este oficio, convertido en pasatiempo para muchos alumnos.

Estos artefactos, que también arreglan, suelen venir de fuera. “Más del 90% llegan de China”, comenta el propietario de este establecimiento, que considera que la crisis le ha beneficiado. Conforme apunta, el número de encargos ha aumentado en los últimos años, en parte debido a que “se ha puesto de moda” la costura entre ciertos sectores y en parte por motivo de la inflación. “Están en auge porque cada vez la gente repara más la ropa”, añade, indicando que algunos profesionales del textil las compran para llevar a casa “para sacarse un sueldo a mayores”.

“Es un mercado que paga poco y una gran parte en negro”, matiza Sergio, que como Patricia, aunque apostando porque “habrá futuro”, evidencia que el problema actual es que “no hay gente preparada para coser”. La maquinaria, no obstante, no se resiente. Ya es un 7% más cara.

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