Una viguesa y dos ambulancias destino Kiev

Loreto Mata viajó este mes a la capital ucraniana para “regalar” recursos médicos al Batallón 112

Una viguesa lleva dos ambulancias a Kiev

Cedido

Tras el estallido de la guerra en Ucrania, el grupo de oración de Loreto Mata decidió pasar a la acción. “Nos dimos cuenta de que no era solo rezar, teníamos que hacer algo más”, cuenta en declaraciones a FARO esta viguesa, que hasta entonces había dedicado sus plegarias a los militares que contrarrestaban la impactante ofensiva del Kremlin, recordando que fue en abril cuando atendió una llamada de socorro que llegaba del padre Lucas. Quién le iba a decir años atrás que un sacerdote brasileño afincado en Kiev, en medio de la miseria sembrada por las bombas rusas, le pediría material litúrgico para celebrar la Semana Santa, así como alimentos, ropa y demás bienes de primera necesidad, y que ella acabaría accediendo… Pero así fue. Y allí conoció a Pablo, un profesor universitario de Estrasburgo que recientemente se puso en contacto con ella. “Loreto, ¿sabes que estamos llevando ambulancias a los civiles y a los batallones militares? Necesito gente”, le dijo. Loreto aceptó, yéndose este mes con su amiga Paula a repetir un viaje tan kilométrico como peligroso, con la única condición de volver a casa por Navidad para celebrar estas fiestas rodeada de los suyos.

Con la ambulancia en Valladolid, donde un enlace ucraniano la tenía casi apalabrada, únicamente hacía falta un pequeño detalle: el dinero para comprarla. Así empezó la campaña de crowdfunding (recaudación de fondos, en inglés) que acabó impulsando. Y mediante los míticos mensajes difundidos de WhatsApp, esos de los que uno poco se puede esperar, terminaron juntando el dinero suficiente: miles y miles de euros que también les bastaron para adquirir diferentes generadores eléctricos que repartirían entre múltiples orfanatos.

“Me voy a Ucrania en diciembre, no contéis conmigo”, comunicó a su empresa en Pontevedra –allí trabaja como técnica sociosanitaria– y partió el día 2. Junto a Paula, su amiga madrileña, se dirigió a Bilbao –localidad en la que quedaron para recoger la ambulancia– y despegaron desde la costa vasca al interior del Viejo Continente. Pablo, con otra ambulancia que compró en el corazón de París, les esperaba.

Una viguesa y dos ambulancias destino Kiev

Una viguesa y dos ambulancias destino Kiev / Jorge Garnelo

El reencuentro se produjo en Polonia, en la frontera, pero un imprevisto de última hora amenazó con dejarles a las puertas del caos. “Fue algo increíble, nos faltaba un papel con los datos del vehículo, lo llevamos en el móvil pero no sabíamos que tenía que ser impreso”, explica Loreto. Dieron marcha atrás, fueron a la gasolinera más cercana y suplicaron por una impresora. Un chaval de 19 años quedó tan impresionado al oírlas que les ayudó, fue a su casa y les trajo el documento: “Gracias a él entramos en Ucrania”.

La segunda vez que esta católica pisaba el infierno hacía más frío. Mucho más. El General Invierno no es exclusivo del país de Putin, también llega a la nación de Zelenski, aunque en este último caso los cortes de suministro que ejecuta sin piedad Moscú lo complican todo. Un tiempo “terrorífico”, matiza Loreto, que se hizo notar. Antes de acceder al territorio en guerra se vieron forzados a cambiar las ruedas de las ambulancias para que pudiesen aguantar el trote de esas gélidas carreteras, con la mala suerte de que una se estropeó al poco rato.

Una viguesa y dos ambulancias destino Kiev

Una viguesa y dos ambulancias destino Kiev / Jorge Garnelo

Milagrosamente les fue a socorrer un salesiano de un orfanato de Leópolis al que llamaron, aunque tardase lo suyo. “El pobrecillo hizo en cinco horas una media de 60 kilómetros porque se encontró un accidente y tuvo que acabar cruzando unos bosques que había para llegar”, explica la viguesa. La ambulancia estropeada la dejaron en un puesto militar y continuaron hasta la ciudad de los mil nombres, donde decenas de huérfanos les esperaban en la que ahora es su casa. Allí pasaron la noche: “Nos enseñaron qué hacían con los niños cuando sonaba la alerta, que sonó al día siguiente. Tienes que ir al búnker”.

Una viguesa reparte generadores en orfanatos de Ucrania

CEDIDO

Sobrevivir al paraíso

“Leópolis y Kiev son auténticos paraísos, comparados con las zonas del Donbás, aquello da pena (...) Dentro de lo que cabe la gente ha vuelto, trabaja, está todo abierto”, dice Loreto. Pese a que la vida sigue allí, también muere. Y la que vive no es ni mucho menos buena. Continúa habiendo avisos de ataque, jornada sí jornada también. “La gente vive porque hay que sobrevivir, tiene sus negocios, los abren y tiran para adelante. Son fuertes”, añade.

Ucrania comienza a sufrir las inclemencias del invierno como estrategia bélica

Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: Reuters

En la capital ucraniana, tras entregar los generadores en varios orfanatos, era hora de llevar la ambulancia a sus nuevos dueños: los militares del resistente Batallón 112. Bajo el estruendo de los misiles que cayeron y escuchaban –ese boom que a 8.000 metros mató a tres personas– lograron abrirse paso. Y después de un largo trecho conduciendo llegaron a primera línea de combate. “Conocimos a dos soldados. Eran 100 en su equipo y quedaban 20. Conviven con la muerte. Al entregarla se emocionaron, se echaron a llorar… Ellos lo que ven al final es que no están solos”, resalta, y deja claro una cosa: “Paula y yo en ningún momento tuvimos miedo”.

Llegó el fin de la exitosa travesía y ambas regresaron a Varsovia, en un pequeño autobús, con numerosos ucranianos que escapaban de una masacre a la que ellas no dudaron en acudir para dar lo mejor de sí. Desde allí cogieron un vuelo a Madrid, donde se bajó Paula, y otro Loreto de Barajas a Peinador, donde finalmente aterrizó el día 18. Pasadas más de dos semanas, esta madre de dos hijos llegaba finalmente a Vigo. Y cumplió por dos: llegó para estar en casa por Navidad.

Suscríbete para seguir leyendo