Cíes, un excepcional laboratorio de ensayo para estudios de impacto mundial

Investigadores gallegos cuantifican por primera vez las toneladas de metales tóxicos que trasladan las aves marinas desde el agua a sus colonias en todo el planeta

Xosé Luis Otero y otra investigadora, muestreando en un acantilado de Cíes.    // CEDIDA

Xosé Luis Otero y otra investigadora, muestreando en un acantilado de Cíes. // CEDIDA / s. penelas

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Investigadores gallegos que llevan más de una década analizando el impacto de las gaviotas en los acantilados de Cíes han cuantificado por primera vez las toneladas de metales tóxicos que las aves marinas transportan cada año desde los océanos hasta sus colonias de reproducción en todo el mundo. El estudio también evidencia que la mayor parte del cadmio, el mercurio y el plomo que depositan en sus zonas de nidificación a través de los excrementos son muy solubles, por lo que pueden acabar fácilmente en el agua y ser asimilados por organismos marinos.

El grupo de la USC liderado por el edafólogo vigués Xosé Lois Otero ya demostró hace unos años el papel de las aves en el ciclo geoquímico de los macronutrientes y calculó las toneladas anuales excretadas de nitrógeno y fósforo. Sus hallazgos fueron publicados en Nature Communications. Y ahora otra revista del grupo, Scientific Reports, se hace eco de los resultados obtenidos sobre los elementos tóxicos.

Ciclo de los metales tóxicos.

Ciclo de los metales tóxicos.

En ambos casos, los investigadores gallegos, que colaboran con expertos de las universidades de São Paulo (Brasil) y Autónoma de Baja California (México), partieron de los estudios iniciados en el archipiélago vigués para determinar el papel de las aves marinas en todo el planeta.

“Empezamos hace más de una década con un proyecto financiado por el Organismo de Parques Nacionales. Y de ahí surgió una línea de trabajo que sigue produciendo resultados muy interesantes. El parque Illas Atlánticas y las Cíes en particular han sido un laboratorio fabuloso. Y sus responsables han colaborado mucho con nosotros. Es un trabajo que ha dado muchos frutos para el propio parque y para la ciencia y el conocimiento”, destaca Otero.

Mapa de distribución del cadmio en las colonias de aves marinas.

Mapa de distribución del cadmio en las colonias de aves marinas. / Cedida

Hasta ahora, la mayor parte de la información sobre el papel de las aves marinas en el ciclo de los elementos tóxicos, que pueden tener importantes efectos en los ecosistemas acuáticos, procedía de estudios locales. Tras obtener la información más actualizada sobre las poblaciones mundiales y adaptar el modelo bioenergético utilizado en el estudio anterior para estimar las cantidades de nitrógeno y fósforo, los investigadores pudieron calcular que cada año las aves depositan en sus colonias 39,3 toneladas de cadmio, 35,7 de mercurio y 27,2 de plomo.

“Son cantidades relevantes porque son similares a las reportadas para otros flujos considerados importantes en el ciclo geoquímico para estos tres elementos. El nitrógeno y el fósforo son naturales, pero estos metales están ahí por causa del hombre. Y además hay que tener en cuenta el fenómeno de la biomagnificación. Es decir, una pequeña cantidad en el agua, que incluso sea difícil de medir, va aumentando su concentración a medida que avanza por la cadena trófica. Y el valor en las aves puede ser entre 1.000 y 10.000 veces superior al que hay en el agua”, subraya.

Formas muy solubles que facilitan que acaben llegando a las aguas costeras

Una realidad que se ve agravada por las formas geoquímicas muy solubles en las que se encuentran la mayoría de metales excretados, lo que facilita que acaben llegando al agua por las escorrentías y siendo biodisponibles: “Las aves concentran los metales, los depositan en las colonias y, después, a través de la lixiviación, pueden acabar en aguas costeras y ser disponibles para el fitoplancton, la flora y la fauna. Supone un input muy grande”.

“Son ambientes geoquímicamente muy interesantes y donde se refleja la calidad ambiental. Los excrementos son indicadores muy claros de lo que hay en el agua”, añade Otero, que en 2023 llevará a cabo una investigación sobre la presencia de microplásticos en las colonias de gaviota y cormorán en Illas Atlánticas.

Arao común

Ejemplares de Arao común. / Cedida

El estudio sobre los metales también determina que las especies que más contaminantes transfieren a sus colonias son el arao común, una especie de cormorán propia de Perú (guanay), los pingüinos y los alcatraces. “Depende de su alimentación; del tamaño, normalmente cuanto mayores sean más excretan; y de las dimensiones de la población. Por eso aparecen los pingüinos a pesar de vivir en ambientes muy limpios. Y también es un factor muy relevante que estén en contacto con ambientes contaminados”, explica Otero.

“Hace 30 o 40 años la población de araos en Galicia era muy importante y criaban en Cíes y Ons, pero fueron desapareciendo y ahora hay unas pocas parejas en Sisargas y cabo Vilán. Pero en el norte de Europa son muy abundantes y la población es de unos diez millones de individuos. La gaviota patiamarilla tiene poca relevancia en el cómputo global porque son pocas, pero sí sabemos que los suelos de las zonas de nidificación de Cíes y Ons están enriquecidos con metales”, señala.

Colonia de pingüino rey.

Colonia de pingüino rey.

Dado que los océanos Antártico y Austral concentran la mayor cantidad de aves marinas y, por tanto, de materia fecal, la transferencia de metales p uede ser particularmente importante en área remotas y vírgenes. Y además, teniendo en cuenta el aumento de las lluvias y del derretimiento del hielo, los resultados de este estudio pueden ayudar a mejorar la comprensión de las consecuencias del cambio climático en los polos.

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