Un sistema acústico para controlar las fugas: así actúa Aqualia en Vigo

Rreduce la presión por la noche, cuando cae la demanda - Concello y concesionaria logran reducir más de un 10% el volumen de agua suministrada a la red

Ardoy y Montero, frente al mapa de la red de abastecimiento de Vigo.

Ardoy y Montero, frente al mapa de la red de abastecimiento de Vigo. / J. Lores

Desde hace más de 10 años, Concello y Aqualia, la empresa concesionaria de la gestión del servicio municipal de aguas, tienen entre ceja la reducción de las pérdidas técnicas en el sistema de abastecimiento, es decir, las fugas, ya sea en tuberías, depósitos o acometidas –tramos de tubería situados en vía pública que enlaza la red general, tanto de abastecimiento como de saneamiento, con la instalación o red particular de un inmueble o parcela–. Es una tarea más que necesaria en un contexto marcado por el riesgo de sequía, una palabra que cobra cada vez más intensidad. Sin ir más lejos, se repitió ciento y una veces meses atrás por la escasez de precipitaciones. Para lograrlo, han apostado en los últimos años por invertir en soluciones inteligentes que persiguen potenciar el músculo del ciclo integral de este bien tan importante y necesario.

Las vías que utiliza Aqualia con la intención de conseguir este propósito son cuatro: control de las presiones del agua en la red; control activo de las fugas por medio del análisis de los caudales de forma diaria para reducir su ciclo de vida y, por lo tanto, la pérdidas técnicas del sistema; calidad y rapidez en las reparaciones; y gestión de reposición de la infraestructura, es decir, hacer todo lo posible para evitar el déficit de inversión y envejecimiento de las infraestructuras con la renovación adecuada de las redes e instalaciones. El ADN de estas intervenciones: que la gestión del agua sea lo más eficiente y sostenible posible.

Gracias a estas actuaciones, Concello y Aqualia lograron alcanzar el objetivo estratégico marcado por ambas entidades para el periodo 2015-2020: reducir el volumen de agua suministrada a la red de distribución en un 10%. Concretamente, disminuyó un 10,6%, como señala el director gerente de la empresa concesionaria, José María Ardoy. Para entender mejor esta cifra, más cifras: la disminución conseguida es suficiente para abastecer una ciudad de 45.000 habitantes con una dotación total de 200 litros por persona y día. “Es el resultado de la inversión en conocimiento y tecnología avanzada”, subraya Ardoy antes de indicar que hay trabajadores las 24 horas de los 365 días del año para prestar el mejor servicio posible. “La tecnología para que Vigo tenga agua”, resume el alcalde, Abel Caballero.

Una parte capital de la gestión eficiente y sostenible es el control activo de fugas. El nivel de fugas depende de la longitud de la red, la densidad de acometidas, las características de la instalación, el terreno circundante y la presión –las oscilaciones en este apartado implican un aumento notable de roturas de red, por eso se controla desde Aqualia–. Las más fáciles de detectar son las que se pueden ver, es decir, cuando el agua aflora al pavimento –un géiser, por ejemplo–. ¿Y cómo se localiza el resto? A través de la revisión de la red y el análisis telemático diario de los caudales de los 26 sectores en los que se divide la propia red: si aumentan durante varios días sin explicación conocida –rellenos de depósitos del hospital en la zona del Meixoeiro o la actividad de una fábrica–, probablemente, se trate de una fuga.

Válvula reductora de presión de tamaño menor con dos manómetros.

Válvula reductora de presión de tamaño menor con dos manómetros. / J. Lores

“Si vemos que la variación continúa durante unos días, vamos a buscar qué pasa. Después de tantos años analizando la red, sabemos si se trata de una anomalía o no”, destaca Jorge Montero, jefe de servicio de la red de abastecimiento. Para encontrar el punto concreto de la fuga, acuden, de nuevo, a la tecnología. Echan mano de sensores prelocalizadores que se colocan en diferentes elementos de la red, como válvulas o acometidas, y captan el sonido del agua: cuanto más intenso, más cerca está la fuga. Especialistas de Aqualia con un oído superentrenado se encargan de analizar las frecuencias y descartar el ruido de bombeos o transformadores, por ejemplo. Este proceso se hace de noche, cuando la ciudad vive a menos decibelios: hay menos consumo, por lo que circula menos agua. “Siempre se coloca el mismo prelocalizador en el mismo punto de la red para comparar los sonidos actuales con los que ya se registraron antes”, añade Montero.

Estos datos se recogen y, posteriormente, mediante equipos de correlación o localizadores acústicos, se determina el punto exacto en el que se encuentra la fuga para, posteriormente, repararla. Jesús Carlos París es el técnico de Aqualia encargado de la localización y prevención de fugas y análisis de la red de abastecimiento. En una demostración efectuada para FARO, explica el procedimiento. Una vez en la zona indicada por los prelocalizadores, instala dos sensores en dos puntos de la tubería para hacer lecturas de datos ya conocida la longitud –se mide manualmente con una rueda de medir–, diámetro y material de esta tubería, factores que determinan la circulación del agua. Los sensores envían información de los sonidos a un dispositivo en el que se visualiza una gráfica e indica a qué distancia de los sensores está la fuga. El paso siguiente: acudir al lugar, al que se llega con la ayuda de la rueda de medir, y, en la zona, con la ayuda de un geófono, se concreta el punto –cuanto más ruido, más cerca está–. Con el control activo de fugas, su detección se logra varios meses antes que si se emplease solo la inspección regular y se evita la pérdida de casi 80.000 metros cúbicos de agua.

Tres prelocalizadores, que están imantados.

Tres prelocalizadores, que están imantados. / J. Lores

La red de abastecimiento viguesa, que presume de 43.980 acometidas y 1.034 kilómetros, dispone, además, de válvulas con reducción de presiones nocturnas –puesto que la demanda es mucho menor con respecto al resto del día–, lo que permite ampliar la vida útil de la infraestructura, disminuir la frecuencia de roturas en tuberías y accesorios, y menguar el caudal perdido en las fugas. También cobra un papel importante las actuaciones a la hora de reparar las fugas: en hora y media, por ejemplo, fueron capaces de restablecer un caudal de más de 32 litros por segundo que había subido a 142 litros por segundo.

La gestión de las infraestructuras es otra de las partes clave del plan de acción desplegado por el Concello y Aqualia con la intención de lograr una gestión del agua sostenible y eficiente. Según los datos aportados por la concesionaria, se inspeccionan unos 623 kilómetros de la red de abastecimiento al año, es decir, más de la mitad de su longitud total, con la intención de prestar mejor servicio a los 150.650 usuarios con los que cuenta la empresa. Esto permite optimizar la inversión. “Se priorizan las que tienen un mayor retorno social, medioambiental y económico”, detallan desde Aqualia.

Montero señala la gráfica en la que se ve la variación del caudal en un sector de la ciudad.

Montero señala la gráfica en la que se ve la variación del caudal en un sector de la ciudad. / J. Lores

Los criterios que adopta la firma para la renovación de las redes de abastecimiento de la ciudad olívica, con una extensión similar a la distancia entre Vigo y Málaga o Alicante por carretera, son la edad de las redes, el histórico de roturas, la insuficiencia o incapacidad hidráulica, el deterioro de la calidad del agua, y los incrementos de los costes de mantenimiento. “Con todos estos planes de acción, se pretende reducir la necesidad de recursos hídricos, mejorar la calidad del servicio, incrementar la seguridad y optimizar las infraestructuras y recursos económicos”, apostillan desde Aqualia.

El objetivo de la sectorización es establecer una división de la red en zonas que se pueden controlar por separado para adaptarlas a las condiciones de suministro deseadas. A la entrada de cada sector, está instalado un caudalímetro dotado de un emisor de impulsos para la recopilación de datos –caudal y presión– a través de un registrador. Esta información se estudia posteriormente y permite controlar los caudales circundantes totales del sector y efectuar análisis de los flujos nocturnos.

Telecontrol y plan de análisis

La base de la digitalización de las actuaciones es el sistema de telecontrol, que ofrece la posibilidad de disponer de los datos de gestión –histórico de alarmas y caudales, estados o informes– para optimizar los procesos, coordinar los bombeos aprovechando la capacidad de almacenamiento de los depósitos, controlar y optimizar el consumo energético de los bombeos –facilitando, así, el mantenimiento–, supervisar la calidad del agua suministrada, y contar con un sistema jerárquico de envío de alarmas las 24 horas del día, lo que posibilita actuar de forma rápida ante averías y contingencias.

Ardoy, París, Montero y Caballero, con un geófono en la calle Cachamuíña.

Ardoy, París, Montero y Caballero, con un geófono en la calle Cachamuíña. / J. Lores

Con el plan sistemático de análisis de redes, se estudian todos los datos aportados por el programa de control de fugas, sectorización, gestión de presiones y telecontrol. El objetivo: optimizar los recursos hidráulicos para poder cubrir las necesidades de los usuarios. Otra clave es moderar el consumo: en los hogares vigueses, se redujo más de un 20% desde el año 1991.

Contadores inteligentes

Años atrás, el consumo realizado en las dependencias municipales no se computaba. Ahora, disponen de contadores inteligentes que permiten realizar un estudio detallado del perfil de consumo de cada uno de los puntos de suministro –consumo total y por intervalos horarios o picos de caudal– y detectar fugas en la instalación interior del local u otras incidencias: retorno de agua, manipulación de la instalación o monitorización de caídas de presión en la red.

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