“Pertenezco a esa generación que profesionalizó los medios en la Iglesia”

La Conferencia Episcopal galardona al párroco de La Soledad con el premio ¡Bravo!: “Puede ser mi culmen y que entre savia nueva”

Alberto Cuevas.

Alberto Cuevas. / MARTA G. BREA

Como un reconocimiento a los periodistas y responsables de medios de las diócesis que están “todos los días al pie del cañón”. Así valora el párroco y delegado de medios de la Diócesis de Tui-Vigo desde hace más de cuatro décadas, Alberto Cuevas, el premio ¡Bravo! en la categoría de Comunicación diocesana otorgado por la Conferencia Episcopal esta pasada semana. Con estos galardones, que se conceden anualmente, se reconoce “por parte de la Iglesia, la labor meritoria de todos aquellos profesionales de la comunicación en los diversos medios, que se hayan distinguido por el servicio a la dignidad del hombre, los derechos humanos y los valores evangélicos”.

–¿Cómo valora este galardón? El reconocimiento refrenda el buen hacer de sus años de trabajo al frente de la comunicación en la Diócesis de Tui-Vigo.

–Los obispos y el jurado no son adivinos, alguien me ha propuesto enviando mi currículo muy bonito y adornado, y al jurado le ha convencido este trabajo. La verdad es que me alegra mucho, sobre todo porque refrenda la buena consideración hacia el trabajo que hacemos los que las pequeñas Diócesis por parte de la Conferencia Episcopal. Siempre he pensado que los premios, como los ‘te quiero’, mejor recibirlos en vida.

–Su labor transita en el día a día de su Diócesis y en una relación constante con los medios.

–Hay que tener en cuenta que se trata de la Diócesis más pequeña de Galicia, nunca he trabajado en grandes actos eclesiásticos ni preparado la visita del Papa... Llevo 44 años mandando a diario noticias a compañeros como vosotros, muchas dando respuestas a casos conflictivos o problemáticos y han sabido valorarlo con este premio. Para mí es un reconocimiento a todos los periodistas y responsables de medios de las diócesis que están todos los días al pie del cañón.

–Realmente compagina su trabajo como delegado de medios de comunicación en la Diócesis con su parroquia de La Soledad, en el Castro.

–Yo pertenezco a esta primera generación de sacerdotes periodistas. Antes al frente de la comunicación estaba el sacerdote escritor, grandes plumas que colaboraban en periódicos o radios pero no eran profesionales. Yo sí pertenezco a la generación que profesionalizó los medios dentro de la Iglesia.

–Entiende y comprende el trabajo de ambas partes.

–Claro, para el periodista todo es urgencia y para la Iglesia no todo puede ser así de rápido, hay que saber templar y dar tiempo a las informaciones porque sabes cómo funciona su trabajo; hay informaciones que requiere prudencia y al periodista no siempre le importa decir hoy esto y mañana lo contrario. Pero a la Iglesia sí le importa.

–Le habrán llegado mensajes y elogios de sus compañeros.

–Los compañeros sacerdotes están orgullosos, sí, pero a la vez también son coprotagonistas de este galardón.

–¿Tuvo la posibilidad de ocupar otro puesto, tanto a nivel del sacerdocio como periodístico en estos últimos años?

–Recibí muchas ofertas, pero siempre preferí quedarme aquí. Me gusta poder oler el mar todos los días. Casi pude haberme ido a la Diócesis que quería pero consideré que era una buena decisión permanecer aquí, con mi familia, con los míos, con el Obispo... Me ofrecieron dirigir una revista eclesiástica, ser profesor en la Universidad de Puerto Rico, puestos que podrían hacerme tilín pero me pareció más oportuno quedarme aquí, y no fue un error.

–¿Planea seguir muchos años más como jefe de prensa de la Diócesis?

–Lo cierto es que este reconocimiento podría ser una buena ocasión para que aceptasen mi dimisión (entre risas). Yo tengo ya 77 años y hace ya tiempo que sí vengo reclamando que podría dejarlo, pero me piden que siga y yo estoy dispuesto a seguir mientras me quieran. Pero sí podría verse este premio como mi culmen, la guinda del pastel y que entre savia nueva.

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