Un belén que lleva casi medio siglo brillando en Travesía

Carlos Estévez y Adelaida Vaquero son los “artesanos” que están detrás de uno de los nacimientos más emblemáticos de la ciudad

Carolina Sertal

Carolina Sertal

Es “patrimonio del barrio” y por eso dice que ni se plantea dejar de instalarlo, pese a que hace años ya que él y su mujer se jubilaron. Desde las casitas y los trajes hechos a mano, así como los arcos en las viviendas que permiten incluir más figuras, hasta el movimiento de las hilanderas trabajando con la lana sin descanso, el del herrero martillando, el de la barrendera adecentando el piso o el del tabernero asando un cochinillo, en Travesía de Vigo, número 135, está cuidado hasta el más mínimo detalle. Y es que cuando Carlos Estévez levanta cada mañana o cada tarde la verja de los escaparates de su antigua mercería, y enciende las luces, descubre a los viandantes su gran obra maestra: un inmenso belén de unos 12 metros de largo en el que prácticamente todas las figuras cobran vida. Bueno, todas no, porque parece ser que el burro este año se ha puesto un poco “terco” y “no hay quien lo haga caminar”. ¿El motivo? Que al igual que en el villancico, el año pasado entró un ratón en el belén y mordisqueó cables, vestimentas y apelotonó todo el musgo, en lo que fue “todo un desastre”.

Carlos Estévez frente al gran belén quemonta en Travesía de Vigo.

Él da movimiento a las figuras y su mujer confecciona las vestimentas. / JOSÉ LORES

Carlos Estévez es el autor de uno de los nacimientos más emblemáticos de la ciudad, no solo porque esté integrado por más de un centenar de figuritas en movimiento y por su longitud, sino porque generaciones de vigueses han crecido con él brillando en sus recuerdos de la infancia y, en la actualidad, acuden con sus hijos y con sus nietos a la antigua mercería para contemplar este espectáculo artesanal en miniatura que está a punto de cumplir medio siglo.

Carlos hace un viaje en el tiempo para remontarse al momento en el que tan solo tenía 28 años. De aquella, su suegro estaba un poco “pochiño” y como en casa no quisieron montar el belén en Navidades, decidió llevarse las figuritas a la tienda en la que trabajaba junto con su mujer, Adelaida Vaquero. Allí vendían todo tipo de ropa y complementos para niños y señoras y recuerda que “lo coloqué al fondo del escaparate, en una esquinita. Y desde aquella, cada año lo que hacíamos era regalarnos algunas figuritas para ir ampliando poco a poco el nacimiento de la mercería, hasta que el año pasado tuvimos que extenderlo a los dos escaparates, porque en el de siete metros y pico ya no nos entraba nada más”.

Lleva décadas siendo el  gran atractivonavideño de la calle.

Lleva décadas siendo el gran atractivo navideño de la calle. / Carolina Sertal

En medio de todo aquel despliegue, cuando el comercio de este matrimonio todavía estaba abierto, para poder mostrar las prendas que vendían durante la época navideña, Carlos apuntalaba una tabla de madera en el medio del escaparate, de manera que el belén se podía contemplar en la parte inferior y la ropa infantil en la parte de arriba, “que eso era lo que nos daba de comer”, explica Estévez.

Un nacimiento artesanal

Empezó así, poco a poco, y no se quita mérito pensando en todo el trabajo que le llevó construir el que con el paso de los años el que acabaría convirtiéndose en uno de los grandes atractivos navideños de la zona. En este sentido, Carlos Estévez indica que “yo aprovechaba desde las cajas de marisco, de salmón o pez espada que me traía una camionero porque algunas medían casi un metro de largo y me servían para ir preparando las casas. Las fui tallando y haciéndoles arcos para poder meter más figuras abajo. También utilizaba piezas de los motores de las lavadoras o de los giraplatos de los microondas, los adaptaba para dar movimiento a las figuras y mi mujer era la que se ocupaba de hacerles las chaquetitas y los pantalones para vestirlos. Es todo artesano, porque hasta las casas y los trajes están hechos a mano”.

Muchos niños que vi crecer en el barrio siguen viniendo a ver el belén, aunque ahora traen a sus hijos y nietos

Poco antes de la pandemia, Adelaida Vaquero se jubiló y la histórica mercería viguesa echó el cierre. Sin embargo, su marido tenía claro que después de tantas décadas animando las Navidades en Travesía de Vigo no podía dejar de montar el nacimiento en movimiento más clásico de la ciudad, así que en los años siguientes no falló a la cita e incluso lo renovó, aunque en el lavado de cara también ha tenido mucho que ver el ratón que el año pasado le hizo la faena de roer cables y vestuarios. Carlos Estévez señala que “muchos niños que vi crecer en el barrio siguen viniendo a ver el belén, aunque ahora traen a sus hijos y nietos. A mí me gusta que vengan porque ya no tiene nada que ver con el original, es completamente distinto, además, como ahora tengo tiempo y estoy jubilado, sigo añadiendo más detalles”.

Estévez señala que preparar el belén es una de sus “pasiones” y, pese a que el de Travesía es su gran creación, no es el único que instala en la ciudad olívica. De hecho, mientras relata su historia, este vigués de adopción comenta que ya tiene el coche cargado para llevar todos los materiales necesarios para engalanar la iglesia de San Ignacio de Loyola, en donde también recrea la visita de los Reyes Magos al portal de Belén, además de en Canido, en la iglesia Nuestra Señora de Las Nieves de Teis y otros dos en su aldea natal situada en Ourense.

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