Turismo oscuro: el atractivo de la muerte
Un estudio de la Universidad de Vigo analiza las motivaciones de los visitantes de cementerios, campos de concentración o escenarios de desastres naturales y crímenes

Visita guiada al cementerio de Pereiró. / Ricardo Grobas
Desastres naturales como los incendios que asolan cada verano los montes gallegos o la erupción del volcán de La Palma, cementerios con ilustres inquilinos e incluso escenarios de macabros delitos generan cada año la peregrinación de visitantes. Aunque el denominado turismo oscuro hunde sus raíces en la historia –en la Edad Media se peregrinaba para visitar tumbas de santos y el campo de batalla de Waterloo empezó a recibir visitas poco después del combate–, los estudios académicos son mucho más recientes, desde la década de los noventa, y todavía queda terreno por explorar. Un estudio de la UVigo arroja luz sobre las motivaciones de estos turistas para acudir a campos de concentración o lugares donde ocurrieron siniestros y la relación con su personalidad y bienestar.
Esta novedosa línea de investigación surge en el doctorado interuniversitario de Turismo, que imparten la UVigo y otras 11 instituciones españolas, y parte del trabajo que está realizando José Magano, de la Universidad Autónoma de Lisboa, bajo la dirección del profesor José Antonio Fraiz, de la facultad ourensana de Ciencia Empresariales y Turismo. Algunos de sus primeros resultados se acaban de publicar en la revista Environmental Research and Public Health a través de un artículo que también firma Ângela Leite, investigadora de la Universidad Católica Portuguesa, en Braga.
El estudio parte de las encuestas realizadas a 933 personas, ciudadanos portugueses mayores de edad y con experiencia turística. Y se centra en conocer qué tipo de atracciones oscuras han visitado, sus motivaciones y su perfil.
Uno de los primeros resultados que arrojan sus respuestas es que las mujeres, que eran la mayoría de participantes, y los entrevistados con mayor nivel de educación tienen más conocimientos sobre la existencia del turismo oscuro.

Un grupo de personas observan la evolución de un incendio forestal en Galicia. / CARLOS PARDELLAS
Respecto a los lugares visitados, la mayoría de ellos han estado en cementerios, campos de concentración, museos del Holocausto, prisiones y lugares donde ocurrieron desastres naturales o tragedias humanas. Y, alrededor de un tercio, relatan que se han detenido para ver accidentes.
Las personas que han oído hablar del turismo oscuro acuden a estas localizaciones en mayor medida que aquellas que dicen desconocer esta tipología de ocio. Y además muestran más curiosidad y necesidad de aprender y de comprender. También obtienen valores más altos en el interés por las cosas morbosas, aunque en general es el motivo menos escogido por el total de la muestra.
Los turistas oscuros están muy interesados en comprender los hechos históricos y otra de sus motivaciones es la posibilidad de recrear las mismas emociones que experimentaron las víctimas, además de la cuestión de la autenticidad.
Los resultados del estudio indican también que las prácticas turísticas más oscuras están asociadas a la reflexión sobre la tristeza, el odio hacia uno mismo, la hostilidad y la vulnerabilidad psicológica . Y las personas que hacen este tipo de visitas tienen valores más altos en características de personalidad negativa, pero también en bienestar turístico.
Estos hallazgos están en la línea de estudios anteriores que sugieren que el turismo oscuro genera bienestar negativo y positivo, incluso ambos a la vez.
Aunque el tamaño de la muestra es importante, los autores sugieren extender el estudio a otros países y segmentos de edad, ya que la media de los entrevistados era de 31 años. “Puedes ser que los resultados en otras nacionalidades sean diferentes”, apunta José Antonio Fraiz, coordinador del grupo de investigación Organización y Comercialización de la UVigo y del máster en Dirección y Planificación del Turismo.
“El turismo oscuro tiene una base cultural e histórica. Y, en cierta manera, mantiene la memoria histórica viva sobre hechos trascendentales a distintos niveles, desde el local al mundial”, comenta.
“Es un turismo que está en crecimiento, tanto por las motivaciones, fundamentalmente, la curiosidad y el conocimiento, como por el gran impacto que tienen los medios de comunicación, las redes sociales, las películas y las series de televisión. Un ejemplo sería la prisión de Alcatraz en San Francisco”, añade Fraiz.
Respecto al potencial de este ocio para las ciudades y regiones, el experto asegura que “desde luego, es un turismo complementario al de otras tipologías”. Y pone como ejemplo el turismo urbano, que puede ir acompañado de visitas a cementerios y a museos como el de Jack el Destripador en Londres.
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