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Un consorcio transfronterizo promueve los residuos agroforestales como biocombustibles

El centro EnergyLab lidera un proyecto Interreg para visibilizar y transferir a la sociedad y el tejido industrial el potencial de la biomasa no valorizada como “recurso estratégico”

La investigadora Yarima Torreiro.

Los residuos de las explotaciones agroforestales –podas, matorrales, y cultivos de kiwi y vid– constituyen una alternativa competitiva frente a los combustibles fósiles o la madera para generar energía. Un consorcio transfronterizo liderado por el centro tecnológico EnergyLab demostró la viabilidad de estos recursos con un proyecto del programa Interreg que ahora tiene continuidad con nueva financiación para facilitar la transferencia de los resultados obtenidos al tejido social e industrial de Galicia y el norte de Portugal.

Gracias al primer proyecto, Biomasa AP, los investigadores analizaron y evaluaron diferentes tecnologías para la “extracción, transformación y aplicación de la biomasa no valorizada” con el objetivo de “promover su uso como recurso endógeno”.

Los resultados obtenidos les permitieron optimizar los procesos relacionados con la recogida y limpieza de restos de podas, matorral, vid y kiwi, los sistemas de densificado para la peletización, los procesos de combustión y gasificación, o los sistemas de microgeneración de baja potencia basados en el Ciclo de Rankine Orgánico (ORC), que permiten generar energía sin huella de carbono.

Restos de actividad agroforestal.

“El proyecto Biomasa CAP se centra en reforzar la capitalización de los conocimientos y resultados de su antecesor. Y tiene como objetivo principal desarrollar actividades de transferencia como la capacitación a través de reuniones sectoriales, jornadas demostrativas, charlas en colegios o cursos de formación”, explica Yarima Torreiro, investigadora del área de Bioenergía de EnergyLab y responsable de proyecto.

La participación gallega en el consorcio se completa con el Grupo de Tecnología Energética (GTE) de la Universidad de Vigo, la Fundación Empresa-Universidad Gallega (Feuga) y el Instituto Enerxético de Galicia (Inega). Y los socios portugueses son el Instituto Politécnico de Viana do Castelo y el Instituto de Ciencia e Innovación en Ingeniería Mecánica e Ingeniería Industrial.

Yarima Torreiro destaca el “gran interés” generado por el primer proyecto: “Fundamentalmente, en el sector agroindustrial, dado que los resultados obtenidos permitieron determinar que las biomasas empleadas tienen, en general, características que las hacen aptas para la elaboración de combustibles sólidos. Y pueden presentar costes competitivos frente a las alternativas existentes, como son los biocombustibles sólidos de madera y los combustibles fósiles”.

La experta subraya que también quedó demostrado que es posible utilizar estas biomasas con fines energéticos tanto en calderas como en equipos de gasificación o sistemas de microgeneración.

Economía circular

“Esto abre una puerta para la consecución de una economía circular en el sector agroindustrial, convirtiendo residuos en recursos que permitan la generación de energía, con el ahorro energético que ello conlleva en cualquier situación y más con el contexto geopolítico mundial actual”, apunta.

Torreiro señala asimismo la “alta participación” en los cursos de formación impartidos dentro de Biomasa AP, tanto por parte del sector como de las administraciones, así como “el éxito alcanzado en la captación de empresas y entidades que entraron a formar parte de la red transfronteriza constituida dentro del proyecto”.

Dicha red está integrada actualmente por más de ochenta socios entre administraciones de Galicia y el norte de Portugal, fundaciones, asociaciones y clústers del sector agroforestal, grupos y centros de investigación, empresas energéticas como Endesa o Greenalia, bodegas de ambos lados de la frontera y las denominaciones de origen Monterrei y Rías Baixas.

A través de Biomasa CAP, los socios del consorcio pretenden ampliar y fortalecer esta red, así como formar y concienciar sobre el uso de la biomasa no valorizada como “recurso estratégico”, difundir y capacitar sobre las tecnologías evaluadas, divulgar los resultados en los centros educativos y potenciar la elaboración de estrategias y políticas públicas comunes que faciliten el aprovechamiento de este potencial.

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