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Cuando la ría de Vigo era el refugio de los corsarios

El investigador Ramón Patiño reúne en un libro 200 años de historia sobre los marinos que asediaron a los galeones españoles

El historiador Ramón Patiño con un ejemplar de su libro. JOSÉ LORES

Agazapados tras aquel archipiélago que en la época era conocido como las islas de Baiona, se mantenían a la espera. De un momento a otro aparecerían, tan solo debían otear el horizonte del Atlántico, permanecer atentos y, si eran certeros, lograrían hacerse con el botín. Cacao, maíz, tomate, tabaco, índigo o añil para obtener el color azul, cochinilla para lograr el color rojo y, por supuesto, plata y oro. El paciente acecho a los galeones españoles procedentes de América que se desviaban de su ruta al golfo de Cádiz realmente merecía la pena y durante 200 años los corsarios de los grandes imperios europeos escogieron la ría de Vigo como base y refugio para sus saqueos.

Francis Drake es quizás el más conocido, especialmente porque atacó directamente a la ciudad de Vigo hasta en dos ocasiones, pero lo cierto es que hubo muchos más. Los que mayor control y dominio llegaron a tener sobre la ría fueron los marinos franceses y un buen ejemplo de ello fue Duguay Trouin, quien estableció como base para sus naves corsarias la zona de Liméns y Barra.

Los imperios enviaban corsarios para no comprometer las relaciones entre los distintos reinos

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Un día, cuando parte de su tripulación se encontraba tomando agua de la fuente de Santa Marta, en Liméns, fueron atacados por los vecinos de Cangas, quienes de un disparo hirieron de muerte al hermano de aquel héroe francés. Tras recuperar su cuerpo, cargó con ira contra la villa de Cangas y después zarpó para enterrar a Etienne en Viana do Castelo, un acto al que asistieron los grandes señores del norte de Portugal, lo que demuestra el gran poder de Trouin.

La historia de los marinos que asediaron la ría de Vigo durante dos siglos es la que ha recogido el investigador, arqueólogo e historiador Ramón Patiño en el libro “El corso en la Ría de Vigo y en las islas gallegas (XVI-XVII)” y que presentará el próximo jueves a las 19.30 horas en el Edificio Redeiras, en O Berbés, en un acto organizado por el Instituto de Estudios Vigueses.

“A raíz del descubrimiento de América, empezó a haber mucho tráfico marítimo y aquellas embarcaciones que se dirigían a Sevilla comenzaron a desviarse hacia las costas gallegas y el norte de Portugal, se desconoce si por la climatología o por la pillería. Esto tuvo como consecuencia que países como Inglaterra, Holanda y Francia, enviaran a particulares a nuestras costas para atacar a esos barcos que llegaban a Galicia con grandes riquezas, porque eran productos desconocidos con los que resultaba muy rentable comerciar”, explica Ramón Patiño. Pero, ¿eran piratas aquellos hombres que enviaban los grandes imperios europeos? Aunque en la práctica la respuesta sería afirmativa, lo cierto es que la gran diferencia es que los corsarios contaban con el beneplácito de sus gobernantes para cometer los sabotajes.

Fondeaban en la ensenada de Teis, bajaban a tierra a divertirse y a vender muchos de los productos que ya habían atrapado

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“En vez de enviar barcos de guerra, los imperios enviaban corsarios para no comprometer las relaciones entre los distintos reinos. Estas eran embarcaciones a nivel particular que, con el permiso de sus reyes, atacaban y asaltaban los galeones que llegaban de América, y en eso se basaba el corso, en hacer negocio con lo ajeno”, apunta el historiador vigués.

Su presencia fue muy abundante durante los siglos XVI y XVII y los primeros corsarios que arribaron a las costas gallegas eran berberiscos, procedentes del norte de África. Su escudo fueron las islas atlánticas, tanto Cíes como Ons y Sálvora, y posteriormente empezaron a sumarse los ingleses, holandeses y franceses. Mientras que los piratas atacaban a las fragatas a la salida del continente americano, los corsarios esperaban en Galicia su llegada. “En la ría de Vigo, al principio se refugiaban en las denominadas islas de Baiona, porque esta era la población más importante en la época y Vigo era una villa pequeña, que luego fue ganando protagonismo gracias al corso, porque el corso, con el intercambio de mercancías legales e ilegales, le dio potencia económica”, indica Patiño.

El corso, con el intercambio de mercancías legales e ilegales, le dio a Vigo potencia económica

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Y es que, con el paso del tiempo, aquellos marinos comenzaron a adentrarse en la ría y a saquear también las embarcaciones que fondeaban en el interior. En este sentido, el investigador vigués comenta que “como Baiona era la población más importante, estaba muy bien fortificada, pero Vigo era una pequeña y nunca tuvo tan buena defensa. Fue ganando protagonismo porque los corsarios fondeaban en la ensenada de Teis, en donde existía una playa que iba desde la Guía hasta la actual comandancia. Se refugiaban allí y bajaban a tierra para ir a divertirse y a vender mucho de los productos que ya habían atrapado. Es por esto que, gracias a esa actividad, Vigo acabó fagocitando al resto de poblaciones y en dos siglos se convirtió en la ciudad más importante de la ría”.

En su momento, la situación estratégica de la costa viguesa llegó a tener tal relevancia, que incluso el conde de Beufort, general y almirante del rey francés Luis XIV le llegó a proponer en la corte “canjear” con el imperio español la ría de Vigo por territorios franceses en Flandes: “Si esto llega a ocurrir, quizás hoy hablaríamos francés”, dice Ramón Patiño, quien reconoce que, “tras años revisando manuscritos sobre barcos corsarios que perecieron en la zona, me sentí en la obligación de compartir esta historia. De Rande hacia Cíes hay localizados entre 15 y 20 pecios”.

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