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La Universidad de Vigo mejora las terapias de 200 niños ecuatorianos con trastornos de habla y autismo

Investigadores del centro atlanTTic desarrollan aplicaciones de inteligencia artificial que facilitan la obtención de diagnósticos más precisos y una atención más personalizada

Una escolar, interactúando con un avatar para mejorar las capacidades de comunicación. Cedida

Doscientos niños ecuatorianos con trastornos del habla y del espectro autista ya disfrutan de un mejor diagnóstico y una atención terapéutica más personalizada y motivadora gracias a las aplicaciones de inteligencia artificial desarrolladas por investigadores del centro atlanTTic. La cooperación que el grupo GSSI mantiene desde 2014 con universidades, escuelas y clínicas del país sudamericano ha permitido poner en práctica todo un ecosistema de instrumentos que, además de incrementar la productividad de los terapeutas, impulsa el rendimiento de los pequeños.

“Mejorar la precisión del diagnóstico ya tiene una repercusión enorme, pero gestionar de manera ágil toda la información que se genera durante la terapia diaria y la que tienen los propios terapeutas, los padres y los médicos incrementa mucho los resultados. Hemos ido aportando varias soluciones y los centros ecuatorianos están entusiasmados con cada una de ellas. Se trata de que la inteligencia humana y la artificial se complementen, cada una dando lo mejor de sí”, explica el investigador principal, Martín López Nores.

Los trabajos se desarrollan en el contexto del proyecto Pléthora, financiado por el plan nacional y que tiene como objetivo manejar y clasificar grandes volúmenes de datos. “Los trastornos del habla, de la comunicación y del espectro autista se suelen meter en un saco común, pero cada niño es un universo en sí mismo. Y no existe un único manual de cómo actuar con cada uno de ellos con garantías de éxito. Sin embargo, la inteligencia artificial nos ayuda a identificar circunstancias concretas de cada niño y puede ayudar a los familiares, terapeutas y médicos a establecer un diálogo y tomar decisiones más adecuadas”, detalla.

Recreación del entorno de comunicación con avatares. Cedida

Los escolares que participan en la iniciativa presentan un rango de trastornos muy amplio, desde dislalia o afaxia con diferente gravedad hasta problemas motores o parálisis cerebrales muy serias, así como autismo en grados muy distintos.

“Todos estos casos nos han proporcionado una base de conocimiento para identificar patrones de comportamiento, incluso aquellos que se pueden pasar por alto, y peculiaridades de cada caso. Y además somos capaces de relacionar cada observación, por ejemplo, la ejecución incorrecta de un dibujo, la velocidad del trazo o la presión excesiva sobre el papel con elementos diagnósticos”, apunta López Nores.

Un escolar, durante la terapia. Cedida

De esta forma, las aplicaciones desarrolladas desde atlanTTic facilitan en gran medida la labor de los terapeutas, que en la práctica diaria no disponen de mucho tiempo para cada niño: “Aplicar el mismo manual para todos es mejor que no hacer nada, pero no es lo óptimo”.

La supervisión de los ejercicios de lectoescritura es una de las labores en las que la inteligencia artificial les presta una valiosa ayuda. El sistema de los investigadores vigueses supervisa a los niños de forma automática y, si se desvían del dibujo que deben realizar o se equivocan de figura, les envía un aviso para que presten atención e incluso les proporciona un ejemplo.

Y si esto no funciona, el terapeuta recibe en un reloj inteligente o en su tableta una advertencia de segundo nivel, así como los detalles del error cometido, para que asista al niño.

Los lápices sensorizados permiten identificar distintos agarres. Cedida

Otra de las aplicaciones está relacionada con la adquisición de capacidades de comunicación mediante el uso de avatares que reproducen los movimientos y expresiones de una persona situada en otra sala. “Los niños se sienten mucho más cómodos interactuando con personajes de dibujos animados. Es más fácil romper el hielo y establecer una comunicación y de esta forma creamos un entorno que puede multiplicar su capacidad de atención y su motivación”, comenta.

La colaboración con Ecuador se inició en 2014 a través del primer profesor universitario que se desplazó a atlantTTic para poder aplicar la inteligencia artificial a este ámbito. Y desde aquella primera tesis, que sirvió para generar el marco de gestión del conocimiento, ya se han defendido otras tres y la cuarta estará lista en 2023. La mayoría de los investigadores ecuatorianos proceden de la Politécnica Salesiana, pero también de otras instituciones del país,

“Es un aporte mutuo. Ellos nos aportan un contexto de experimentación estupendo y nosotros les prestamos apoyo formativo. Además, en Ecuador la gente no tiene medios para permitirse una atención privada para sus hijos que ni siquiera existe como en España. Dependen de unas infraestructuras comunes donde hay poco personal para muchos usuarios”, añade.

Avatar de dibujos animados. Cedida

La quinta tesis, ya en marcha, explora una nueva línea muy prometedora relacionada con la generación de imágenes, vídeos o sonidos a partir de descripciones textuales. La idea es aplicar estos sistemas a la generación automática de cuentos personalizados que consigan la atención de estos niños.

Y uno de los retos es entrenar al sistema para que cree esos contenidos con ciertos márgenes de confianza: “Es un público muy sensible y resulta sumamente complejo recuperarse de una reacción adversa”.

Por ahora, los resultados están siendo tan satisfactorios que los investigadores vigueses quieren “replicar estas dinámicas de colaboración” en nuestro país.

Patrimonio rural y rutas de peregrinación

La atención a niños con problemas de comunicación es uno de los ámbitos en los que la inteligencia artifical puede complementar la imprescindible labor humana. Pero los investigadores de atlanTTic, junto con expertos de la Facultad de Historia y de otros grupos de la UVigo, también forman parte del consorcio europeo rurAllure que busca enriquecer la experiencia de los peregrinos animándoles a abandonar puntualmente las grandes rutas oficiales para descubrir el valioso patrimonio rural del continente.

Actividad para ciclistas organizada en la Fundación Otero Pedrayo. Cedida

El proyecto, que ya ha superado la primera evaluación de la UE con buena nota, ya ha empezado a abrir a los usuarios las plataformas digitales que mostrarán las rutas alternativas en los distintos países, así como otra información de interés y contenidos audiovisuales. “La prioridad ahora es crear una red de instituciones a nivel paneuropeo para capitalizar este know-how y proporcionar una base común. El proyecto acaba en 2023, pero ya tenemos contactos con agencias, asociaciones e instituciones locales, nacionales e internacionales para adoptar nuestra tecnología, hacerse eco de nuestras rutas recomendadas y plantear colaboraciones para concurrir a próximas convocatorias europeas”, destaca Martín López Nores.

En este sentido, también tienen planes concretos con agentes turísticos de Galicia y el norte de Portugal para presentar propuestas al programa Interreg.

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