“En breve esta casa inaugurará al público un nuevo establecimiento, para el cual se está construyendo en los mejores talleres de ebanistería de esa ciudad, de Barcelona y París, una elegante instalación, con todos los adelantos del comercio moderno. El propietario se encuentra actualmente en París haciendo importantes compras de los últimos modelos del mejor gusto [...] En breves días saldrá para Londres a comprar artículos de gran novedad para caballero”. Es parte del imponente anuncio publicado en las páginas del FARO DE VIGO en marzo de 1914: llegaba a la ciudad El Louvre, un proyecto comercial impulsado por Segundo Gil Dávila para ataviar a su “distinguida clientela” con ropa blanca de lujo, blusas, canastillas, echarpes o “vestidos de sociedad”.
Aquel establecimiento se instaló en un edificio de Porta do Sol, promovido por Leopoldo Arnaud en 1892 y ejecutado por el entonces arquitecto municipal Alejandro Sesmero. Ahora, 130 años después, la nueva propiedad del inmueble dispone de licencia municipal para las obras de rehabilitación integral del edificio y autorización arqueológica. Es el penúltimo vestigio de una edificación sin rehabilitar en la zona, después de la reforma completa de una plaza que ya ha tomado forma como punto neurálgico para vigueses y visitantes.
La promotora es la mercantil Amade SL, ahora domiciliada en Madrid y que preside Teresa Lilian Debelius Kinsey. Es una empresaria vinculada al sector del transporte (como consejera de Seur, miembro del patronato de su fundación) o la moda, ya que a día de hoy cuenta con un asiento en el consejo de la empresa de bolsos Reliquiae, cuya popularidad se ha disparado gracias a la reina Letizia. Pero también al de la construcción, con una promoción de tres chalés en la codiciada zona de Cabo Estai. Amade ha confiado el trabajo arquitectónico a Ramón Varela Barreras, que se encargará de la rehabilitación completa de las plantas superiores, toda vez que los bajos comerciales no son de propiedad de esta compañía.
En ambos casos, el estado de conservación es “es pésimo y peligroso, tanto en el estado de conservación de los acabados como el de la estructura y fachada trasera”, como expone la memoria de ejecución del proyecto. “Es necesaria una rápida intervención en el edificio –continúa– a fin de evitar un deterioro total del mismo, e intentar ponerlo de nuevo en funcionamiento por completo”.
El antiguo El Louvre –comúnmente conocido con los años como Lubre– albergará, junto con la segunda planta, varias viviendas. En la primera, donde estaba el comercio textil, están proyectadas tres viviendas, y otras cuatro en la segunda, dos de las cuales serán duplex “recuperando el aprovechamiento bajo cubierta permitido por la ficha de la edificación”. El proceso para esta rehabilitación se vio demorado hasta que Amade SL no se hizo con la propiedad de la parte superior del edificio. También existe un acuerdo con la comunidad.
El establecimiento fue impulsado por Segundo Gil Dávila, fallecido en 1954
El hecho de que sea prácticamente la única edificación sin rehabilitar en la Porta do Sol –el otro es el número 3 (del año 1907, según el Catastro), habitado pero en mal estado de conservación exterior– es un aspecto sobre el que llama la atención la promotora. “El aspecto estético actual de las fachadas, sin unidad y con numerosos elementos distorsionadores, y sobre todo de la cubierta, en chapa de fibrocemento sin teja, en mal estado, no es propio del entorno en el que se ubica el edificio [...] El presente edificio va a ser parte importante del escenario a dicha plaza, con lo cual entendemos que se trata de una intervención que pondrá en valor el entorno en el que se ubica”. En el momento de su construcción, el expediente de obra se refería a una edificación entre la calle Antequera y bajada al Desengaño.
El Louvre fue un exponente más de un Vigo que exhibía todo tipo de referencias comerciales innovadoras, como La Villa de París, La Maison de Blanc, Zapato Inglés o la Sombrerería Inglesa. “Señoritas que deseen dedicarse al comercio, con buenas referencias y con aptitudes suficientes para cajera, pueden dirigirse a esta casa”era uno de los anuncios clasificados encargados por Gil Dávila –fallecido en 1954– al Decano. Y el Louvre fue, con 150 pesetas, el mayor donante para la “Navidad de los humildes” a comienzos de los años veinte.
