La fibrilación auricular es la arritmia más frecuente. Uno de cada diez mayores de 80 años la padece. Por sí misma no mata, pero tiene dos riesgos importantes. Puede hacer que el corazón lata de forma extrema: muy lento, provocando mareos; o muy rápido, haciendo que se acumule líquido. Y también puede liberar trombos que viajen hasta el cerebro causando ictus o hasta los pulmones o piernas acabando en embolias. Es importante controlarla y tratarla. Y, para saber si en el Servicio de Cardiología del Álvaro Cunqueiro estaban haciendo las cosas bien o había puntos de mejora en sus protocolos, crearon un registro con unas 200 variables de los más de 16.000 diagnosticados en el área viguesa. Es el mayor registro activo de esta patología en España. Y, como tal, una fuente de información ingente de la que ya han salido dos tesis y diez publicaciones. Una de las últimas acaba de ser escogida entre las tres más relevantes del año en el Congreso Europeo de Cardiología.
Esta investigación, presentada por la doctora Andrea Lizancos, residente de cuarto año, se centra en el grupo de enfermos oncológicos. “Son pacientes muy poco representados porque se suelen excluir de los estudios. Las farmacéuticas suelen buscar pacientes con pronóstico mayor de un año y sin patologías que puedan condicionar los resultados”, explica uno de los coordinadores científicos del registro, el doctor Sergio Raposeiras. Pero hay personas con cáncer que también padecen esta arritmia y, además, es un grupo “con peculiaridades”: tienen mayor riesgo de sangrado porque el tumor está creciendo y por los tratamientos –la radioterapia hace que los vasos sean más delicados y la quimioterapia puede bajar las plaquetas–, pero también son más propensos a crear coágulos.
“Es un grupo de pacientes totalmente diferente al normal”, destaca el doctor. Por eso, querían saber si las escalas que usan con los pacientes con fibrilación auricular para saber si necesitan anticoagulación funciona también con ellos. ¿Qué descubrieron? Que no. No ayudan a predecir el riesgo de sangrado o de embolia. “Hay que individualizar la decisión en función del cáncer. De por sí, se debe anticoagular, salvo que lo vayas a operar, esté sangrando o haya otra cuestión que te limite”, explica el doctor Raposeiras.
Con esto, han mejorado la atención a estos enfermos. “Con el registro estamos aportando mucha información de pacientes que no solo son de Cardiología, sino que también son vistos por Medicina Interna, Atención Primaria, Urgencias...”, destaca el cardiólogo. De hecho, el Congreso Europeo de Cardiología seleccionó otros dos estudios del servicio vigués y estos también están relacionados con el registro de pacientes con fibrilación auricular.
Uno de ellos, presentado por el doctor José Antonio Parada, se refiere a pacientes con insuficiencia renal y diálisis y concluye que tienen mayor riesgo de sangrado que otros.
El otro, con el doctor Pablo Domínguez como investigador principal, versa sobre un trabajo en colaboración con un grupo de Taiwán. Los cardiólogos del Cunqueiro desarrollaron una escala para determinar quiénes se podrían beneficiar de un cierre de orejuela, un dispositivo que se coloca en personas que tienen mucho riesgo de sangrado pero no pueden anticoagularse. En el país asiático lo están validando con sus pacientes.
El registro, en el que colaboran todos los profesionales de Cardiología del Cunqueiro, está coordinado por los doctores Raposeiras y Emad Abu. El jefe de servicio, el doctor Andrés Íñiguez, es su responsable y también el impulsor de los trabajos. “El servicio creció mucho a nivel de investigación por él”, destaca Raposeiras que también subraya el importante papel del actual conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, cuando era gerente en Vigo, para la creación de este registro. “Lo apoyó mucho”.
Todos los datos del paciente en una misma pantalla
El Servicio de Cardiología del Álvaro Cunqueiro quiere integrar en un mismo sistema toda la información que tiene sobre su actividad y sus pacientes, obteniendo una visión unificada del enfermo cardiovascular desde una única interfaz. Para ello, el Servicio Galego de Saúde ha sacado a licitación un servicio de soporte por 167.827 euros.
La idea es unificar en una misma herramienta toda la información generada durante los procedimientos y procesos clínicos, así como la generada por todos los dispositivos empleados. Estos datos, actualmente, están en sistemas aislados –de equipamiento electromédico, de pruebas diagnósticas...– y, a menudo, no integrados con los sistemas corporativos. Se busca que complemente a la historia electrónica –IANUS–. Solicitan que se pueda consultar tanto desde ordenadores como de dispositivos móviles.
