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El elevado precio del gas, el combustible y la luz aumenta y adelanta las ventas de madera

Los consumidores temen que la leña siga el mismo camino que las otras fuentes de calor - El metro cúbico de eucalipto está entre 70 y 80 euros

Un miembro de la Comunidad de Montes de Coruxo trata la leña acopiada antes de su distribución a los clientes Ricardo Grobas

Recortar los gastos lo máximo posible en un escenario de inflación desmesurada. Es el objetivo que tienen entre ceja y ceja los ciudadanos de Vigo que se han lanzado a comprar leña a empresas privadas y comuneros a falta de varias semanas para la llegada del frío –lo habitual es esperar a finales de septiembre u octubre–. El aumento de los importes en las facturas de luz, gas y gasoil, así como la incertidumbre por el corte de gas de Rusia, ha puesto en alerta a los consumidores: algunos se han decantado por cambiar la electricidad o los combustibles por la madera para calentar sus hogares y dar vida a las cocinas y fieles a esta materia prima han adelantado sus compras por miedo a que el precio engorde con el paso del tiempo. Resultado: se han disparado las ventas de leña este mes.

Lo confirma el presidente de la Comunidad de Montes de Coruxo, Antonio Álvarez. Asegura que, en las últimas semanas, se ha registrado un “aluvión de pedidos bastante grande”. “Suponen bastantes más que en septiembre del año pasado. No sabemos si esta tendencia se va a mantener, pero creemos que sí, que se va a vender más leña este año. Sería totalmente lógico vistos los precios del resto de opciones”, explica antes de dejar claro que, por ahora, no se plantean subir el precio de la madera. “Los hemos mantenido. Tendremos que valorar más adelante si lo cambiamos, hacia final de año. La subida del precio de los combustibles también nos afecta negativamente: es más cara la extracción de la madera”, reflexiona.

La Comunidad de Montes de Coruxo es la única del municipio que vende leña. Distribuye a particulares y empresas. El precio del metro cúbico de eucalipto, según señala el presidente de la entidad, está a unos 70 euros, aunque puede ir hasta los 80. La especie más cara es el carballo, de mejor calidad: llega a unos 100 euros. “Lo que más sacamos es eucalipto porque queremos reducir su presencia en los montes, lo que permite que sea la más vendida. Tenemos muy poca leña de carballo, no nos interesa tanto cortarla, aunque es la mejor que existe: tiene mucho más poder calorífico y se mantiene más tiempo ardiendo que la de eucalipto”, indica Álvarez.

Una casa puede necesitar en torno a 3 o 4 metros cúbicos de leña para cubrir las necesidades de todo el año, por lo que es más económica y, como recuerda Álvarez, más respetuosa con el medio ambiente. “Su uso, además, contribuye a la lucha contra los incendios. Yo caliento mi vivienda con madera y no la cambiaría por nada. Es el mejor calor que existe”, asevera. Precisa, eso sí, que cambiar la instalación de un hogar para adaptarlo a esta materia prima tiene su coste, lo que, en algunos casos, desanima a los inquilinos a apostar por esta solución. “Hay sistemas muy potentes que funcionan de maravilla. Se ha abandonado este recurso durante muchos años y, ahora, parece que puede volver a tener éxito”, apostilla.

La mayoría de los clientes buscan leña para calentar sus hogares, pero también hay quien la quiere para cocinar. En el grupo de consumidores, destacan los que cuentan desde hace años con esta materia prima en sus casas y empiezan a aparecer los que se han cambiado del gas, la electricidad o el combustible debido a la destacada alza de precios que han experimentado en los últimos meses. En todo caso, su objetivo es hacer acopio para evitar tener que desembolsar cantidades mayores más adelante ante el temor a una subida de los precios o problemas de suministro.

Esta creciente apuesta por la madera abre una nueva oportunidad para poner todavía más en valor la importancia de cuidar el monte. Así lo ve el presidente de la Mancomunidad de Montes de Vigo, Uxío González, que cree que esta situación podría venir acompañada de la puesta en marcha de campañas para fomentar el respeto por el pulmón verde de la ciudad, en el que todavía sigue pendiente la creación de un anillo verde contraincendios.

Otra opción a la que recurren los consumidores es el carbón. Se trata de una fuente de energía muy demandada, pero está bajo mínimos debido a la prohibición de importar este combustible fósil desde Rusia y a los problemas de transportes que experimenta Cuba, dos países que, habitualmente, han fornecido a España de esta materia prima. A esto, se suma que la extracción de carbón de zonas del Estado como Extremadura es enviado a países europeos como Alemania, donde su precio es mayor, por lo que logran más rentabilidad. El coste, en todo caso, también ha visto reflejadas las consecuencias de la inflación: ha subido en torno a un 40%.

La invasión rusa de Ucrania “golpea” a los clientes de pellets: hay menos y está más caro

Hay consumidores que han optado por las estufas de pellets para combatir la crisis energética en sus hogares. Las tiendas ya perciben este aumento de interés por un recurso en auge que no se libra de la inflación por el aumento de la demanda y la escasez derivada de la suspensión a la importación certificada de Rusia. Se decantan por esta opción ante la escalada de precios del gas, la electricidad y el combustible.

Comienzan a escasear los pellets y la gente empieza a agobiarse, por eso hasta se ven colas en algunos negocios. La instalación de las calderas, sin gran complejidad, es uno de los puntos fuertes de este recurso, cada vez más presente en las casas. Y es que, como defienden desde el sector, a pesar de que su coste ha aumentado en los últimos meses en torno a un 30 o 40%, “sigue siendo más económico” y más ecológico– que las fuentes de calor más habituales.

“Una bolsa de pellets cuesta hasta 6 o 7 euros. Para generar las mismas calorías en gasóleo, hay que gastar el doble”, explican fuentes expertas del gremio. Al igual que ocurre con la leña, los consumidores, por el temor a que los precios aumenten con el comienzo de las temperaturas bajas o haya dificultades para encontrar existencias, han decidido hacer acopio en los últimos compases del verano.

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