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“Tras doce años muy duros puedo empezar de cero, por fin puedo empezar a vivir”

El juzgado cancela una deuda de 212.000 euros a un vigués que entró en concurso de acreedores por los impagos acumulados tras cerrar su cafetería

Acceso al viejo edificio de los juzgados, donde se ubican los tribunales de Primera Instancia. ALBA VILLAR

A Juan, un vigués que hoy tiene 38 años, la crisis económica de 2008 le golpeó de lleno. El nombre es ficticio porque prefiere proteger su identidad, pero su historia es muy real. En 2010 tuvo que cerrar su cafetería. “Todos los acreedores empezaron a echárseme encima”, recuerda. Fue encadenando empleos, pero las deudas heredadas de aquel negocio hostelero, lejos de menguar, no hicieron más que crecer. Los préstamos que pidió y los microcréditos de los que también echó mano lo ahogaban. Un fondo buitre se hizo con uno de ellos. “Me reclamaba el doble de lo que yo había pedido”, cuenta, rememorando el “acoso” al que lo sometieron a base de llamadas telefónicas. A ello se unió lo que adeudaba a la Seguridad Social por la cuota de autónomo de cuando regentó el bar. Un cóctel que no le permitía avanzar.

Hoy este hombre respira “aliviado”. “Tras 12 años muy duros por fin puedo empezar de cero, por fin puedo empezar a vivir”, afirma. Porque tras tomar la difícil decisión de entrar en concurso de acreedores un juzgado de Vigo, el Juzgado de Primera Instancia número 9, le ha cancelado prácticamente el 100% de las deudas que tenía, por importe de más de 212.000 euros, en virtud de la Ley de Segunda Oportunidad, en vigor desde 2015 y que cada vez tiene más presencia en los tribunales de la ciudad olívica. En los últimos años se han disparado los concursos de acreedores de familias ahogadas por los impagos, que han llegado a superar a los de las empresas con una media de un asunto diario.

Seguridad Social

Concretamente, en el caso de este vigués en la actualidad afincado fuera de Galicia la magistrada ha acordado la exoneración del pasivo insatisfecho, teniendo que pagar únicamente poco más de 2.000 euros, correspondiendo la mayor parte de esta cuantía al importe de la deuda con la Seguridad Social: pese a los alegatos emitidos por esta administración pública, que se oponía a la concesión del beneficio, fue reducida únicamente al importe principal –sin intereses ni recargos–. Al tratarse de un crédito público y por tanto considerado privilegiado, fue sometido a un plan de pagos a cinco años. “Se queda en una cuota mensual de apenas 30 euros, que es más que asequible para el deudor”, afirma David Alfaya Massó, del despacho Asesority Abogados, especializado en reclamaciones bancarias y en este tipo de pleitos de la Ley de Segunda Oportunidad y que fue el abogado que representó a este hombre en este procedimiento que arrancó en 2019, que fue cuando fue declarado en concurso de acreedores.

Desde que en 2015 se aprobó esta ley los concursos de acreedores dejaron de ser exclusivos de las empresas. “Todavía es un mecanismo muy desconocido. Pero, ante una situación de endeudamiento, si se cumplen una serie de requisitos, como haber actuado de buena fe, haber procurado un acuerdo extrajudicial previo y que el importe debido no sea superior a cinco millones de euros, se puede conseguir exonerar las deudas de particulares y autónomos”, añade Alfaya, que entre los casos que lleva en la actualidad está el de otro vigués que, a raíz de figurar como avalista de una empresa, ha acumulado impagos por valor de más de 900.000 euros. El proceso para tratar de beneficiarse de la exoneración del pasivo es largo, eso sí, ya que la tramitación judicial suele prolongarse entre un año y medio y dos años.

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