De su nacimiento en el barrio de La Elipa hasta el bar Sinatra (donde actuó ayer) y el Náutico de O Grove (hoy, a partir de las 20.00 horas) han pasado cuatro décadas pero Burning, la histórica banda de rock, sigue más activa que nunca. Y en este caso, recala en Galicia acompañados por el artista local Miguel Costas. Himnos que marcaron a varias generaciones y un nuevo álbum con el que buscan perdurar la esencia más rockera y canallesca de su música conforman el menú de estos conciertos.

–Llegan a Vigo con un bagaje de decenas de conciertos pero las ganas no se pierden. ¿Notan también este feedback del público?

–Totalmente, siempre nos encontramos con un público muy agradecido y nosotros desde el escenario lanzamos todo lo mejor que tenemos durante nuestras cuatro décadas haciendo canciones, más de 2.000 conciertos y sí notamos este feedback muy positivo, y siempre es un placer estar aquí. Aparte tenemos la sorpresa de que tocamos con un grande de aquí como es Miguel Costas. Nunca se sabe que puede ocurrir en estos conciertos porque hemos mezclado canciones y podemos tocar temas de Burning o de Siniestro.

–Un grupo como el suyo, que ha pasado por grandes escenarios, les gusta este formato o las pequeñas salas os define más.

–Yo elegiría el sitio donde esa noche esté la magia. Los conciertos, afortunadamente, no son ninguno igual. Me encantan los sitios pequeños porque veo los ojos de la gente, la reacción, los músculos, la sonrisa... Y eso también puede ocurrir en grandes escenarios ante miles de personas. Yo me quedaría donde se crea la magia porque no ocurre todos los días.

–Estas salas fueron y dieron comienzo a Burning. También fueron las más afectadas por la pandemia; conciertos como el de ayer y hoy son un homenaje a ellas.

–Nosotros empezamos en los 70 y 80 en pequeñas salas de nuestra ciudad, y tenemos que agradecerle toda nuestra vida, que hayan apostado por la música en directo porque los festivales llegaron muchísimo después. Yo también tengo un pequeño bar con conciertos y nos ha hecho muchísimo daño estos dos años de pandemia, porque se han cerrado los sitios y los músicos y técnicos nos veían desde el cristal de las casas sin saber qué iba a pasar. Lo que más nos gusta hacer es tocar y sin eso no hay futuro. Volver a estos locales es un placer.

–¿Entendería su música sin directos o con el formato del año pasado? Gente sentada, sin movimiento...

–Cuando tocas este tipo de música, yo respeto todos los estilos de música, pero cuando tocas rock tienes que estar muy conectado con el escenario, saltar, bailar, gritar... Yo toqué dos veces en pandemia y fue duro, ver cómo si alguien se levantaba había personas que los mandaban sentar, no sé, fue duro.