La escalada inflacionaria es global y ha forzado una respuesta unívoca y directa de todos los bancos centrales para intentar frenarla. Pero, aún siendo un mal de muchos, el daño a las carteras sigue yendo por barrios. En Vigo, en particular, se ceba con los conductores particulares y el transporte profesional, entre los que el diésel es el carburante más utilizado. De acuerdo a los registros oficiales del Ministerio para la Transición Ecológica, el litro de gasóleo se pagaba ayer de media en las estaciones de servicio de Vigo a 1,97 euros.
Pese al abaratamiento registrado en las últimas semanas, de nuevo la ciudad olívica ha escalado a los primeros puestos de España, solo por detrás de la cotización de Bilbao y Sevilla (1,99 euros el litro en ambos casos). Para un depósito de 55 litros de un turismo, y en caso de llenar el depósito cada quince días, los ciudadanos vigueses gastan hasta seis euros más cada mes que el promedio de las principales ciudades de toda la España peninsular.
Lo mismo sucede al comparar los precios del gasóleo en Vigo con lo de las demás ciudades gallegas, donde, a excepción de Ourense, resulta más económico repostar el vehículo. Si un depósito cuesta de media 108,35 euros en el caso vigués, en las estaciones de servicio de Lugo (con el litro a 1,91 euros) se pagan unos tres euros menos. El hecho es que el coste de los carburantes en Galicia se mantienen por encima del promedio nacional, sin que existan motivos tributarios que lo justifiquen. Fue el exministro popular Cristóbal Montoro, en las postrimerías del mandato de Mariano Rajoy, quien unificó para todas las comunidades el gravamen denominado céntimo sanitario, que la Xunta había fijado en su tasa máxima (4,8 céntimos por litro) desde el año 2014.
