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El peligro del arte pasado por agua

Las humedades que generan unos okupas en el número 5 de López de Neira llegan al centro de exposiciones Alpide, cuyos cuadros corren el riesgo de verse perjudicados

Vista del edificio okupado en López de Neira, donde se encuentra el centro de arte Alpide. PABLO HERNÁNDEZ

Fue durante la etapa del confinamiento por la pandemia cuando varios okupas entraron en el número 5 de López de Neira. Buscando un lugar que poder habitar, acabaron dando con dos plantas completamente vacías, que no dudaron en invadir. Allí hubo muchos que estuvieron bastante tiempo, hasta que gracias a la denuncia de Carlos –el propietario del edificio– las autoridades acabaron desalojando a los de la cuarta y un ala de la tercera. En ese espacio resisten otros cuatro individuos (dos hombres y dos mujeres) según comentan los vecinos de la zona, que están causando un importante problema. Además de las trifulcas y los ruidos que más de una noche han despertado a las personas con las que comparten inmueble, las humedades que producen –no se sabe si adrede o desintencionadamente– están perjudicando a la segunda y primera planta del edificio, donde se encuentra el centro de arte Alpide, que cuenta con cientos de cuadros que pueden verse afectados.

Según fuentes cercanas, el caso que todavía incordia a numerosos residentes de esta calle “está denunciado” a causa de los “follones que arman por la noche”. “Ya hubo más que los que hay”, recuerdan, indicando que ahora mismo los pisos en los que finalmente intervino la policía con orden judicial se encuentran tapiados.

“Son unos guarros porque dejan las escaleras sucias, los vecinos se quejan de ellos por los ruidos que hacen”, apuntan además, señalando que no suelen ser agresivos con los vecinos, sino más bien “entre ellos”. “Ha habido peleas y en algunos casos ha llegado a venir la ambulancia”, inciden, haciendo hincapié en que (aun no pudiendo asegurarlo) sería gente que padecería diferentes adicciones a drogas.

Tal como apuntan, actualmente estarían viviendo cuatro individuos en el ala de la tercera planta que falta por tapiar, pero “como entra y sale mucha gente” realmente no saben quienes y cuántos son los que residen allí habitualmente. El otro problema, a mayores del barullo que arman, llega por las humedades que ocasionan y que además de reflejarse en la segunda planta se llegan a sentir en la primera.

Allí se encuentra el centro de arte Alpide, que guarda centenares de cuadros que conviven con este exceso de agua en el ambiente, algo que hace que las pinturas corran el riesgo de verse perjudicadas y obliguen al propio espacio a rehabilitar sus techos. Y es que la humedad puede llegar a pudrir y agrietar la pintura o la madera; oxidar metales; y generar hongos o bacterias.

La construcción entera está en estos momentos en venta, asegura Carlos, su propietario, desde A Coruña, reconociendo que la intrusión de los okupas –que llevan allí más de dos años– ha dificultado las operaciones. Pese a ello, el inmueble –que data del año 1900, tiene 933 metros cuadrados y se vende por 990.000 euros en su conjunto– no ha dejado de despertar el interés de distintos compradores.

Tal como comenta, se enteró de que habían entrado en su edificio cuando le preguntaron si tenía nuevos inquilinos. Evidentemente dijo que no y entonces se dio cuenta de la realidad. “Ahora solo quiero que todo se acabe”, afirma, algo que –confía– será pronto, pero dando por hecho que no recuperará las pérdidas que le han ocasionado.

Un infierno tras el fuego de 2021

El centro de arte Alpide sufre ahora de humedades y hace prácticamente un año lo hacía por culpa del fuego. Un incendio dentro de esta galería ubicada a muy pocos metros de Príncipe dañaba entonces –en octubre del pasado 2021– cerca de 50 pinturas. Entre las grandes obras afectadas se encontraba un Laxeiro que resultó ser devorado por las llamas de un drama que ahora se repite pero es protagonizado por el agua.

La deflagración –que precisamente se produjo cuando los okupas ya estaban y supuestamente fue a causa de un cortocircuito– fue sofocada por los bomberos a media tarde, tras comenzar sobre las dos y media. Parte del techo quedaría afectado tras el siniestro, así como numerosos lienzos que terminaron siendo destruidos.

Además de la pintura de José Otero Abeledo, propiedad del dueño de esta galería –que lleva más de una década en el sector guardando antigüedades y haciendo exposiciones de cuadros de maestros gallegos–, también se perdieron en el camino otras obras de artistas como el vigués Xosé Telmo Lodeiro, el pontevedrés Rafael Alonso Fernández y el ourensano José Manuel Vidal Souto.

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