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“Mi vocación es de Dios y no mía”

Del fútbol al convento, Diana halló el camino al culto tras su enfermedad

Diana agarrando un balón de fútbol, ayer en San José de Cluny (Vigo). JOSE LORES

Sor Diana de la Eucaristía López Chavanel tenía 29 años cuando su vida cambió. Una oclusión intestinal le hizo perder mucho peso en poco tiempo, viéndose severamente afectada. Al principio, los médicos decían que el dolor era psicológico, no fue así, y acabó entrando en quirófano, de donde salió favorablemente bien. Recuperada, más de una década después, esta mujer vinculada al fútbol sala (una de sus grandes pasiones) dará el sí definitivo como hermana de la congregación de San José de Cluny. “Aquella fragilidad me hizo experimentar lo que es la criaturidad, ser alguien creado por Dios”, confiesa con emoción a FARO. La suya la define como "una larga historia” cargada de devoción.

Era solo una veinteañera cuando se acercó por primera vez a las misioneras, yéndose seis meses a una comunidad para finalmente volver y descartar la vida religiosa. No se veía en ese momento. “Me generó miedo enfrentarme a algo que podía ser duro”, reconoce sobre aquello, que en verdad es lo que le hacía feliz.

Tras ello, esta viguesa en adopción –nacida en Las Palmas de Gran Canaria– volvió a la ciudad olívica, donde colaboró como asociada laica en San José de Cluny. No sería hasta años más tarde, precisamente con el paso de su enfermedad, que la llevó a conocer la limitación física, cuando ingresaría en el noviciado.

Ocurrió en 2014 y solo dos años después realizó la profesión religiosa, también en la capilla del colegio vigués. Ahora, ha vuelto al centro que la vio crecer, donde se crio y del que fue alumna. Acompañada de sus familiares y amigos, dará un nuevo paso hoy y se convertirá en hermana de la citada congregación religiosa.

“Los nervios son lógicos, genera cierto vértigo la seriedad del compromiso”, dice, pero no por ello se echa atrás. Más que nunca está convencida de su futuro. “Hay veces que se vincula la vocación a la juventud”, añade a sus 42 años, evidenciando del mismo modo su absoluta devoción: “Soy consciente de que mi vocación es de Dios y no mía”.

Diana, que actualmente presta sus servicios en el San José de Cluny de Pozuelo de Alarcón, a donde volverá tras su estancia en Vigo, también tuvo una experiencia con las hermanas de La Plata (Argentina). Es maestra y entre sus pasiones destaca la música y el deporte. Especialmente el fútbol sala, tras varios años adiestrando a diferentes equipos.

“Con un ojo avizor” por si surge la oportunidad de volver a las pistas, pues las plazas de entrenadoras están ocupadas en estos momentos, no cierra la puerta y se muestra a disposición de retomar la actividad si es preciso. “Lo dejé por las circunstancias, vamos en función de las necesidades”, sentencia, sin ocultar que “hay ganas”.

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