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Jesús García Lourido | Vicario parroquial de Santiago El Mayor y cura más joven de Vigo

“La Iglesia no está muerta, es una realidad más minoritaria”

“Nunca me he planteado abandonar la llamada porque seamos menos”

Jesús García, en la entrada de la parroquia de Santiago El Mayor. Marta G. Brea

A Jesús García se le puede ver abriendo las puertas de Santiago El Mayor sobre las diez de la mañana. A hora y media de que empiece la misa, el vicario parroquial atiende a FARO. Estos días, en pleno debate por la marcha de los jesuitas de la ciudad y el cierre de San Francisco Javier, previsto a finales de junio de 2023, es imposible no cuestionarse qué es lo que falla en la vocación: cuya ausencia es la causa principal de la falta de relevo. El hombre, que hace solo dos años salió del seminario, responde a esa y otras cuestiones, dejando ver que entre el presente declive hay "un resurgir” en la fe de las nuevas generaciones. El cura más joven que ejerce en Vigo (tiene 30 años) considera vital buscar nuevos métodos de evangelización y evidencia que él es muy feliz con la vida que ha escogido. Esa que nunca se le ha pasado por la cabeza dejar atrás.

–¿Hay falta de párrocos?

–Ahora mismo no hay una cantidad de vocaciones muy numerosas como había hace 50 años. Creo que es fruto de la sociedad en la que vivimos, pero tampoco hay que ver un panorama sin esperanza.

–¿A qué achaca esto?

–El panorama social ha cambiado profundamente. Es muy difícil conocer simplemente una realidad por oídas. Desde la familia no se enseñan los valores cristianos ni se vive la fe desde la cuna por así decir. Muchas veces veo que la gente prejuzga una realidad, que es la Iglesia o la fe, sin llegar a conocerla.

–¿Cómo ha de evitar la Iglesia que esos prejuicios no afloren?

–Mostrando con naturalidad lo que nosotros sentimos o vivimos. O esa es al menos mi filosofía. Yo soy plenamente feliz siendo sacerdote.

–Volviendo a la ausencia de curas, ¿debe preocupar? ¿Hay relevo?

–El problema es evidente, claramente el seminario no está bien. No obstante, ahora hay un grupo grande de chicos y de chicas que atiendo. Creo que estamos en un resurgir de la fe. Pequeño, no de grandes masas, pero sí con cristianos verdaderamente convencidos y que desean hacer la voluntad de Dios. Eso creo que repercutirá en el seminario. Estamos en un momento en el que puede haber un resurgimiento.

–¿Si se acentúa el problema, en el futuro pueden tener cabida las mujeres o los laicos a la hora de poder presidir misas o confesar?

– Hay que partir de que la realidad sacramental, es decir celebrar la eucaristía, la confesión y demás, solo le pertenece al sacerdote por ministerio, pero todos, hombres y mujeres, desde nuestro bautismo somos sacerdotes profetas y reyes, y debemos ejercer nuestro sacerdocio en la vida cotidiana. Todos tenemos una función en la Iglesia. La comunidad no tiene que dejar de reunirse, porque puede seguir escuchando la palabra de Dios y puede seguir comulgando. Pero no será el laico el que celebre la eucaristía o confiese porque eso pertenece simplemente al sacerdote. Ahí no va a haber un cambio porque –reitera– es una realidad sacramental.

–Todo ello, poniéndose en el peor de los casos, ¿aunque dejase de haber sacerdotes y no pudiesen mantenerse estas actividades?

–Sí. Hay que buscar una nueva fórmula de congregar y de unir. No es una realidad que no esté presente en el resto de lugares. Hay sitios en el que el sacerdote sólo puede ir una vez al mes, pero eso no quiere decir que la comunidad se deje de reunir. Continúa juntándose y celebrando aunque no sea una eucaristía, sino una liturgia a la palabra. Cambia el tipo de evento, pero puede seguir vivo y arraigado a la fe.

–¿Qué ha cambiado de su generación, cuando se estaba formando, a la generación actual?

–Hay un panorama muy distinto en la fe de los jóvenes. La Iglesia no está muerta ni mucho menos, simplemente es una realidad más minoritaria que hace 20 o 30 años. Pero eso no quiere decir que sea peor. La clase de compromiso que adquieren los católicos jóvenes es mucho mayor que la de hace años.

–¿Se ha planteado dejar su carrera viendo el panorama?

–Nunca me he planteado abandonar la llamada porque haya más o menos gente. Eso te da incluso más ilusión porque hay mucho que hacer y seguir trabajando.

–¿Tiene que mejorar algo la Iglesia a la hora de comunicar las actividades que hacen los jóvenes?

–Siempre estamos tratando de mejorar y debemos mejorar porque si no nos quedaríamos estancados. Ahora se está intentando dar mucha difusión de las iniciativas que se hacen a través de redes sociales. También es preciso el contacto personal. Al final es lo más importante.

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