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Mil firmas y un mes para salvar el templo de San Francisco Javier

Vecinos se movilizan en masa para impedir que el barrio se quede sin su mítico lugar de culto

Vecinos de Sanjurjo Badía rellenando el formulario para impedir que San Francisco Javier cierre en junio de 2023. Marta G. Brea

Es miércoles y los vecinos de Sanjurjo Badía no dan crédito a la noticia que más está en boca de todos. No es el concierto de C.Tangana, pese al revuelo que causó el paso de El Madrileño por la ciudad, sino el futuro cierre de la iglesia de San Francisco Javier, previsto para junio de 2023. Entre los lamentos y la impotencia de la gente, a la que ayer se podía ver en grupos, hablando preocupada sobre qué harán cuando se queden sin parroquia, tres vigueses recogían firmas para que su lugar de culto no desaparezca del barrio de Teis.

El objetivo es juntar mil en un mes para enviarlas a la dirección de los Jesuitas de España, que habría tomado esta decisión según el actual cura de la iglesia, Fernando López. Tras comunicarle a sus feligreses que la parroquia está en riesgo, Mara Nogueira, Lucía Martínez y Antonio Montero no dudaron ni un segundo. A iniciativa propia, llevan desde el lunes distribuyendo formularios por comercios, cafeterías y demás locales, a fin de informar sobre esta situación, recabar apoyos, y remitirlos hasta la capital española en forma de cartas.

“Quien quiera sumarse a esta campaña simplemente tiene que escribir el texto y mandarlo”, dice Mara, dispuesta a emprender un nuevo trayecto desde lo alto de la calle para seguir repartiendo estos papeles. En el interior de los mismos, cuatro espacios a rellenar (nombre, DNI, fecha y firma) y una clara intención: evidenciar su rotunda oposición al abandono injustificable que para ellos representa el cierre, pues les obligará a trasladarse a otras lugares de culto alejados y con difícil acceso para las personas mayores. La mayoría.

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Un siglo de jesuitas en Vigo

En esta línea, apuntan a que la razón de peso es “meramente económica y nada apostólica”, contraria por tanto “a la buena práctica cristiana”. Asimismo, destacan el desconocimiento que todavía predomina entre los vecinos en relación al tema, ya que hay muchos que no se han enterado del incierto futuro que les espera.

“Mientras estamos activos podemos hacer muchas cosas, que nos condenen simplemente porque son mayores no me parece normal”, agrega Mara, dando fe de que los vecinos se han empezado a movilizar y mostrándose esperanzada de cara a una posible salvación. “Creo que es posible, porque la parroquia mueve a bastantes personas y las personas están bastante implicadas. Todo se mueve mucho”, manifiesta al respecto.

En general, Sanjurjo Badía amaneció ayer preocupada, en algunos casos indignada con el previsible cierre de su parroquia y en otros con gran incertidumbre. “Me parece una aberración, teniendo en cuenta que esto es un barrio mayoritariamente de gente de la tercera edad, viejos como yo, y que aquí no hay ninguna iglesia más a la que ir”, asevera un hombre que pasea por la calle, dejando claro que una vez que cierre no habrá alternativa. “Ajo y agua, como siempre sucede aquí”, exclama. “Para una iglesia que nos queda cerquita… ¿Después a dónde iremos?”, se pregunta otra señora, en su caso desde una parada y antes de coger el autobús: “Mal, muy mal, con mucha pena de que pase eso”.

Feligresas y feligreses en la iglesia de San Francisco Javier. Marta G. Brea

Del interior de San Francisco Javier salía a media mañana Camilo Simón, mostrándose también desilusionado con la decisión del cierre. “Para las personas que habitualmente venimos aquí va a ser difícil de digerir porque son personas ya mayores y las parroquias que tenemos más cercanas están más o menos a un kilómetro de aquí. No es que sea mucho pero mucha gente dejará de asistir a cultos”, señala en este sentido, resaltando que su clausura “va a hacer daño” a la gente del barrio.

Mucha de esa gente se reunió ayer en el interior de la iglesia, con el objetivo de evidenciar su malestar y descontento tras una jornada de idas y venidas. Firmas por aquí y por allá, con diferentes sensaciones pero un mismo objetivo: el de no quedarse sin el lugar en el que pueden conectar con su religión.

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