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Organizarse para revivir los muebles abandonados

El fenómeno del ‘stooping’ llega a Vigo con fuerza: “Crear una comunidad así es bueno para la gente y para el medio ambiente”

Magali Navarro JOSE LORES

Un día, en plena cuarentena, Magali Navarro daba un paseo por una zona próxima a la alameda de Bouzas. Recién llegada de Argentina para quedarse a vivir en la ciudad, sabía bien lo que significaba tener que amueblar una nueva casa. En su camino se encontró dos sofás tirados en la basura: “Estaban como nuevos y me dio una pena terrible verlos allí. Iba a llover y yo no podía llevármelos”. Así que les sacó un par de fotos y se las llevó a casa para contarle a su pareja la oportunidad que se le había escapado. Poco después, las compartió en sus perfiles sociales escribiendo una reflexión sobre cómo, a veces, las personas desaprovechamos las cosas que todavía tienen valor.

La repercusión fue inesperada. Desde su círculo de gente, comenzaron a animarla a que continuase y que abriese un perfil desde el que compartir este tipo de hallazgos. No lo dudó mucho y, en marzo de 2021, arrancó la comunidad Stooping Vigo y alrededores (@stoopingvigo en Instagram). Creaba así la delegación viguesa de un movimiento que ya está atravesando medio mundo. El fenómeno se hace llamar stooping y trata de recuperar, restaurar y reutilizar principalmente muebles que otras personas abandonan o desechan en la calle.

Arrancó en ciudades como Nueva York, cuya comunidad es ya de casi medio millón de personas. Con el éxito que obtuvo, se fue replicando en otras ciudades de Estados Unidos y, en poco tiempo, llegó al Estado español aterrizando en Barcelona y Madrid, donde los seguidores ya se cuentan por decenas de miles.

En pleno fervor de la sociedad de consumo, donde las multinacionales ofrecen muebles low cost a precios ridículos, esta iniciativa parece ir contracorriente: “Es otra manera de entenderlo. Es triste, pero muchas veces, con este tipo de industria, sale más cara la mudanza que comprarte unos muebles nuevos. Ese es un factor determinante, en mi opinión”, argumenta Magali Navarro, organizadora de la nueva comunidad.

Además, no es casual que las personas más implicadas en esta comunidad local e internacional sean jóvenes. Y aunque a priori pudiese asociarse a la precariedad del empleo juvenil, que también, los hechos hablan de un cambio de conciencia transversal donde el medio ambiente y el cuidado del planeta está en el centro del discurso: “Crear una comunidad así es bueno para la gente y para el medio ambiente”. “Si reciclas un mueble en vez de comprarlo, estás favoreciendo que tu huella de carbono se reduzca de una manera excepcional”, añade Navarro.

Desde que comenzó, la cuenta de Instagram que ella gestiona experimenta un crecimiento continuo e incesante. “La gente está respondiendo de maravilla”, reconoce. De hecho, otras cuentas significativas de la comunidad a nivel español comparten sus contenidos y hace que su alcance siga aumentando.

Cómo participar

Para entrar a formar parte de esta comunidad hay dos vías. Una de forma más pasiva, que consiste en simplemente seguir sus publicaciones en redes “y aprovechar las oportunidades que salen casi todos los días”. También dándole difusión. Y otra, más activa. Para ayudar a Navarro y a este nuevo movimiento, la gente le envía fotos casi diariamente junto a unas coordenadas o una dirección lo más exacta posible. “La verdad es que recibo muchas oportunidades. Yo las cuelgo con la dirección y, luego, el que llegue primero y lo necesite, se lo lleva”, remata.

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