¡Qué placer reencontrar a un director de cine gallego al que admiré al final de los años 70 y que conocí, cuando yo era un periodista novato, elaborando un amplio reportaje sobre el nuevo cine gallego! Hablo del orensano Miguel Castelo, que pasa unos días en Domaio en casa de su hermana Lola Castelo, recién llegado del Festival Internacional de Melgaço (Portugal). Ahora hablan del nuevo cine gallego pero en su prehistoria estuvo en los años 70, en que se dio el salto dado al 16 y 35 mm desde el Súper 8, gente como Miguel Gato, Víctor Ruppen, Baixeras, Antonio Simón o él mismo, a quien se le considera una pieza fundamental en la maquinaria cinematográfica de esa década, y eso sí que era hacer cine en precario No olvido de este Castelo su O pai de migueliño, que se estrenó en 1979, el primero de otros tres títulos más suyos, que sentó un precedente en nuestro cine porque adapta el relato de Castelao a la gran pantalla. Formó parte del equipo que administró en los 80 las primeras ayudas públicas al cine gallego, condujo como crítico cinematográfico el programa televisivo Do cinema galego... ¡Qué bueno reencontrarlo, por el azar de un libro de Patricia Rivas que él prologa y del que hablaremos, tras tantos años, aunque se hayan pasado como un rayo!

Ignacio Vilar, cineasta de pro

De cine sabe mucho también Ignacio Vilar, un ourensano de Petín establecido hace mucho con su productora (Vía Láctea Films ) en Vigo y cuyo trabajo cinematográfico prestigia a Galicia. Recordemos Pradolongo, Vilamor, A esmorga, Sicixia, Marí Soliña.... que son largometrajes pero con cortos o admirables documentales en su haber como el que me encantó ayer aunque salió a la luz en 2000, A aldea, o antigo e o novo, que retrata la vida en caída libre de 5 aldeas gallegas en progresivo abandono cuando se mueran sus últimos habitantes. ¡Qué belleza en formas y qué testimonial en fondos!

Y la novela de Félix Bello

Fijáos qué casualidad. Yo voy a presentar en septiembre u octubre el último libro del escritor avecindado en Vigo Félix Bello, que es una novela de intriga del rural gallego titulada El horrible destino del alemán de Leirín. Es un relato novelado sobre el crimen de Santoalla, el asesinato del holandés Martin Verfondern a manos de algún vecino de la zona. Al leerlo pensé que era una historia ideal para llevar al cine por Ignacio Vilar y le llamé para avisarle de que le enviaría este libro. “¡En mi documental sobre A Aldea, o antigo e o novo –me respondió sorprendido–, hablan tanto el asesinado como un sospechoso de ser el asesino aunque luego el juez atribuyó el crimen a un hijo discapacitado. Pero, claro, eso yo lo filmé diez años antes de que ocurriera! “.Mirad por donde, yo pude poner caras reales a lo que había imaginado en una novela.

¡Ay Carmen, que nos dejas! Ahí la tenéis, la segunda por la izquierda, de verde que te quiero verde, hermosota y sonriente. No era para menos porque Carmen Domínguez se jubiló como limpiadora en el instituto Rosais II de Vigo desde aquel 1988 en que se inauguró, tras muchos años en tal tarea también en el Castelao y en el Santo Tomé, y sus compas y profesoras quisieron despedirla con el cariño y reconocimiento que se granjeó en su vida laboral. ¿Qué sería de nuestra enseñanza sin gentes como ellas/os, que lo ponen todo a punto para que nuestros retoños puedan asistir a clases? ¡Felicidades, Mary Carmen, cariño nuestro, y gracias!