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Hosteleros vigueses consideran el botellón un “problema social” que no se frena bajando precios

Apuntan a Montero Ríos como la zona conflictiva | Piden más medidas, fomentar el deporte y sensibilizar contra el descontrol

Marcelo Tosa, propietario de la coctelería Varadero, dentro de su local en Montero Ríos. / JOSÉ LORES

Es un problema estrictamente social y no una cuestión de precios. Con esas palabras se pronuncian los hosteleros olívicos sobre el fenómeno del botellón, que atañe en especial a la zona del Puerto de Vigo. A ojos de representantes de asociaciones y dueños de pequeños locales, bajar lo que cuesta una cerveza o una copa no cambiaría para nada la situación que se repite –con mayor o menor fuerza– cada fin de semana. En este contexto, hacen hincapié en que su público y los diversos grupos que beben en la calle son completamente diferentes: “Ellos quieren estar donde están”.

Desde la coctelería Varadero, en el 28 de Montero Ríos, Marcelo Tosa –propietario del establecimiento– atiende a FARO. Su interior dista mucho de cómo puede verse de noche, con menos luz y más cajas, debido a que en ese momento está reponiendo mercancías. Sus alrededores también. No hay jóvenes consumiendo alcohol en los bancos, tampoco bolsas o cristales rotos por el suelo. Según explica, allí se han llegado a juntar unos 4.000 muchachos y, aunque hay muchos que son educados, la mala conducta de unos pocos es lo que se nota.

“Si permiten ponerlo ahí deberían adaptar la zona con baños y servicios sanitarios”

Marcelo Tosa - Dueño de “Varadero”

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A su parecer, ni los precios se han incrementado tanto –“lo justo y simplemente para cubrir costes”– ni recortar los mismos acabaría con el botellón. Opina que esta práctica es “una moda”, recordando que está “prohibida” y lamentando que las autoridades y los políticos “no quieren meter mano en el asunto”.

Entre las consecuencias que padece, que la juventud bebida haga uso de sus baños –pese a no ser clientes– e incluso acabe ensuciándolos –por ejemplo vomitando en los mismos–. “A nosotros nos da mucho problema”, dice, incidiendo en que al menos –en caso de que los jóvenes sigan acudiendo a beber– lo lógico es que adaptaran el lugar para tal fin: instalando baños portátiles, con servicios sanitarios, etc...

Tras un cuarto de siglo regentando el citado establecimiento, está convencido de que la concienciación “ va a peor” y apunta que incluso se han dado destrozos puntuales de mobiliario. Como anécdota, comenta que no hace mucho la policía se dirigió a él para recordarle que pronto debía recoger las mesas de su terraza, dada la hora que era. Al lado, sin embargo, había chicos y chicas bebiendo en los bancos, “pero a ellos no les dijeron nada”.

Imagen de archivo de jóvenes haciendo botellón en el entorno de As Avenidas A. O.

Económicamente “no perjudica” al sector nocturno

Para Rubén Pérez, presidente de Zona Náutico, que se haga botellón no les perjudica “económicamente” como sector. “El público que va no es el público de la hostelería”, señala, y recuerda que el conflicto “es un problema de sociedad”, algo que ya han hablado con el Ayuntamiento de Abel Caballero y las demás administraciones. Con ello, advierte que esta práctica sí que “resta valor a la zona” y censura la falta de control que se percibe en ocasiones: aquellas en las que se producen destrozos. “Había que hacer las cuentas de lo que sale reparar eso con dinero público”, asevera.

“No es poner multas, es un problema de concienciación y cómo comportarse al beber”

Rubén Pérez - Presidente de Zona Náutico

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A modo de solución, su entidad viene promoviendo el deporte entre la juventud como herramienta para combatir el consumo de alcohol a edades tempranas. Al final, tal como deja patente, “una competición te obliga a que no te acuestes a las cinco de la mañana”. Asimismo, teniendo claro que el botellón no desaparecerá, y que lo que hay que hacer es controlarlo, pone en valor la educación cívica que empieza en casa: “No es poner multas, es un problema de concienciación”.

Este verano la afluencia está “en la línea” e incluso baja “porque la gente se va a Baiona” y fundamentalmente son los “viernes” cuando más gente se concentra, pero nada tiene que ver con las jornadas calientes de principio y fin de curso escolar, Halloween, Navidad, Carnaval y Semana Santa. “En esas cinco o seis fechas se desmadra”, dice.

Halloween, Navidad, Carnaval y Semana Santa, algunas de las “jornadas calientes”

Por otro lado, destaca que Montero Ríos “es una zona portuaria que tiene sus peligros, explicando que no es la primera vez que algunas de las personas que participan en los botellones que acoge su perímetro acaban en el agua. También critica el riesgo que representan para las personas –y especialmente los perros– aquellos restos de botellas y vasos de cristal rotos en el suelo. “Es lo que más nos protestan los vecinos”, afirma, para acto seguido subrayar que por muchos efectivos de limpieza que se pongan no se consigue dejar la zona como estaba previamente. Al respecto, apunta a las pintadas o a los daños que ocasionan determinados actos vandálicos llevados a cabo por algunos jóvenes en estado de embriaguez.

Claro aviso: es necesario que la cosa no vaya a más

Cuestionado sobre si reducir los precios de los bares y discotecas ayudaría a erradicar el botellón, el presidente de la Federación Provincial de Empresarios de Hostelería de Pontevedra (Feprohos), César Ballesteros, contesta negativamente. “Lo podrán decir, pero los usos y las costumbres son otra cosa”, indica, agregando que “ellos quieren estar donde están”, manifiesta el también dueño del Hotel Bahía.

“Sorprende que los menores puedan estar por la calle y que a los padres no les importe”

César Sánchez - Presidente de Feprohos

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Así las cosas, remarca que lo del precio es una “excusa” porque los jóvenes de ahora “tienen mayor capacidad adquisitiva” que los chavales de hace unos años. “Lo que pasa es que es un tema de prioridades. Luego cuando no es día de botellón, muchos de estos jóvenes están tomando copas por ahí”, añade.

A sus ojos, es un conflicto perjudicial, también para el sector, y “muy difícil de gestionar”. En este sentido, apunta a Montero Ríos como la zona más problemática –“probablemente con los botellones más numerosos”– y señala a otras como Praza da Estrela –bastante cerca del citado lugar– o Praza de Portugal.

En general, indica que en estos espacios se percibe además las situaciones de estrés o nerviosismo que ha vivido la gente durante la pandemia, pues es mucho más sensible, a veces agresiva, y se centra en el ruido que actualmente provocan los altavoces bluetooth que algunos muchachos llevan a las macrofiestas improvisadas. “Sabemos que es difícil de controlar, pero es necesario que no vaya a más”, alerta finalmente. Y desde el punto de vista social no podremos frenarlo “si la sociedad no quiere incidir”.

Vecinos han cambiado de vivienda para evitar la fiesta al no poder descansar

Un residente de la zona denuncia la presencia de dos negocios que no se hacen cargo de sus clientes, uno de ellos supuestamente sin licencia

La situación que se vive en calles como Pablo Morillo, entre la fiestera Montero Ríos y Luis Taboada, ha llevado a diversos vecinos a abandonar la zona y cambiarse de domicilio o –en su defecto-– a subir alguna altura al ser complicado descansar en las plantas más bajas. Así lo indica Luis Rodríguez, residente en esta zona desde hace 10 años, destacando que remitió un escrito hace tres meses al Concello de Vigo informando sobre el “desmadre”: característico ya en sus alrededores. Tras el aviso, si bien la presencia policial se ha incrementado algo, el resto “sigue igual”.

Ruido de noche y basura de día. Es el panorama que genera “impotencia” a este ciudadano olívico, que se plantea por qué razón “no se cumple la normativa”. “Se puede encontrar uno de todo, si sale temprano”, expone, en cuanto a los desechos que son comunes cada semana en las inmediaciones de su vivienda. En este sentido, llama a la juventud que hace botellón a tener “un poco de higiene y ser persona” para mejorar el bienestar de las personas que habitan allí.

“Sorprende que la policía deje beber en la calle”, se queja. Conforme expresa, son comunes los altercados, el jaleo y más de una vez ha visto a muchachos en coma etílico. Ante toda esta situación, reconoce que “seguirá machacando”, llamando a las autoridades cuando sea preciso . Además, lamenta la presencia en la zona de determinados locales (menciona dos, en concreto) que no se hacen cargo de sus clientes. Uno de ellos, resalta, supuestamente no tiene licencia pero aún así sirve consumiciones.

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