El calor asfixiante que se vive prácticamente desde el inicio del verano dio un respiro ayer, el día en que decenas de miles de vigueses salían a la calle para renovar su fervor por el Cristo de la Victoria. A las 19:30 horas, cuando el Santo salía puntual de la Basílica de Santa María, en la Colegiata, los termómetros marcaban 21 grados, una temperatura más que agradable en comparación con los días anteriores. Y eso animó todavía más a la gente a salir a la calle y acudir de forma masiva a la procesión, que ya se preveía multitudinaria. Especialmente después de dos años en los que no se pudo hacer debido a la pandemia. Y ayer los alicientes eran múltiples.

En primer lugar era la primera ocasión en la que el Cristo salía de la Colegiata ya como Basílica después de ser designada como tal por el Papa en 2020. Desde horas antes del inicio había numerosos devotos en el entorno de la Colegiata esperando la salida del gran símbolo religioso de Vigo. Cuando lo hizo, además de los acordes del himno nacional de fondo, se escucharon múltiples gritos de Viva Cristo mientras la procesión ya se adentraba en la calle Real, cuya estrechez consigue que la figura pase muy cerca de los balcones y que haya vecinos que salgan a ellos a ver la comitiva, lanzar flores e incluso puedan tocar la imagen.

El portador del estandarte fue este año el actor Manuel Manquiña, que reconocía a FARO días antes de la procesión que para él era todo un honor. Estuvo acompañado por multitud de autoridades, como el alcalde, Abel Caballero, buena parte del gobierno local, el delegado de Zona Franca, David Regades, y también por el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, o la delegada del gobierno gallego en la ciudad y presidenta del PP de Vigo, Marta Fernández-Tapias, que no se quisieron perder el gran acto religioso de la ciudad, abanderado por el obispo de la diócesis Tui-Vigo, Luis Quinteiro-Fiuza.

Los vigueses se echaron ayer a la calle para manifestar su devoción por el Cristo de la Victoria, en una procesión que duró más de tres horas. JOSÉ LORES

Tras cruzar la calle Real, la procesión se encaminó Cánovas del Castillo, y fue precisamente en O Berbés donde hubo una pausa para una de las grandes novedades de este año: la soprano Begoña Salgueiro le cantó al Cristo. Y, como es habitual, tras rodear la plaza marinera para dirigirse hacia A Laxe, llegó uno de los momentos más aplaudidos por los presentes. Los barcos atracados en el Puerto de Vigo hicieron sonar sus sirenas para mostrarle al Cristo su fervor. Cuenta la leyenda que un barco cargado de sal encontró en altamar una imagen de Jesús crucificado y su tripulación, tras una fuerte tormenta, la dejó en Vigo, donde es venerada desde hace siglos. Los cofrades hicieron girar al Santísimo hacia el mar para devolver el agradecimiento y el público también aplaudió en lo que fue uno de los instantes más emocionantes de la jornada. Posteriormente la procesión enfiló hacia Montero Ríos, Concepción Areal, Colón y, por primera vez en diez años, atravesó Príncipe, en una de las imágenes más icónicas de la jornada.

El recorrido volvió a pasar por la calle Príncipe después de una década

Posteriormente llegaría otro de los grandes alicientes de la procesión de este año: el estreno de la peatonalizada Porta do Sol. Después de que el Santo y toda la comitiva llegasen a la plaza, cuando se produjo la segunda gran ovación de la jornada por parte de los allí presentes, se realizó la tradicional ofrenda floral que cubre de flores la imagen del Cristo de la Victoria. Ese último tramo estuvo iluminado por las miles de velas que portaban los fieles que acompañaban al santísimo. Allí en la Porta do Sol ofreció un concierto además la Orquesta Clásica de Vigo que tocó, entre otras piezas, el himno del Cristo de la Victoria. También fue allí donde el obispo pronunció unas palabras, reconociendo que “todos teníamos mucha necesidad de volver a sentir esta experiencia que nos da tanta paz”.

“Fíjate si es fuerte nuestra devoción, que hicimos la procesión hasta en pandemia”

Familia González Portela - Vigo

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Turistas que desconocían la tradición del Cristo de la Victoria se unieron al trayecto, al igual que decenas de conductores que no podían sacar los coches de los aparcamientos de las calles por donde pasaba el Cristo.

La procesión, además, no se encontró ningún obstáculo, pues el Concello reclamó a los hosteleros que retirasen todo el mobiliario de las terrazas para facilitar el paso de la imagen y de los miles de fieles durante el recorrido. La imponente figura del Cristo lucía por tanto sin ningún impedimento durante las más de tres horas que duró el recorrido. El estandarte estrenado además fue transportado por primera vez en la carroza completamente restaurada por el Concello tras el deterioro que acumulaba por el paso de los años, recuperándose las maderas nobles de castaño y los adornos de plata y nácar sustituyendo los inservibles. Asimismo, se cambió la estructura metálica para dotar de estabilidad a la carroza y se instalaron nuevas ruedas. Todo estuvo perfectamente engrasado por tanto para volver por todo lo alto tras casi tres años sin procesión. Lo que sí produjo la avalancha de personas, especialmente en el Casco Vello por la tarde, es que varios comercios de la zona decidiesen abrir pese a ser domingo. Y antes del comienzo de la marcha religiosa estaban despachando a un buen número de clientes.

“Las alfombras de flores me recuerdan mucho a la tradición de mi país”

Rosa y Yanina - Perú

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La procesión del Cristo de la Victoria trasciende el ámbito religioso y es sinónimo de pertenencia a una ciudad, Vigo, a una forma de ser y de vivir. Mayores, jóvenes familias enteras... el evento no entiende de edades ni de creencias. Ayer no faltaron los devotos que completaron el camino descalzos: unos por agradecimiento al Santísimo y otros por fervor. Continúa siendo habitual ver a personas en contacto con el asfalto mientras llevan los zapatos en la mano.

Ahora al Cristo de la Victoria le tocan unos días de descanso en la Basílica de Santa María antes de volver a su lugar en el altar mayor. Este fin de semana, con la festividad del Cristo de la Victoria, y el próximo, con O Marisquiño, son seguramente los días de mayor afluencia de personas por las calles de Vigo sin contar la época navideña.

Monseñor Quinteiro. / A. VILLAR

El obispo: “No he encontrado una devoción similar a la de esta ciudad con el Santísimo”  

Una Colegiata abarrotada demostró su devoción durante la misa de monseñor Luis Quinteiro.

Hubo lágrimas y sonrisas. A cada persona la mueve un propósito personal para acudir año tras año a la festividad del Santísimo Cristo de la Victoria, pero el denominador común en todas ellas es una fe desbordante y una profunda devoción. Esos sentimientos y creencias se materializaron en una asistencia que hizo pequeña la Concatedral de Santa María de Vigo. No solo la Colegiata, desde que salió el sol, las calles principales del Casco Vello de la ciudad estuvieron llenas de católicos practicantes. Todos ellos esperaban impacientes la misa que el obispo de Tui-Vigo, monseñor Luis Quinteiro Fiuza, guió desde las 11.00 horas.

El comienzo de la liturgia estuvo singularmente marcado por una interpretación musical excepcional de la Coral Casablanca, que generó el ambiente propicio para la entrada en el templo de monseñor Quinteiro y el resto de componentes del clero vigués que lo acompañaron al altar. En todas las melodías que la coral interpretó con virtuosa habilidad, la mirada del obispo no podía evitar dirigirse a lo alto de la basílica. De hecho, uno de los agradecimientos finales de la misa fue dedicado específicamente a ellos y ellas, pero también a “todas las corales de la ciudad que hacen solemne esta festividad”.

El amplio bagaje cultural del obispo de Tui-Vigo es de sobra conocido, pero durante sus intervenciones más libres de ayer lo atestiguó. Sus reflexiones sobre la figura y la dialéctica de San Pablo embriagaron los oídos atentos de los cientos de personas que dentro y fuera de la Colegiata lo escuchaban con atención. Disertó incluso sobre la visión de Friedrich Nietzsche acerca de la cultura cristiana, conocido crítico del relato histórico de Pablo de Tarso.

“La muerte es el tránsito hacia la vida. La vida siempre vence a la muerte: tiene la última palabra”, proclamó monseñor Quinteiro con palabras de aliento. “La del Santísimo Cristo de la Victoria no es una devoción común”, explicó, “yo, al menos, no he encontrado ninguna similar”. “Cristo resucitado es el culmen de la fe cristiana. Esto es lo que, traducido en piedad y devoción, celebramos en esta festividad”, continuó.

Un himno centenario

Como cada año, la misa de ayer se cerró con la interpretación del Himno Popular al Santísimo Cristo de la Victoria por parte de la Coral Casablanca y que este año cumple cien años desde que fue escrito. Las luces de la concatedral se apagaron y todas las miradas se dirigieron al Cristo, única figura iluminada en el templo vigués.

El fervor por el Cristo inunda la ciudad

A Loli y a Lucía se les saltan las lágrimas al recordar el móvil que les hace acudir cada año. La muerte temprana del hermano de la primera es solo una de las cosas que las empuja. Son madre e hija y, en su familia, se ha inculcado esta tradición generación tras generación. Loli acompañaba a su madre y ahora es Lucía la que lo hace con la suya: “Llevamos toda la vida haciéndolo. Y toda la vida lo seguiremos haciendo”.

“Llevamos viniendo toda la vida. Es una tradición familiar que cuidamos”

Loli y Lucía - Vigo

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El caso de estas dos viguesas no es una excepción. La herencia cultural en la familia es un relato común entre la mayoría de las personas que ayer asistieron a la misa solemne y a la procesión del Santísimo Cristo de la Victoria. Esas raíces conjugan en muchos casos con grandes pérdidas y con experiencias cercanas a la muerte. “Yo estuve en la UCI a punto de morirme y allí vi al Cristo de la Victoria como se acercaba a darme la mano”, recuerda Margarita. Aquello, dice, aconteció hace treinta y seis años. Desde entonces, no ha faltado a la procesión y, ahora, también la acompaña su hermana Teri: “¿Cómo vamos a faltar? Somos viguesas hasta la raíz”. Ambas se paran a hablar con FARO frente a una de las grandes novedades de esta primera edición tras la pandemia: la alfombra floral de Porta do Sol. Dicen estar encantadas tanto con la peatonalización como con esta decoración efímera. También Sefi, Auri, Carmen y Nuri, cuatro amigas que comparten fe: “Esto debería convertirse en tradición, nosotras nos ofrecemos voluntarias para venir a hacerlo”, bromean.

“Llevamos treinta y seis años viniendo como buenas viguesas que somos”

Margarita y Teri - Vigo

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Lo cierto es que las personas que estos días trabajaron en esta creación floral llevan años de práctica y perfeccionamiento. Son en su mayoría vecinos y vecinas de Ponteareas. Allí, la elaboración de estas alfombras durante el Corpus Christi es tan singular que ya ha sido declarada Fiestas de Interés Internacional por el impresionante mosaico de pétalos que cada año tapiza el centro de la villa.

El ofrecimiento, fundamental en la visión del cristianismo para mucha gente, también tuvo su protagonismo entre los asistentes. El matrimonio vigués de Santi y Sonia, por ejemplo, ofrecieron a su hijo Iñaki al nacer por un motivo que prefirieron no desvelar. Desde entonces, los tres acuden sin falta a la misa y la procesión viguesa por antonomasia. Lo mismo hace Luz, que junto a su hija y sus amigos visitan la ciudad desde la parroquia tudense de Guillarei. Aunque no es tan común, Luz hace el recorrido descalza, de nazarena, para agrandar la penitencia.

“Cuando nació nuestro hijo, lo ofrecimos al Cristo. Así que no podíamos faltar”

Santi, Sonia e Iñaki - Vigo

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Aunque lo cierto es que la inmensa mayoría de personas que ayer llenaron con su devoción las calles del Casco Vello eran de Vigo, compartieron espacio con algunos turistas a los que la celebración les pilló por sorpresa. “La verdad es que ha sido una casualidad maravillosa. Creo que hemos tenido mucha suerte”, explican el matrimonio francés Agbojan con un español macarrónico. Les sorprende a ambos la escasa presencia de gente joven y consideran que “se debe luchar por aumentar su presencia”.