Las obras que invadieron Gran Vía el pasado mes de febrero –con el objetivo de completar la segunda fase de las rampas, que irán desde Venezuela hasta Nicaragua– han dejado este viernes una curiosa imagen que no pasó desapercibida entre los ciudadanos y turistas que por allí paseaban bajo el calor característicamente potente que nos está regalando este verano. Justo al comienzo, prácticamente a la altura del Corte Inglés, una sombrilla de rayas multicolores se podía vislumbrar entre tubos, bloques de piedra y cables –muchos cables– que yacían esparcidos sobre una de las calles más importantes del centro.

Pese a lo que pueda parecer, en este proyecto cuyos trabajos previsiblemente terminarán en octubre –el plazo son ocho meses desde el inicio de la remodelación–, y cuya inversión asciende a más de cuatro millones, también hay hueco para elementos vacacionales como el parasol: inevitablemente más cerca del asfalto que de la arena, eso sí.

El motivo, como es evidente, son las elevadas temperaturas que sigue arrojando este estío sobre los espacios públicos vigueses. Ello lo corrobora uno de los operarios que allí trabajan, Julio Araújo, quien reconoce a FARO que los rayos UVA están “apretando bastante”. “Aquí incluso podemos llegar a rozar los 34 grados”, señala al respecto durante un breve momento que atiende a este periódico, indicando que estos últimos días, no obstante, están teniendo suerte por la brisa que corre: “Es un poco soportable”.

Pese a ello, hacen uso de su particular sombrilla, pues en determinados momentos el termómetro se precipita al alza y Lorenzo empieza a notarse con mucha más fuerza. “El sol directo siempre molesta”, comenta asimismo, destacando que llevan dos días con ella y optaron por resguardarse con ese elemento porque lo tenían “a mano”. 

El parasol playero está situado al lado de un agujero en el que trabajan actualmente varios técnicos. Según explica el profesional, ahora están desviando unos cables de telecomunicaciones que estorban a la obra que están realizando para instalar las nuevas rampas. “Hay que pasarlos a otro tipo de canalizado”, detalla Araújo, para acto seguido manifestar que también se protegen del calor hidratándose y –cómo no– echándose crema para evitar quemarse. Cualquier medida es poca si hablamos de prevención.