Con el sabor de la Iacobus Maris todavía en el paladar, Vigo se despidió este fin de semana de la fugaz pero intensa visita que la emblemática flota regaló a la ciudad. La expectación en este tipo de eventos suele estar por las nubes. De hecho, miles fueron las personas que durante este viernes se dejaron seducir por la historia viva que estas cinco fragatas traen a bordo.
Fueron siete barcos los que llegaron desde Génova (Italia) hasta Vigo en una peregrinación marítima sin precedentes. El Etoile, el Pascual Flores, el Peregrina, el Atyla, el Volvo Open 70 E1, el Evangelina y el Vera Cruz llegaron al jardín del Cable Inglés pasadas las 18.00 horas de la tarde y hasta las 21.00 horas estuvieron abiertos al público, que se mostró muy interesado en conocer todos los detalles sobre las emblemáticas embarcaciones. Pero todo lo bueno dura poco, y los navíos partieron a primera hora de este sábado para completar la etapa final de peregrinación.
Esta breve escala es el último ejemplo de los muchos eventos deportivos y culturales que han hecho de la ciudad olívica la meca de la navegación en las Rías Baixas. Y para muchos ciudadanos, la posibilidad de revivir los mismos sentimientos que afloraron cuando en el año 2005 Vigo se convertía en la capital mundial de la vela al acoger la Volvo Ocean Race, siendo la primera vez que esta regata partía de un puerto no inglés.
Aquella mañana de finales de noviembre miles de vigueses se acercaron al puerto para ver la partida de las siete embarcaciones que participaban en la vuelta al mundo. La Patrulla Águila del Ejército del Aire y el portaaviones Príncipe de Asturias hicieron las delicias de los presentes completando un espectáculo visual cuyo colofón final fue el cañonazo que el entonces rey de España, Juan Carlos I, dio a las 11 de la mañana a bordo de la fragata sueca Goteborg y que despidió a los siete navíos que pusieron rumbo a Ciudad del Cabo.
La salida de los mismos, con el Movistar español como favorito del público, fue seguida por decenas de pequeñas embarcaciones a lo largo de la ría y miles de personas en los miradores de A Guía, O Castro, Bouzas, Samil, Monteferro o Baiona. Era el colofón a varios días de actividades, visitas guiadas, conciertos y exposiciones en todo el renovado eje de As Avenidas.
Pero si echamos la vista aún más atrás, serán muchos los lectores que aún recuerden uno de los primeros grandes eventos vividos en el puerto vigués. Corría el año 1998 cuando, con el año Xacobeo a la vuelta de la esquina, en pleno mes de agosto y todavía con la resaca emocional del concierto de los Rolling Stones en Balaídos el día anterior, llegó a la ciudad la regata Cutty Sark.
El legendario velero británico encabezaba una flota de 81 embarcaciones y 3.500 marineros y más de 600.000 visitantes, según cálculos de la época, que conquistaron la ciudad durante los cinco días que duró la competición y que dejaron unos beneficios de más de mil millones de pesetas en Vigo.
Aunque el balance fue muy positivo para la ciudad olívica, la hazaña no se volvió a repetir hasta el año 2009 -además el certamen se rebautizó con el nombre de "Desafío Atlántico"-. En esta ocasión los barcos fueron muchos menos - tan solo 28 veleros- y la competición atrajo a mucho menos público, unas 200.000 personas.
Durante los últimos meses al frente de la delegación territorial de la Xunta de Galicia en la ciudad, Marta Fernández-Tapias ha repetido en varias ocasiones que el objetivo es recuperar este tipo de eventos para que los vigueses vuelvan a sentir la simbiosis con el mar y la pasión por la vela.
Si bien la Iacobus Maris no repetirá hasta el próximo año Santo en 2027, queda la puerta abierta a que la experiencia con la Fundación Traslatio traiga otras pruebas.
