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Una peregrinación para volver a vivir: hablan los capitanes de la Iacobus Maris

Los patrones del Pascual Flores y el Atyla ensalzan la iniciativa: “Lo duro es hacer la primera”

José Gutiérrez Quintero, capitán del pailebote Pascual Flores. Jorge Garnelo

Fue un viaje intenso que dejó situaciones complicadas, como parte del trayecto entre Génova y Valencia, pero lleno de instantes muy agradables: saboreados desde el mar por todos los tripulantes. La Iacobus Maris, el peregrinaje marítimo que también ha pasado por Vigo, ha sido una travesía que sin duda dejará huella en quienes la realizaron. Desde la urbe olívica, donde mañana se entregarán las Compostelas a los patrones de las siete naves que completaron la ruta entre Italia y Galicia, ya desean que la iniciativa –organizada por Fundación Traslatio– se repita el año que viene.

Así lo reconoce José Gutiérrez Quintero, capitán del pailebote Pascual Flores. En declaraciones a FARO, preguntado sobre si tiene ganas de volver a efectuar un recorrido como éste, no tiene ninguna duda. “Por supuesto y siempre”, asevera, indicando que ha sido “maravilloso”. “Solemos participar en eventos de este tipo por el norte de Europa, pero en España el vacío que tenemos es bastante grande y la verdad es que nos llena de orgullo y satisfacción que haya entidades dedicadas a organizar proyectos de esta índole. Debería haber muchos más… A ver si el año que viene hay más barcos todavía”, manifiesta al respecto.

Según destaca, la Iacobus Maris ha sido un viaje que ha creado y fortalecido relaciones entre las distintas personas que llevan navegando desde el pasado 26 de junio, cuando empezó la aventura. En esa convivencia, cargada de ilusión, “se conoce muchísima gente, de varias naciones y diferentes profesiones, con un nexo común que ha sido este Camino de Santiago y el mar”. “El mar siempre aúna”, agrega. A la vida en el Mediterráneo y el Atlántico también se suman numerosos momentos en tierra, donde los grupos realizaron conjuntamente distintas actividades culturales.

Lo más complicado, a sus ojos, fue parte del itinerario llevado a cabo a poco de partir del país de la bota. “Tuvimos que pelear mucho cuando salimos de Génova rumbo a Valencia”, cuenta, señalando que debido al temporal se vieron obligados a modificar la ruta. En principio iban a ir cruzando el golfo de León pero el parte cambió de forma “bastante repentina” y bajaron por el sur de las Baleares, cerca de Córcega y de Cerdeña. Para su sorpresa, las bravas olas que invadían la costa francesa se notaron incluso habiendo esquivado la peor zona. Eran de cuatro o cinco metros y había vientos muy racheados.

Tras Génova y Valencia, los barcos también pasaron por Sevilla, Oporto y ahora Vigo, donde mañana la delegada territorial de la Xunta en Vigo, Marta Fernández-Tapias, entregará las Compostelas –el documento que certifica haber completado la peregrinación– a los patrones de cada nave. Por lo que respecta a este sábado, las tripulaciones finalizaron el Camino, después de llegar a Santiago a pie y tras realizar un trayecto fluvial por el río Ulla en catamarán. A los pies de la catedral, en el Hostal de los Reyes Católicos, han sido recibidos por la directora de Turismo de Galicia, Nava Castro.

Fermín Galán Romero, capitán del Atyla. Jorge Garnelo

“Por supuesto que me encantaría volver en la próxima Iacobus Maris”, responde a FARO también Fermín Galán Romero, capitán del Atyla, haciendo hincapié en el buen filin que tienen con la Fundación Traslatio, organizadora de la Iacobus Maris. “Lo duro es hacer la primera”, añade, dejando claro además la labor de la entidad que preside Mario Cardama. “Hay por detrás muchísimo trabajo, muchísimo tiempo y mucha energía, así como imprevistos que se resuelven sobre la marcha”, explica asimismo.

A bordo de su embarcación, reconoce además que –pese a esta larga singladura– la llegada a puerto también pasa su factura. “La verdad es que cuando son festivales así como éste, los días de tierra son muy duros porque tienes las puertas abiertas, los eventos, las reuniones de tripulaciones...Vas corriendo a todos lados con la lengua fuera y acabas deseando volver a navegar para descansar... ¡Y eso que navegar es duro!”, comenta, aún evidenciando que se lo pasan bien con los demás veleros y el público, muy interesado en su historia.

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