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Una armada peregrina de leyenda arriba en Vigo

Calor y una gran multitud de curiosos recibieron a las embarcaciones desde el “village” del jardín del Cable Inglés | El fin de la travesía atlántica, que partió de Génova el pasado 26 de junio, provoca felicidad y tristeza entre la tripulación

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La Iacobus Maris arriba en Vigo. Ricardo Grobas

La flota de la Iacobus Maris –compuesta por cinco embarcaciones españolas, otra francesa y una portuguesa– atracó este viernes en aguas olívicas, cerrando así la última etapa de la ruta de peregrinaje marítimo que partió desde Génova (Italia). Bajo un potente sol que destellaba a las personas que acudieron al Puerto de Vigo a recibir a los siete veleros, muchas de ellas con gorra para contrarrestar el gran calor que hacía, las naves fueron acomodándose –una a una– al ritmo de las olas y el viento.

El primero en llegar al jardín del Cable Inglés fue el galo Etoile, que a las 17.45 horas ya se hallaba a escasos metros de una gran multitud de curiosos. Aproximadamente doscientas personas estaban reunidas en primera línea del muelle de los trasatlánticos para darle la bienvenida, muchas de las cuales no desperdiciaron la oportunidad de sacar fotos con sus teléfonos y cámaras para llevarse un recuerdo de la travesía internacional.

Tras él llegó el Pascual Flores, que abordó unos 10 minutos después del primero y se colocó justo detrás. De ambos, en el lado exterior del fondeadero, muy cerca de las colchonetas del village en las que simultáneamente se entretenían los niños, desembarcaron sus respectivas tripulaciones, que charlaron con las autoridades encargadas de establecer el cordón de seguridad mientras saludaban al público. Pero no solo había curiosos en tierra. Desde el Atlántico, conforme el resto de buques se iban haciendo paso entre las mareas, también había personas –en diferentes barcos particulares– asistiendo a este espectacular despliegue naval.

Pocos después, sobre las 18.10 horas, el Peregrina amarraba en el interior del Puerto de Vigo, consolidándose como el tercer buque en poner un pie en la ciudad. Este fue seguido de la Atyla, que a y media ya estaba amarrado, prácticamente igual que el Volvo Open 70 E1, al que la maniobra le costó un poco más, aunque finalmente se desenvolviese con éxito. Pegados a su derecha, dos inmensos remolcadores de color rojo anaranjado reposaban tras haber accedido también a la dársena entre el sonido de sus bocinas. A su lado pasó la gallega Evangelina, penúltimo buque en abordar, sobre las 18.45 y que se dispuso en paralelo al anterior. Como cierre, arribó la carabela portuguesa Vera Cruz, que lo hizo algo más tarde de lo previsto, ya que tuvo que ir a repostar gasoil a Bouzas.

Visitantes observan cómo llega un barco. Ricardo Grobas

Pasadas las siete de la tarde, turistas y vecinos de Vigo pudieron bajar finalmente a los barcos, después de que los mismos se preparasen para albergar a sus nuevos inquilinos temporales. Dentro de ellos, parte de la tripulación les esperaba para enseñarles el exterior y el interior de las distintas embarcaciones. Los marineros, además, contestaron a las preguntas que los asistentes les iban haciendo tras subirse a los buques en grupos. En esta línea, dos navíos no pudieron aceptar ayer visitas del público: el Etoile, que albergó un evento privado de Terras Gauda; y el Atyla, que por problemas técnicos en el acceso de la escalinata –estaba demasiado lejos del barco– no pudo acoger a aquellos que lo contemplaban.

Tras las visitas del público, que concluyeron algo más tarde de las 21.00 horas dado el buen tiempo que registró el embarcadero (con un sol más débil que propició un ambiente cálido y fresco), tuvo lugar un concierto que protagonizó Somoza Trío. A él se quedaron algunas de las personas que antes habían observado la última etapa de este peregrinaje del mar. El interés fue tal que durante parte de la tarde se formó una enorme cola de vehículos en el aparcamiento del Centro Comercial A Laxe, pegado al evento.

Este sábado, la ruta continuará en el río Ulla y finalmente por tierra hasta llegar a la capital gallega, donde verán la catedral

La ría de Vigo no defraudó y recibió a todos los buques –entre los que no pudieron estar el Palinuro (italiano) y el Mircea (Rumanía), que también participaron en la ruta– con sol brillante, más de 20 nudos de viento y un notable oleaje. Con la llegada de la flota, los tripulantes finalizan unas 1.600 millas de navegación que los han llevado del puerto de Génova –desde donde partieron el pasado 26 de junio– a Valencia, Sevilla, Oporto y ahora Vigo. Muy contentos por haber podido completar esta singladura tan larga en estos buques emblemáticos, se llevan una nueva experiencia de vida en la mochila.

“Estamos muy felices y al mismo tiempo, con cierta tristeza porque es prácticamente el final de este proyecto que ha sido una maravilla, con tantos tripulantes, tantos barcos, tantos visitantes... Es una sensación ya como de añoranza pero también nos sentimos contentos porque ahora nos queda el tramo final a Santiago y dos días de vida en el village y para disfrutar Vigo”, dijo el capitán del pailebote Pascual Flores tras saltar a tierra, José Gutiérrez, en declaraciones a FARO.

A bordo de su embarcación estuvo ayer la delegada territorial de la Xunta en Vigo, Marta Fernández-Tapias, quien recibió a la flota en las Islas Cíes y siguió la parada naval desde el Pascual Flores con el presidente del Puerto de Vigo, Jesús Vázquez Almuiña, y el director territorial de Abanca en Vigo, Walter Álvarez. También se pudo ver ayer en el muelle de los trasatlánticos a Mario Cardama, el presidente de la Fundación Traslatio (organizadora de la Iacobus Maris).

Dejando atrás el furor que causó la iniciativa, cabe destacar que ayer la Asociación de Ucranianos de Galicia Girasol convocó una manifestación pacífica contra la llegada de la fragata rusa Shtandart a la comunidad. La protesta tuvo lugar en el puerto de Vigo, a las 11:00 horas, junto a la reconocida escultura de “El Bañista”.

Hoy, últimos pasos del Camino de Santiago también a pie

Este sábado, las tripulaciones realizarán el último tramo hacia Santiago de Compostela, primero en un catamarán por el río Ulla y finalmente a pie hasta la catedral. Allí, en el Hostal de los Reyes Católicos, los capitanes de las embarcaciones serán recibidos por la directora de Turismo de Galicia, Nava Castro. A esta recepción asistirán representantes de las embajadas de los países que han participado en la ruta marítima, como Marian Popescu, cónsul general de Rumanía en Bilbao; o Rodica Radian-Gordon, embajadora de Israel en España.

Ya el domingo, a fin de ofrecer la posibilidad de participar en la celebración eucaristía dominical a los peregrinos del mar, la delegación de Pastoral Juvenil y Universitaria junto al Centro de Atención del Marino Stella Maris de la diócesis de Tui-Vigo organizará una eucaristía a bordo de uno de los buques de la Iacobus Maris. El acto será a las 10.00 horas y tras su celebrarse se entregarán las Compostelas a los patrones de cada uno de los barcos que han participado.

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