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Las deficiencias de los parquímetros de la zona azul y la escasez de plazas disparan las quejas

Denuncian fallos en las teclas y el pago con tarjeta | Todavía no hay puntos de recarga de vehículos eléctricos

Usuarios de la zona azul intentan sacar un tique en la calle Rosalía. / FOTO: M.G. BREA

No funcionan bien las teclas del parquímetro, no reconoce algunas monedas, se queda bloqueado con la información de la matrícula del vehículo y falla el pago con tarjeta de crédito. Son las quejas más comunes de los ciudadanos que utilizan las plazas de la XER (Xestión de Estacionamento Regulado) en Vigo, conocida como zona azul, contratiempos que han sido comprobados por este periódico. Denuncian que estas máquinas “funcionan fatal”, por lo que, en ocasiones, abonar el tiempo de estancia se convierte en un dolor de cabeza. La prestación de este servicio municipal, adjudicado por 23,4 millones de euros a la empresa Dornier en diciembre de 2017 –se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Pontevedra a mediados de 2018–, se extiende 10 años, con opción a dos prórrogas de doce meses cada una. El problema es alarmante porque, según el acuerdo, no habría que renovar los parquímetros hasta que concluya la concesión, y son relativamente nuevos: se instalaron en 2019, por cierto, sin los prometidos puertos USB.

Sufren esta situación no solo los vecinos, también los propios controladores del servicio, que son los primeros en recoger las quejas de los conductores. Fuentes de toda solvencia destacan que, una vez escuchan las reclamaciones, les informan de que deben llamar al número de teléfono que se muestra en el parquímetro o al 010 municipal. El problema: contactar con este último tiene un coste, por lo que algunos usuarios desisten o muestran malestar por este motivo. Las quejas siguen a pesar de que dos oficiales de mantenimiento se encargan a diario de poner a punto las máquinas en caso de incidencia.

Según ha podido saber este periódico, ya se han cambiado “varias veces” las teclas y las puertas de “bastantes” parquímetros, pero continúan registrando fallos en todas las calles con estacionamiento regulado. Explican que la calidad de estas máquinas no es la deseable, puesto que “fallan muchísimo”, pero también advierten del mal uso de algunos conductores: hay gente que utiliza las llaves para pulsar las teclas, una práctica que genera desperfectos en los sensores hasta dejarlos inservibles. “A lo mejor, este problema viene de no haber hecho bien las cosas desde el principio: el Concello debería haber indicado en el pliego que el parquímetro que se debe usar tiene que ser de última generación. Hay modelos que funcionan de maravilla”, apostillan.

Otra de las quejas más habituales de los usuarios es la falta de plazas, que se han reducido con el paso del tiempo debido a la construcción del carril bici y las humanizaciones, como ocurrió en la Ronda de don Bosco, por ejemplo. La solución que aportan fuentes conocedoras del servicio es generar nuevas zonas de XER en tramos cortos de calles o viales sin gran extensión, medida que contribuiría, a su vez, a evitar la reducción de plantilla de la concesionaria. Proponen, por citar algunas, Vicente Risco –entre la avenida de Madrid y Puerto Rico– para recuperar los sitios que se prevén perder al lado de la Ciudad de la Justicia cuando se ponga en marcha o Cachamuíña. “Ayudaría a los vecinos, que podrían tener tarjeta de residente para poder aparcar cerca de casa”, dicen.

Indican que, actualmente, hay algo más de 1.700 plazas de zona azul repartidas por el casco urbano “cuando tendría que haber 2.000”. “Se han reducido unas 200 o 250 en los últimos años. En el contrato, se indica que las reducciones permanentes superiores al 10% de las plazas –como es este caso, ya que, en 2018, la cifra oficial era de 2.132, de las que 201 son en zonas de carga y descarga– serán compensadas con la ampliación de un número equivalente en otras calles”, exponen antes de indicar que la extensión de los espacios regulados permitiría mejorar el servicio y adaptar las zonas a las necesidades: “No se trata de recaudar más dinero. Hay urbes con áreas de zonas verdes para residentes que se activan en una parte determinada del día y otras rojas, en los puntos más céntricos, en las que solo se puede estacionar un máximo de media hora. Son medidas que ayudarían a que la XER mejorase su imagen hacia los usuarios”.

Desde su puesta en marcha en los 90, se han perdido unos mil sitios regulados

Precisamente, Dornier planteó en su propuesta para la gestión del aparcamiento en superficie nuevas zonas azules en los entornos del hospital de Fátima, Fernando el Católico, A Florida o Praza América. El contrato, de hecho, indica que, durante su ejecución, se podrán aumentar hasta un 40% las plazas de pago para recuperar el número al que se llegó en su momento. La zona azul aterrizó en Vigo en la década de los 90. En aquel momento, el servicio comenzó a funcionar con unos 2.800 sitios. La partida destinada a identificar las plazas libres en la calle para incorporar a la XER alcanza los 73.000 euros.

Una de las medidas contempladas en el acuerdo de la empresa con el Concello para gestionar el aparcamiento regulado era la instalación de puntos de recarga de coches eléctricos en algunas de las plazas de la zona azul. Las mismas fuentes citadas hasta ahora destacan que el compromiso para el primer año desde el inicio de la prestación del servicio, en 2018, era colocar nueve –en Oporto, Salamanca, Praza do Rei, Pizarro, Eduardo Iglesias o García Barbón con un presupuesto de 47.250 euros– y, hasta 2023, 18 más hasta un total de 27. En todo este tiempo, no se ha instalado ni uno. Otros temas pendientes: el uso de la Pass Vigo para pagar, anunciado a finales de 2019, y la puesta en marcha de las tarjetas ciudadana –incluida en el bloque de actuaciones iniciales– y prepago, que figuran en el pliego.

También sigue a la espera la actualización de la ordenanza, que, si se cumple lo indicado por el alcalde, Abel Caballero, permitirá extender hasta cuatro horas el tiempo máximo de aparcamiento en los estacionamientos de la XER, decisión que ven con buenos ojos los residentes, pero que no convence a los comerciantes al reducirse la rotación. Trabajadores del sector creen que este cambio esconde un afán recaudatorio; defienden ampliar la duración en zonas cercanas a hospitales, pero dejan claro que, en esos puntos, ya hay parkings subterráneos para cubrir la demanda.

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