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Los guías turísticos se reinventan

El auge de los ‘free tours’ en la ciudad desbanca a los métodos tradicionales de visita

La guía de Vigo Turístico asesora a una visitante. | // MARTA G. BREA

Se les puede ver por el centro de la ciudad bajo un paraguas de colores. Suelen seguirlos un nutrido grupo personas que miran hacia arriba y se detienen más de lo normal en sus paseos. Estos son turistas y aquellos, sus guías. Juntos conforman los conocidos como free tours. Una modalidad de visita guiada que, desde hace una década, ha venido desbancando al tradicional turismo con guía. No sin un previo conflicto y largas acusaciones de intrusismo.

Un grupo de turistas españoles, ayer, en una visita a la ciudad guiada por una empresa de ‘free tours’. | // MARTA G. BREA

Su origen es difuso. Algunas fuentes de empresas del sector lo ubican a comienzos de este siglo en Berlín, pero otras a mediados de los noventa en Nueva York. Sea como fuere, en Galicia tuvo su germen en Santiago de Compostela y, al igual que en la capital alemana, nació de las mentes y la iniciativa de jóvenes estudiantes. Normalmente, discentes de carreras de Humanidades con intereses históricos y patrimoniales. Con la voluntad de sacarse un apoyo económico extra para la a menudo austera etapa universitaria, estos jóvenes comenzaron a organizar visitas guiadas gratuitas por la ciudad en las que los visitantes decidían libremente si aportar algo en función de su valoración de la ruta.

Aquella idea tuvo en Europa una gran acogida: “Creó una nueva forma de conocer las ciudades y que ahora ya está muy asentada. Hay gente que es lo primero que hace al llegar a una ciudad”, explica Borja Concheiro, vicepresidente de la Asociación Galega de Guías (Agagui), organismo que aglutina a las principales empresas de free tours del territorio. Su creación, de hecho, partió de una causa común, la lucha abierta que desde el principio se armó entre los guías tradicionales y ellos. Y es que al comienzo estos jóvenes estudiantes que organizaron las primeras rutas de esta forma, en su mayoría ni tenían título de guías ni tampoco tributaban por su trabajo. Se generó una competencia desleal que la Xunta de Galicia quiso atajar con inspecciones y mayores exigencias a la hora de acreditarse como guía. “Aquellas campañas funcionaron y lo cierto es que, ahora, los que nos dedicamos a esto estamos todos titulados y pagamos nuestros impuestos como cualquier otro autónomo o trabajador”, remarca Concheiro, que también tiene lidera la empresa Vigo Turístico en la ciudad.

Un cambio de paradigma

El cambio de modelo de negocio es radical. En las visitas tradicionales, el precio es fijado por la empresa a priori y el pago se realiza antes de la realización del servicio. En los free tours la estrategia es diferente. Si bien los turistas tienen que hacer una reserva previa para poder acceder a la ruta, no están obligados a hacer ningún pago si no quieren. Ni a quedarse hasta el final del trayecto si no lo están disfrutando o creen que no alcanza el nivel adecuado a sus expectativas: “Este modelo ha democratizado el sector”, apunta Concheiro. Pero aunque los visitantes tienen esa libertad, los guías inciden en la profesionalidad de su trabajo y animan al público a que, al final de las rutas, aporten una cantidad en función de su valoración por el servicio prestado. Normalmente, entre cinco y diez euros por cabeza por unas dos horas de visita guiada. Pero esto no siempre fue así de idílico. Al comienzo, cuando el grueso de la gente desconocía el modelo “había gente que solo aportaba un par de euros y no porque no le gustase, sino porque no estaban habituados a este tipo de servicio”, reflexiona el vicepresidente de la Asociación Galega de Guías. De hecho, remarcan que en esa horquilla de precios es en la que se tienen que mover para que el negocio sea rentable: “Mucha gente no sabe que los portales digitales a través de los que nos contratan se llevan una comisión por persona, que junto a los impuestos se acaba colocando en torno al 30%”, aclara.

Las cuatro empresas que operan en Vigo están asociadas en Agagui y explican que han creado un código deontológico sobre cómo debe ser un free tour a nivel técnico. Las claves son que sea realizado por un guía profesional acreditado y que los grupos de turistas no superen la treintena, entre otras exigencias.

También para vigueses

El azote de la pandemia y el dilatado tiempo para la reflexión tuvo sus cosas buenas. Por ejemplo, en Vigo Turístico consiguieron desarrollar nuevas rutas. Entre ellas, una que triunfa entre sus paisanos: Misterios e Lendas. Un tour que además de turistas ha sido capaz de atraer a público autóctono con sus “historias sorprendentes sobre meigas, seres extraños y tesoros escondidos”.

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