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La rehabilitación de un hotel centenario y un bloque de viviendas darán nueva vida a Carral

Dos predios de finales del siglo XIX subsisten semiabandonados y con deterioros estructurales en una de las zonas más caras de la ciudad | Los proyectos están condicionados a las exigencias de Patrimonio de la Xunta

Fachada del histórico hotel La Chata en la calle Carral. | // MARTA G. BREA

Son el número veintiséis y el número veintiocho. La calle, Carral. En la fachada del más alto de los dos edificios compiten entre sí grietas, pintadas y una inscripción en piedra que celebra la fecha de su creación: 1889. Ciento treinta y dos años de historia en una calle ubicada en una de las zonas más cotizadas de la ciudad. Apenas cinco minutos los separan de Porta do Sol, de la Estación Marítima o de la Colegiata. El número veintiséis goza de siete alturas con vistas a la ría, pero nadie las disfruta. Suman siete pisos desocupados y con una dudosa habitabilidad. “Esto es como una mina sin mineros”, explica una vecina veterana que camina cuesta abajo hacia el Club Náutico. Le cuesta acertar la cantidad de tiempo que ha estado deshabitado y solo sabe señalar que la dueña era una mujer de edad avanzada.

La rehabilitación de un hotel centenario y un bloque de viviendas darán nueva vida a Carral

Los remiendos estructurales que hoy lo sostienen fueron un imperativo de la Inspección Técnica de Edificios de la Concellería de Urbanismo. Hay andamios entre balcones, algún intento por reparar las grietas y también pintura desgastada y óxido en las barandillas. Las persianas, sin embargo, siguen abiertas. En el bajo comercial todavía luce la imagen de marca de un pub extinto homónimo al viejo hotel que en su día fue: La Chata. Y en la fachada del edificio todavía sobrevive un viejo cartel rojo que lo identifica como tal, pero allí hace años que no se hospeda nadie.

La rehabilitación de un hotel centenario y un bloque de viviendas darán nueva vida a Carral

Familiares del entorno de la histórica propietaria recién fallecida, apenas quieren hablar con este periódico sin motivo aparente. Resumen la situación en una frase hecha: “Este edificio siempre tuvo muchos novios, pero nunca ninguno quiso casarse con él”. “Esto es una fortuna”, alardean. Ciertamente lo es, al menos en potencia. Tiene una planta de 222 metros cuadrados que suman en total 1.364 si se cuenta todo el espacio hábil de la edificación. Al precio medio de cotización del suelo residencial en la zona centro, el valor comercial medio rondaría los tres millones de euros. Con una reforma adecuada podría multiplicarse, pero allí dentro, explican los vecinos, parece no moverse nada.

Sin embargo, fuentes del Concello de Vigo ha explicado a FARO que este edificio tiene una orden de conservación de la Concellería de Urbanismo y eso explicaría los remiendos, pero no la paralización. Según las mismas fuentes, este antiguo hotel cuenta con un proyecto de remodelación y dicen estar esperando el visto bueno de la Secretaria Xeral Técnica e do Patrimonio de la Xunta de Galicia para poder llevarlo a la práctica. Los familiares del entorno de la propietaria, curiosamente, niegan rotundamente cualquier proyecto formal y ejecutable en el corto plazo, aunque sí reconocen cierta paralización. Pero los informes de Patrimonio de la Xunta a los que ha accedido FARO dibujan un relato diferente al que parecen proyectar desde la familia.

En cambio, el número veintiocho, dicen, “goza de buena salud”. En comparación al edificio de al lado, este todavía alberga vida. Algunas viviendas particulares con la fachada cuidada lo corroboran. También el movimiento de varias vecinas que entran y salen del portal con sus recados hechos y otros pendientes. En el bajo comercial, el Restaurante Bitácora, de motivos marineros con una imponente ancla presidiendo la puerta, todavía sirve comida, aunque el ambiente en el Náutico está parado a unos pocos días de comenzar la temporada alta. Tampoco gustan de hablar con la prensa, pero en las pocas palabras que dedican, se esfuerzan en enviar un mensaje de normalidad.

¿Cuál será su futuro?

Lo primero que garantizan desde la Concellería de Urbanismo es que tanto el número veintiséis como el veintiocho mantendrán sus usos históricos. Es decir, seguirán siendo un hotel y un bloque de viviendas. Ambos han presentado sendos proyectos de reforma, pero solo el de viviendas tiene la autorización de Patrimonio. El antiguo hotel La Chata, en cambio, necesita enmendar un buen número de deficiencias que tendrá que incorporar a un nuevo proyecto. La idea de la promotora Urioka y Kouza es hacer una completa redistribución del espacio interior y también del actual núcleo de escaleras para permitir la incorporación de un ascensor. Añadir aislamiento térmico y reparar las deficiencias de la fachadas también lo consideran prioritario. Y en esa proyección es precisamente donde llegan las exigencias de Patrimonio. Si quieren seguir adelante, en el proyecto de enmienda tendrán que reducir, en líneas generales, el número de plantas a cinco; cambiar el tipo de cerramientos exteriores previstos; y tratar de mantener, reparándolos, los elementos estructurales tradicionales.

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