El mar y las rachas de viento del Noreste-Norte que mueven la arena esculpen las dunas de O Vao con un vigor irrefrenable. Quince años después de que se instalaran las primeras vallas para preservar el complejo dunar O Vao-Baluarte, los avances son hoy evidentes para cualquier bañista. El Concello de Vigo lleva años trabajando en la recuperación dunar del entorno, declarado Espacio Natural de Interés Local (Enil) en 2020 por el gobierno gallego, consiguiendo frenar la erosión a la que se vería abocado.
En el año 2013, en los momentos de pleamar viva, es decir, sobre todo cuando hay temporal, el mar entraba más de 6,5 metros de cara al interior de la duna. Según los datos recogidos por la concejalía de Medio Ambiente, en mayo de 2022, casi una década después, la marea se queda a doce metros del cierre dunar en la zona del acceso a Toralla, permitiendo por tanto ganar una importante superficie a la playa. “Estamos recuperando la duna que siempre hubo en Samil”, asegura el alcalde, Abel Caballero.
La acción combinada de la creación de una nueva zona dunar, la colocación de captadores de arena para evitar que se acumule con viento del Noroeste en la carretera de acceso a Toralla y la restitución de los proceso naturales del espacio han permitido esta evolución tan favorable. Así, los captadores permitieron una acumulación de arena en la zona de casi treinta centímetros durante los últimos meses. La duna pegada al acceso de Toralla incrementó su altura en el límite con la superficie de arena seca en más de sesenta centímetros desde 2020. Cuando una duna crece también lo hace el frente de arena seca de la playa más próximo al este y su efecto, extendiéndose varios metros hacia el mar.
En el extremo este del arenal, la actuación realizada en 2021, consistente en ampliar la zona protegida para frenar la erosión empieza a dar frutos y el grado de cobertura vegetal se incrementó considerablemente. El proceso de recuperación no obstante es lento ya que participan muchos factores y la presión del ser humano es uno de los más importantes, especialmente con la llegada del verano y el trajín constante de personas entrando y saliendo de la playa.
Precisamente, se realizaron recientemente perfiles en buena parte de los arenales municipales para obtener datos y documentar, de cara a próximos años, cómo evolucionan estos espacios y cómo afecta el uso intensivo durante la época estival. Al finalizar el verano precisamente el Concello volverá a recoger datos para realizar nuevos perfiles y ver cómo varía el espacio tras el uso intensivo durante julio y agosto, especialmente.
Respecto al acceso entre el Vao y el Baluarte, la situación de partida muestra una importante erosión de la superficie arenosa, apareciendo en superficie el paleosuelo y numerosas rocas. En la década de los cincuenta esta zona tenía una reserva de arena superior a la actual y, de hecho, las rocas que separan las playas de O Vao y O Baluarte estaban cubiertas de arena. El punto más bajo en la actualidad está en la actualidad en 3,14 metros, lo que implica que durante mareas vivas con mar fuerte llegue e incluso rebase este espacio. A medida que la vegetación se recupere en la zona delimitada progresivamente se incrementará el nivel de arena en la duna y también en la playa.
Y es que hay que tener en cuenta que los procesos de degradación de un espacio tienen una evolución muy lenta en los primeros años, para progresivamente ir frenando el proceso hasta que se detiene. Y una vez se inicia la recuperación, esta evoluciona de forma más rápida.
Según los últimos datos recogidos por el Concello, la superficie dunar delimitada en toda la ciudad, excluyendo a las Islas Cíes, es de 29.151 metros cuadrados, y la altura máxima de duna se encuentra ahora mismo en Cabo de Mar, con 11,08 metros.
