Tres años después de los 36 años de prisión impuestos a Carlos Viéitez Iglesias, Papuchi, por abusar sexualmente de 16 menores en Vigo, el Tribunal Supremo acaba de ratificar la condena. Agotada la vía ordinaria de recursos, la sentencia del Alto Tribunal ya es firme, lo que derivará inexorablemente en un paso clave en este procedimiento. Porque la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en la ciudad olívica, la sala que enjuició y sentenció en 2019 este caso, deberá abrir la pieza de ejecución para que el hostelero vigués cumpla las penas impuestas, lo que implicará que se le requiera para ingresar en prisión.

Todavía faltan semanas para que se comience a ejecutar la sentencia. Los autos del procedimiento están físicamente en la sede del Supremo en Madrid: desde ahí deberán ir al Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) que, a su vez, los devolverá a la sección viguesa. “Hasta que llegue físicamente la causa puede pasar más de un mes”, aclaran fuentes judiciales. Una vez esté en Vigo, se abrirá la ejecutoria. La pena más importante son los 36 años de prisión –el máximo de cumplimiento efectivo será sin embargo de 12 años–, por lo que se dará un plazo a Papuchi para que entre voluntariamente en el penal. También debe responder por las indemnizaciones a las víctimas, si bien la cantidad –17.500 euros– ya estaría cubierta ya que el condenado tiene depositados como garantía los 30.000 euros que pagó como fianza cuando, tras un año en prisión provisional después de su arresto, recuperó la libertad.

Resulta muy difícil que un hipotético recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional –ya es una vía extraordinaria– suspenda de nuevo el ingreso en prisión. En caso de que el condenado solicitase un indulto y un aplazamiento por ello, los magistrados deberían valorar si lo conceden, aunque parece difícil que esto ocurra ya que se trata de una pena de cárcel muy elevada por un tipo de delito, además, que causa gran alarma y repulsa social.

Valoraciones

Estudiada ya la sentencia notificada esta semana, el abogado defensor de Carlos Viéitez, Felipe Álvarez Rojo, con despacho en Madrid, señalaba ayer que tanto él como su cliente “respetan” y “acatan” la resolución del Supremo. “Teníamos esperanzas de que se acogieran algunos de los alegatos, como el relativo al prevalimiento, pero no ha sido así y las dudas jurídicas han quedado resueltas; [el condenado] está ahora en fase de asumir su nueva situación pero puedo decir claramente que se va a poner a disposición de la Justicia en la fase de ejecución que se va a abrir”, afirma.

Casi ya descartada la vía de ir en amparo al Tribunal Constitucional al no ver base “para alegar vulneración de derechos fundamentales”, Felipe Álvarez valorará con su representado la posibilidad de pedir un indulto. “Lo estudiaremos desde una perspectiva técnica y jurídica, porque no queremos ofender a las víctimas; pero lo contemplo porque si bien ha tenido esa conducta en el pasado que ha recibido reproche penal, desde entonces no hubo ningún otro episodio; estos tres últimos años de comportamiento de reinserción en la sociedad los tendremos en cuenta para valorar si pedir el indulto, si bien entendemos que los hechos por los que fue condenado son de la suficiente gravedad como para que proceda la ejecución”, explicó.

La acusación particular en representación de los menores víctimas de los abusos fue ejercida por Carlos Quintanilla, del despacho vigués AQA Abogados. “Estamos satisfechos profesionalmente por la ratificación de la condena, pero tristes porque nunca es agradable que alguien entre en prisión”, resume. “Él [el condenado] tuvo en su momento la posibilidad de reconocer los hechos, pedir perdón y ser condenado a mucha menos pena con una conformidad; pero no lo hizo, se empeñaron en alargar esta situación en el tiempo y éste [en referencia a la condena finalmente impuesta] ha sido el resultado”, afirma. Considera que aunque hubiera una petición de indulto, “no se dan las circunstancias para que se suspenda su ingreso en prisión”. “Las víctimas, los menores, llevan tiempo deseando cerrar este capítulo y pasar página”, concluye.